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capítulo iv. la llamada al vacío
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Andrea Labonair sabía su final.
Veía una probada del mismo mientras dormía, contaba con el poder de sentir lo finito que sería su vida y observaba su reflejo danzando con sombras que querían todo lo que Andrea fue y sería. Así que, en respuesta, Andrea negó con la cabeza cada vez que la imagen se presentó ante ella. Jamás la podrían atrapar, pese a que la pequeñez de la esquina le forzaba a tomar la decisión que implicaba sumisión a un poder desconocido y arrollador.
La terquedad era su virtud y defecto, su motor. Andrea apeló contra la muerte con una fuerza desgastante que, para la milésima vez, de ver la misma familiar escena sabía que suponía una pérdida de tiempo. No le temía a lo desconocido que suponía el vacío, pues lo veía con ojos curiosos e inquietos.
¿Qué ha de pasar de rendirse a la oscuridad prometida?
La voz —esa que había tomado posesión de su mente como si fuese la dueña— estaría complacida, las situaciones posteriores constituían un misterio cuyo objetivo era descifrar. Andrea ya no tenía entre sus características predominantes la paciencia, especialmente cuando la premisa de perder se le restregó en su cara.
Cada día, Andrea luchaba para sobrevivir.
Y cada día, Andrea pensaba en rendirse.
Las temperaturas frías le entumecieron los dedos, el frío le abrazó la piel por debajo de su ropa y la congeló en su posición. No veía nada, tomó asiento en el piso y chocó con una pared detrás. Abrazó sus piernas y cuestionó. ¿Un sueño? La etiqueta de pesadilla era más descriptiva. El Otro Lado no existía para argumentar que había muerto.
Pensó en ella cuando una luz azul destello en la distancia. Azul como el océano abierto, azul como sus ojos cuando era un lobo. El azul que sus víctimas veían antes de morir gritando; un azul encandilador que se mezclaba entre una tonalidad oscura y clara.
Andrea Labonair sabía su final: como sus enemigos, ella moriría gritando.
No movió su cuerpo. No tembló.
La capacidad del habla se esfumó mientras que su raciocinio se polarizó a una necesidad por destrucción.
Imaginó el río Mississippi, se vio a si misma tocar el fondo y no salir.
Divisó el pantano, su cuerpo colgando de un musgo español, e igual que las hojas finas del árbol su cuerpo se mecía contra el viento. Sin vida, sin alma.
Apreció la negrura del profundo bosque, testigo de su nacimiento y muerte. Escuchó la daga traspasando su piel, sintió la debilidad en sus piernas, la risa victoriosa tenía dueño y la luna creciente la bañó en sangre.
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The Rival ━━ Elijah Mikaelson [3]
FanfictionEn ella habitaba el espíritu de un lobo que le pertenecía a la tierra y a la oscuridad. the queen series #4 | the originals - season 4 & 5 © voguecastle