v. Il aimait la mort

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capítulo v. él amó a la muerte

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Elijah Mikaelson no era un monstruo.

O al menos, Andrea Labonair nunca lo observó como tal, era incapaz de hacerlo cuando él la contemplaba con estrellas en sus ojos, bajo ninguna circunstancia quitando su vista de ella. Andrea se hizo tan magna como una galaxia, llena de él. Cuando Elijah sonreía, unos hoyuelos emergían y era la imagen más adorable en él, sin preocupaciones ni lasitudes pues lo más banal en él, su sonrisa, ostentaba el poderío de desaparecer el dolor conjunto a cualquiera memoria que fuese muy pesada de cargar.

Andrea descansó su cabeza en el pecho de Elijah, mientras él descansaba contra el espaldar de la cama. Con sus ojos cerrados, ella era capaz de escuchar los latidos de ambos en una sincronía rítmica pacífica. Pese a que estaban sentados, la posición distaba de inducir incomodad. Los dedos de Elijah hacían formas invisibles en la piel de los brazos de ella, sin provocarle cosquillas, los mimos eran lo suficientemente suaves para hacer que el corazón de Andrea creciera.

No existía ningún tipo de daño que pudiese llegar a Andrea mientras estaba en los brazos de Elijah.

Sumida en su mundo, Andrea dejó caer su guardia.

Y fue en ese momento cuando todos sus muertos vinieron a golpearla.

Andrea no se movió del lugar, más su cuerpo se tensó en respuesta a la brisa que besó su piel. Las manos de Elijah no estaban sobre ella, en cambio, dedos puntiagudos se aferraron a su piel con la única misión de desgarrarla y estaba segura que el líquido tibio que cayó sobre ella era la combinación de sangre ajena con la suya propia. Su débil negativa a fantasmas obligó a Elijah a reaccionar con una alerta y cuando Andrea se separó de él, Elijah intentó tomar su mano para traerla de vuelta.

Andrea repeló el toque como si quemará.

—Soy yo, Andrea. Estamos bien —fue un murmuro que hizo que Andrea abriera sus ojos. Elijah enderezó su espalda cuando el azul familiar brilló en un lacónico segundo dejando sus marrones humanos iris. Elijah estiró su mano sobre el colchón.

Andrea entreabrió su boca, lágrimas cayeron; saladas y frías, sobre sus labios.

—He hecho cosas terribles, Elijah —Andrea ladeó su cabeza en un movimiento suave, incapaz de crear un contacto visual estable con él, pues su mirada divagaba entre él y la nada.

El corazón de Elijah cayó a sus pies. Él quería abrazarla y despojar sus pensamientos, no había ninguna fibra de él que deseaba que ella se acostumbrará a los demonios a los que él ya estaba familiarizado. Andrea no merecía odiarse a sí misma como cada ser inmortal estaba maldito lo hacía.

The Rival ━━ Elijah Mikaelson [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora