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capítulo i. paciencia & esperanza
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El silencio le caló los huesos más no la hizo detenerse a pensar. Sabía que si tomaba un segundo para admirar el desgaste de los años de ese lugar volvería a un lugar al que, con esfuerzo, salió y no tenía intención en visitar una vez más. Aun así, el tiempo, ser caprichoso, junto con la memoria, ser cruel, se encargaban de dibujar imágenes de lo que parecía una vida pasada ahí.
Andrea Labonair fijo su vista en su camino: sin darse la oportunidad de mirar a los lados, era un lujo que no podía darse porque la esperanza todavía seguía ahí. Después de tanto, a pesar de tanto. Dolía cada día más cuando la realidad la golpeaba.
Pero disociar de lo que fue tampoco era una opción, aunque le era atractiva, especialmente, cuando el corazón lo llevaba en la manga y el vacío en el que se abrazaba le ofrecía una libertad ficticia.
El complejo era frío, quizás siempre lo fue. A Andrea no le pareció importante, sentidos que se volvieron más agudos le permitieron experimentar una brisa igual de gélida que la construcción, que su interior. Ese magnífico lugar arquitectónico de antaño de hogar no tenía nada, se volvió un escenario. Con la maleza crecida en las paredes y la falta de mantenimiento en general, era un recordatorio inamovible de ese día.
Cinco años pasaron y en esas paredes gruesas se describían a la perfección.
Una paz ficticia construida por destrucción, sangre seca y un bucle de recuerdos.
Y, tal vez, porque los recuerdos tenían un peso en sus hombros hizo lo que siempre se decía a si misma que no volvería a hacer: se desvió a la sala principal. Allí, los retratos del trío de hermanos seguía, más parecidos a sus musas que la primera vez que lo terminaron: rotos, doblegados, dañados.
Andrea Labonair resistió la urgencia de rozar el retrato de Elijah Mikaelson. Tuvo éxito, también, en tragarse las lágrimas.
—No puedes estar aquí —la voz femenina fue compacta, firme, con un ligero acento que Andrea no le interesaba en averiguar su procedencia.
Andrea cerró los ojos e inhaló, inflando su pecho con aire y paciencia. Giró en su propio eje con un mensaje corporal claro: no había emoción alguna por encontrarse con la dueña de la voz, más bien lo que embargó fue un cansancio prematuro.
Sofya se mantuvo erguida frente a ella. Una tediosa pequeña sonrisa ladeada y ojos chispeantes que le hacía saber que, de alguna manera, la vampiresa disfrutaba de esto. Sofya llegó a Nueva Orleans para el primer aniversario, desde ese momento, iba y venía pero mucho más permanecía. Resulta implícito más aun así necesario aclarar el hecho siguiente: Andrea toleraba muy poco la presencia de Sofya y eso era mutuo.
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The Rival ━━ Elijah Mikaelson [3]
Hayran KurguEn ella habitaba el espíritu de un lobo que le pertenecía a la tierra y a la oscuridad. the queen series #4 | the originals - season 4 & 5 © voguecastle