En el National Health Service, más conocido como el NHS, todo parecía ir maravillosamente. Era una mañana tranquila a mediados del agradable julio de 1985. Gabrielle Campbell estaba retirando la bandeja previamente ocupada por el desayuno del señor Adams. Estaba sonriente debido a un previo chiste del paciente.
Salió de la habitación y comenzó a caminar a través del largo y desierto pasillo. No era raro que el mismo estuviese vacío, puesto que era muy poco transitado fuera del horario de visitas. No iba a paso lento, pero tampoco iba muy apresurada. Miró la planilla en la que tenía anotados a sus pacientes.
—Señor Adams, listo. Me faltan la señora Carter y el señor Clarke—Murmuró para sí misma, pero justo en ese instante la luz se fue.
Disminuyó la velocidad de sus pasos, no fuera a ser que se chocaba con algo, también intentó divisar algo en esa plena oscuridad, pero no lo logró.
Un escalofrío recorrió su cuerpo cuando sintió algo helado en su espalda, pero dejó caer la bandeja y la planilla cuando no era solo una, sino dos cosas heladas en su espalda, tal vez manos... Sí, eran manos; o al menos eso creía Gabrielle.
Se dio vuelta instintivamente y no vió nada, a pesar de la oscuridad, no había nada en realidad.
Un gran dolor invadió su cabeza, era sumamente fuerte e insoportable. Se tomó esta con ambas manos y cerró los ojos debido a esa horrenda sensación que la irrumpía, pero de pronto sus manos parecían luchar contra ella y se alejaban de su cabeza a la fuerza.
De un momento a otro, perdió el control total de su cuerpo y no se dedicaba a más que maldecir y hacer fuerza contra esos movimientos involuntarios.
Oía susurros provenientes de todos lados, aunque no terminaba de comprender qué decían.
Cada vez tenía menos control sobre sí misma. Gabrielle hacía todo lo que podía para controlarse, pero no era suficiente.
Se agachó hacia donde la bandeja había caído momentos antes y, lentamente, agarró con su mano hábil el cuchillo con el que Henry Adams había cortado el sándwich de desayuno, lo acercó a su yugular izquierda y cortó.Hazel O'Neill, una chica de 17 años con orígenes irlandeses, un bonito cabello color fuego y pecas distribuidas por todo su rostro, se encontraba barajando una tercer parte de las cartas del Misterio, un juego de mesa al cual amaban jugar ella y sus mejores amigos, con quienes estaba en ese preciso momento.
Estaban en un búnker, el cual había sido puesto en condiciones hace unos cuantos años, tenía desde un tocadiscos hasta un horno. Era bastante espacioso y acogedor, perfecto para cualquier grupo de adolescentes.
—¿Por qué siempre baraja Hazel? —preguntó Noah Daft, un adolescente con el cabello castaño y ondulado, tez morena.
—Porque soy la única incapaz de hacer trampa—respondió la pelirroja tendiéndole la tercera parte del mazo a Andromeda Amery, con el fin de que eligiera una de estas para ubicarla en el típico sobre misterioso.
—¿Estás sugiriendo que somos capaces de hacer trampa?— continuó Noah mientras la rubia elegía una carta.
—Eso sugiero—sonrió O'Neill ubicando la carta en el sobre. Tomó la otra tercera parte y la barajó, mientras Lexie Campbell preguntaba por la música que debía poner—. pon algo de Bowie.
—¡Siempre escuchamos a Bowie! —se quejó Miracle, Preston Miracle. De ascendencia francesa, el joven amante del rock tenía unos profundos y preciosos ojos celeste, cabello algo largo y sumamente oscuro como sus usuales vestimentas, al contrario de su piel, la cual era pálida—. Pido Guns N' Roses.
—¿Queen?—propuso Lexie, intentando que aquellos dos se pusieran de acuerdo brindando una opción media.
Todos parecieron asentir con aquella propuesta, por lo que pronto empezó a sonar A night at the opera en el lugar.
—Lex, elige una—Pidió la irlandesa con el último tercio de cartas en las manos.
—Ésta—Eligió la morena sentándose junto a ella.
Hazel ubicó la carta dentro del sobre y comenzó a mezclar las cartas restantes, para luego repartirlas a todos los presentes.
—Les ganaré—Aseguró Miracle con una sonrisa arrogante.
—Eso dijiste las últimas diez veces y, creo recordar, que ganamos todos menos tú— Se burló Hazel y Preston sustituyó su sonrisa por una expresión de disgusto.
—¡Tengo la bruja!—Exclamó feliz Noah.
—Que suerte—Opinó Preston de mala gana.
Hazel le pasó una carta, con total cuidado de que nadie la viera y, una vez que Noah la vió, la devolvió a su sobre.
Todos comenzaron a anotar sus pistas, y Noah su certeza también.
El juego transcurrió normalmente, y la ganadora fué Hazel, como solía ser.
—Hiciste trampa—Dijo Preston.
—Admite que gané limpiamente, Miracle—Respondió O'Neill.
—No.
—Como quieras, sabes que de igual manera te gané. ¿Qué tal si vamos a William's por unos batidos?
Todos estuvieron de acuerdo, algunos se expresaron verbalmente y otros se limitaron a asentir con la cabeza.
Subieron Andromeda, Hazel, y mientras Preston subía, Lexie notó algo fuera de lo normal en su collar. Estaba titilando.
—¿Lex? —preguntó Noah.
—¿Eh? Lo siento, ¿qué me dijiste?
—Nada, es sólo que estabas en otro mundo o algo así, aunque eso no es nada raro—una pequeña sonrisa burlona se presentó en los labios del moreno.
Caminaron hasta William's Coffee, una bonita cafetería ubicada en el antiguo Londres de aquella época. El dueño era William, un amable hombre mayor con el cabello canoso, abuelo materno de Lexie Campbell.
Los chicos tenían tres lugares a los que consideraban su lugar seguro; el búnker, la cafetería de William y el cine.
La cafetería de William destacaba desde hace décadas por sus cafés extraordinarios, pero el estrellato les fue arrebatado cuando los batidos llegaron; idea de Lexie. Los batidos eran los favoritos de los adolescentes, y tenían planeado pedirlos aquella mañana.
El trayecto hacia la cafetería era realmente corto, pero ese día Lexie lo sintió eterno, sentía que con cada paso que daba, más se alejaba. Claro que Noah notó su rareza y cuestionó acerca de esta. Lexie tragó en seco, respiró hondo, lo miró y dijo con voz ausente:
—Mi madre está muerta.
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La Maldición de La Sombra
Fiksi RemajaUna maldición, un ser sobrehumano con sed de sangre, un grupo de adolescentes de los años 80s, y unas joyas mágicas que son su salvación según unas viejas historias... ¿te atreves a unirte a ellos en esta aventura?