iii. Blood Upon the Snow

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capítulo iii. sangre en la nieve

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Elijah Mikaelson se convirtió en un nombre el cual las personas susurraban, plagado de incertidumbre pues el hombre que lo portaba era impredecible por sí mismo.

Y la existencia de Andrea Labonair fortalecería ese tren de pensamiento hasta el final. Lucien Castle, hace alguna vez, hizo la pregunta equivocada. No se resumía a un simple que quedaba para él, se transformaba en un: ¿Qué es capaz de hacer el gran Elijah Mikaelson por su familia?

Su mirada persistía en la de Andrea, en sus ojos oscuros y cómo, de alguna manera, fulguraban como estrellas. Él conocía su respuesta: sería capaz de todo. Lo que podía significar su afirmación bien podía ser considerado una amenaza más poco realmente le importaba. La seguridad de Andrea no constituía algo con lo que él jugaría, de poner su vida en riesgo para salvar la de ella, no habría vacilación.

¿Y qué es el amor sin sacrificio?

—Marcel sabe que iremos por Niklaus. Sabe, también, que no dejaremos que nuestro hermano se pudra. Es demasiado peligroso que vayas sola, Andrea.

Christopher Kenner, uno de los pilares de Andrea durante los últimos cinco años, le llamó un par de horas atrás. Fue corto y precisa, aunque lo negó, Marcel sabía que los Mikaelson realmente no habían muerto y podía ver tras su mentira. Andrea debía volver a la ciudad, sin embargo, por una reunión del consejo que tendría lugar a la mitad de la mañana. Elijah, por su parte, quería hacerle entender; la tenía devuelta, no quería perderla otra vez.

Andrea lo contempló, el atisbo de una sonrisa iluminó su rostro.

Estaban en una casa que Hayley consiguió alquilar en Houston, Texas. La habitación que escogieron para pasar la noche era cómoda más no suya y tal vez eso le proporcionó cierta calma a Andrea, Elijah veló su sueño. La sensación de libertad y confianza se instaló en él. Andrea durmió plácida a lo mucho cuatro horas. El cielo afuera seguía oscuro, debía partir pronto pues un tiempo estimado de retorno a Nueva Orleans sería cinco horas. Estaba siendo difícil luchar contra las ganas de quedarse.

No porque comprendía las preocupaciones de Elijah. Más bien, por la imagen que él le brindaba, crecía cálida en ella. Vestía algo más sencillo que los usuales trajes costosos, la tenue luz de la habitación, y pese a la oscuridad de una mañana tempranera que los envolvía, él era la forma del arte. Observarlo desde la cama parecía ser exiguo, de tener alguna habilidad en el arte, Andrea lo tomaría para preservarlo en la perennidad.

La loba alzó sus manos en la dirección del vampiro. Elijah no vaciló en tomarlas entre las suyas y, como le era usual, besó el dorso de cada una. Una de sus rodillas tocó el suelo, imitando la posición de una proposición. Un símbolo de la eternidad y poder mismo, pues solo era Andrea Labonair quien tenía el poder de ponerlo de rodillas y él no odiaba la idea de ello.

The Rival ━━ Elijah Mikaelson [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora