Prólogo

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El polvo levantado por la batalla se posaba lentamente sobre el campo, difuminando los rastros de la encarnizada confrontación que había marcado un antes y un después en aquel lugar. Kagome, con su mochila ajustada y el carcaj rebosante de flechas, se sumía en la calma momentánea de la escena, creyendo que el caos había cedido su lugar a la paz anhelada.

El sol comenzaba a descender sobre el horizonte, tiñendo el cielo con tonalidades doradas que contrastaban con la pesadez del ambiente. Sin embargo, cualquier atisbo de serenidad se desvaneció de manera abrupta ante la irrupción súbita de Midoriko. Entre una nube de destellos lilas y rosas, la antigua sacerdotisa materializó su presencia, su figura etérea irradiando una energía que trascendía lo terrenal.

Los rayos del sol danzaban a su alrededor, resaltando cada movimiento elegante y sereno de Midoriko. Kagome, sorprendida por esta aparición inesperada, apretó con fuerza el mango de su arco, sus ojos centelleando con curiosidad y preocupación ante la misteriosa llegada de la sacerdotisa.

"Kagome", resonó la voz de Midoriko, su tono impregnado de seriedad y determinación mientras se acercaba con pasos ligeros hacia la joven, quien observaba con atención cada gesto de la antigua figura.

La tensión en el aire era palpable, la imponente presencia de Midoriko sumiendo el entorno en un silencio reverente. Entre destellos y brillos, la vieja sacerdotisa se detuvo frente a la joven futurista, su mirada penetrante reflejando una mezcla de preocupación y urgencia por lo que estaba por revelar.

"Kagome, estás en un peligro inminente", expresó el espectro con un tono que resonaba entre lo etéreo y lo grave, sus palabras flotando en el aire como susurros cargados de significado.

La sorpresa se reflejó en los ojos de Kagome, cuya mente se llenó de dudas e inquietudes ante la enigmática advertencia de Midoriko. Aferrándose aún más a su mochila, sintió de repente el roce de delicadas y pequeñas manos en sus piernas, una sensación reconfortante que la hizo voltear hacia su lado. Allí estaba Shippo, con su expresión preocupada pero llena de determinación, como si pudiera sentir la turbulencia en el corazón de Kagome.

"¿Qué debo hacer? ¿Cómo puedo proteger a Shippo?" preguntó Kagome, sus palabras cargadas de preocupación mientras sus ojos buscaban desesperadamente una respuesta en el rostro de Midoriko.

Después de un momento de silencio y reflexión, Midoriko respondió con solemnidad: "Serás llevada a un mundo completamente ajeno a lo que conoces. Allí, un grupo poderoso te protegerá, pero debes ir sola".

La incertidumbre se mezclaba con la determinación en el rostro de Kagome. Sus pensamientos se agolpaban en su mente, sin embargo, el fuerte vínculo con Shippo no podía ser ignorado. Los ojos de Kagome se posaron sobre su hijo adoptivo, reflejando la preocupación y el cariño que albergaba por él, un sentimiento que la ataba a él más allá de cualquier circunstancia.

"¿Y Shippo?" preguntó Kagome, su voz reflejando la preocupación por su pequeño, mientras sus ojos buscaban en Midoriko una respuesta que aliviara su inquietud.

Después de un instante de consideración, Midoriko accedió con un gesto sereno y compasivo: "Shippo podrá acompañarte. Juntos, seréis llevados a un mundo donde vuestros destinos se entrelazarán con aquellos que serán tus protectores, unidos por un lazo que trasciende las fronteras de este mundo".

Kagome asintió con determinación, aunque su corazón latía con la preocupación y el peso de lo desconocido que les aguardaba. Los lazos que la unían a Shippo eran inquebrantables, y la idea de aventurarse en lo incierto sin él era impensable.

Prontamente, una nube de colores lilas y rosas con centelleantes diminutas estrellas comenzó a rodear a la joven y su pequeño, envolviéndolos en un resplandor etéreo y místico que marcaba el inicio de su travesía hacia un nuevo destino.

Sin embargo, instantes antes de su desaparición, el poderoso demonio Sesshoumaru, intrigado por las circunstancias, había percibido la agitación y el repentino cambio en el entorno. Intentó intervenir, tratando de alcanzar a Kagome y Shippo, pero la fuerza del desplazamiento era imposible de detener. Con un gesto veloz y preciso, la joven y el niño desaparecieron, dejando a Sesshoumaru con una mirada inquisitiva y la certeza de que algo trascendental había ocurrido.

[贖罪と愛] - Redención y AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora