Capitulo 5

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La alarma de mi teléfono no dejaba de sonar; el día que temía había llegado. Una sensación de ansiedad y nerviosismo se apoderaba de mí mientras me preparaba para levantarme. Se supone que Geto vendría hoy. No le había dado mi dirección, pero no dudaba de que, de alguna manera, él lo sabría.

Me encontraba en mi departamento, esperando el inminente encuentro con Geto. A pesar de la tensión en el ambiente, me obligué a ponerme de pie y enfrentar lo que sea que estuviera por venir.

Con paso vacilante, me dirigí hacia la ventana y contemplé el paisaje urbano que me rodeaba. El cielo, teñido de un gris melancólico, parecía reflejar mi propio estado de ánimo. El viento soplaba ligeramente, agitando las hojas de los árboles.

"Me pregunto a qué hora llegará", murmuré para mí mismo. Sin embargo, como si el universo mismo respondiera a mi pregunta, el timbre sonó, quebrando mi trance momentáneo. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal al imaginar quién aguardaba al otro lado de la puerta.

"Por favor... que sea Miwa", anhelé en un susurro, aunque en el fondo sabía que las probabilidades eran mínimas. A estás horas no acostumbraba a venir.

Respiré profundamente y me dirigí hacia la puerta, dispuesto a enfrentar lo inevitable. Al abrirla, me encontré... ¡espera! ¿Quiénes son? Frente a mí, no estaba Geto. En su lugar, dos chicas de mi edad ocupaban la escena.

Una joven rubia, esbelta y de estatura alta, con el cabello recogido en un rodete y flequillo recto, se destacaba. Vestía un uniforme marinero con la parte superior de tono claro y un suéter con botones abiertos, mientras que la falda era oscura. Sus piernas se cubrían con sobrecalzas claras y calzaba zapatos negros.

A su lado, una chica más baja pero igualmente delgada, con cabello negro corto que caía justo debajo de su mentón, Vestía un uniforme negro estilo marinero, acompañado de medias y zapatos oscuros. Sostenía entre sus brazos un muñeco de tela.

Las miradas de ambas chicas se encontraron con las mías, y durante un momento, el silencio llenó la habitación. Aunque desconocía quiénes eran y por qué estaban aquí, sus presencias no parecían amenazadoras.

Antes de que pudiera preguntar quiénes eran, la chica rubia habló primero. "¿Eres Ryu Sora?"

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Pov. Narrador.

Ubicación: desconocida.

En una estancia tradicional adornada con suelos de tatami, delicados shōji y un tokonoma cuidadosamente dispuesto, un aura de misterio rodeaba al hombre sentado. Este no era otro que Suguro Geto.

La suave luz de una lámpara de papel arrojaba destellos tenues, delineando la expresión serena pero intrigante en el rostro de Geto. El juego de sombras y luces danzaba sobre las líneas limpias de la arquitectura tradicional, realzando la presencia enigmática de Geto en el espacio.

Con una expresión concentrada, Geto dirigía su mirada hacia unos papeles sostenidos en su mano. Estos documentos, enmarcados con cuidado, revelaban la fotografía de un niño de cabello castaño. A un lado, destacaba el nombre que resonaba en la tranquilidad de la habitación: Ryu Sora.

Los pensamientos de Geto retrocedieron en el tiempo, llevándolo de vuelta al encuentro con aquel peculiar chico.

Era una noche tranquila cuando Geto buscaba una maldición con la habilidad de esconder su presencia en las sombras. No igualaría la fuerza de un grado especial, pero resultaría útil. Además, las insistencias de Manako sobre un excelente restaurante de comida rápida en la zona lo impulsaron a emprender la tarea.

Recorriendo la calle en silencio, Geto percibió la oscura presencia de una maldición. Intrigado, se acercó sigilosamente hasta encontrarse con la misma entidad que estaba buscando. La observó en silencio, ajeno al hecho de que, a unos pasos más adelante, la maldición perseguía a un indefenso chico.

De repente, la voz angustiada del chico interrumpió el silencio de la noche. "¡Oyeeee! ¡Ayuda, por favor!" gritó, corriendo desesperadamente hacia Geto.

Aunque dudó por un instante en socorrerlo, Geto recordó su misión y decidió actuar. "No puedo creer que me vea envuelto en esto otra vez", murmuró consigo mismo mientras, con un gesto tranquilo, materializaba una maldición para enfrentarse a la amenaza que se acercaba. El chico castaño, presa del pánico, tropezó con su maldición y se acurrucó en el suelo, quizás pensando que su fin estaba próximo.

La maldición invocada por Geto saltó ágilmente por encima del chico, lanzándose audazmente contra la otra maldición.

Al principio Geto pensó que el chico estaba ciego, pero después de ver que podía ver su maldición a la perfección lo miro de pieza a cabeza. Y se dio cuenta que El chico no era un sucio mono, lo que ya estaba en sus buenos términos. No obstante, algo peculiar llamó su atención, específicamente en sus ojos. Aunque no estaban abiertos, Geto sintió emanar pequeñas chispas de energía maldita de ellos.

"¿Ya estoy muerto?" preguntó el chico, observando hacia adelante. Al no ver nada, se dio cuenta de que la maldición de Geto luchaba encarnizadamente con la otra entidad oscura.

Intrigado por el chico, Geto intentó adoptar un tono amable. "Vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí?" A pesar de su intento de amabilidad, el niño pareció tensarse. Volvió la mirada en su dirección, mostrando signos de nerviosismo.

"¿Alguien capaz de ver a las maldiciones sin siquiera abrir los ojos? Dime... ¿tus ojos tienen algo que ver con tu técnica maldita?", Las palabras de Geto parecieron desconcertar al chico, y durante unos segundos, un silencio incómodo se apoderó del lugar. Geto esperó pacientemente, pero el chico parecía reticente a hablar o quizás aún no confiaba lo suficiente en él. Decidido a avanzar en la situación, Geto tomó al chico por el mentón y, con un tirón repentino, forzó la apertura de uno de sus párpados. Al hacerlo, las emociones se arremolinaron en Geto, quien se quedó sin palabras al presenciar lo que se revelaba ante sus ojos.

Nunca antes había presenciado algo así. Era como si estuviera contemplando un abismo infinito de energía maldita; simplemente parecía emanar ondas interminables. ¿Cómo era posible algo así? Aunque conocía a hechiceros con un poder maldito significativo, esto iba más allá.

La revelación de los ojos del chico dejó a Geto sin palabras. La energía maldita que fluía de ellos era intensa y abrumadora.

Cuando el chico se movió ligeramente en su agarre, Geto volvió de su asombro y adoptó una expresión imperturbable. Aunque por dentro estaba intrigado y cautivado por la intensidad de la energía maldita, Geto no dejó que ninguna señal de sorpresa se reflejara en su rostro.

"Interesante, muy interesante," murmuró Geto, soltando con suavidad al chico.

'Quién lo diría, vine buscando hierro y encontré oro'. reflexionó para sí mismo el pelinegro.

Geto regresó de su recuerdo cuando fue interrumpido por el sutil sonido de la puerta corrediza, revelando la entrada de un subordinado. Este se inclinó respetuosamente.

"Geto-sama, la preparación está completa para recibir a su invitado".

"¿Eh? ¿Ya están aquí?" Geto pronunció con cierta sorpresa mientras se preparaba para la llegada de Ryu Sora.

La expectación llenaba la habitación mientras Geto se dirigía hacia el lugar donde recibiría al misterioso joven. Sabía que la presencia de alguien con una energía maldita tan excepcional era un evento raro, y la curiosidad lo consumía.

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Nota de autor: lo siento por regresar a ese evento, pero sentí que narrar la perspectiva de Geto, daría más sentido de que porque se interesó en el protagonista.

Reencarnado en Jujutsu KaisenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora