Capítulo 9

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Dos días habían pasado desde el baile de compromiso, y la pareja real aún no arreglaba sus problemas. Alexei había intentado disculparse varias veces, pero Emma no había querido escucharlo, estaba cansada de tener que oír las excusas que este exponía para no decir la verdad, que había actuado de aquella forma por su ego herido. Por otro lado, Alexei, no entendía la razón de su comportamiento, había sido verla en los brazos de Lord White para explotar en ira, y cuando había vuelto en sí, ya había cometido la estupidez.

—Mañana es posible que recibamos visita —informó el rey mientras estaban todos reunidos en la mesa para el almuerzo.

—¿Quiénes vendrá, padre? —interrogó Alexei con curiosidad y aunque Emma no dijo nada, también tenía cierto interés en saber, era la primera vez que recibirían visita desde su llegada a palacio.

—Ayer en la noche recibí una carta del Rey de España informando sobre su visita junto a su familia, y según la fecha, han de llegar mañana o pasado mañana —explicó el monarca.

Alexei se sintió fastidiado al saber quienes serían los visitantes. La hija menor del rey de aquel país siempre había estado obsesionada con él y le gustaba andar junto a él en cada oportunidad, lo que suponía una nueva preocupación a su ya extensa lista de problemas.

Una vez terminó el almuerzo, Emma se dirigió a su clase de francés, pero fue intersectada por la señora Nicols, quien le informó que la clase había sido suspendida, pues el rey deseaba que la señorita Kinstong se encargara de todo para la recepción de los invitados.

—Es muy poco tiempo para preparar una recepción —comentó la dama algo asustada, era la primera vez que prepararía una celebración sin tener ayuda de su madre y para añadir presión, se trataría de una recepción real.

—Usted será en breve la princesa de esta nación y en un futuro la reina, por lo que deberá organizar cenas, recibimientos, meriendas y bailes, en mucho menos tiempo, debe acostumbrarse —respondió la señora Nicols dándole un golpe de realidad a Emma.

Ella era la prometida del príncipe, casi la princesa, así que debía hacer múltiples labores y dejar sus miedos atrás. Acto seguido, le pidió al ama de llaves que reuniera a los criados en el salón principal, donde daría las instrucciones para recibir a los invitados, y esta asintió con la cabeza mientras mostraba una sonrisa de satisfacción.

En el salón, Emma comenzó a dar órdenes de manera serena y amigable, pero sin dejar de comportarse como toda una princesa, lo que agradó a todos, principalmente a la señora Nicols, quien comenzaba a ver un cambio en aquella chica callada que había llegado al palacio. Emma deseaba hacer una pequeña merienda para los invitados, así que fue dando las órdenes de que platillos ofrecerían, quien serviría a cada invitado, como sería organizado el jardín entre otras cosas y se sorprendió a sí misma al crear todo aquello de la nada. Al terminar de dar las órdenes, fue hacia la biblioteca, donde buscó un libro para aprender un poco de español, era un idioma que aún su institutriz no le había enseñado. Fue leyendo este mientras daba un paseo por los jardines, uno de sus lugares favoritos, y de vez en cuando practicaba alguna palabra en voz alta.

Después de un rato se sentó a descansar en un banco cobijado por la sombra de un árbol y pensó en su hermana con melancolía. Le había enviado una carta pidiendo disculpas por su actitud el día del baile, pero no había respuestas por parte de su querida Giselle y eso le rompía el corazón.

Entrada la tarde, decidió ir a su habitación para cambiar sus ropas y al entrar en sus aposentos sintió un dulce aroma proveniente del balcón y encontró el mismo lleno de tulipanes de distintos colores plantados en macetas y en uno de las flores encontró una nota del príncipe pidiendo perdón por su actitud. Emma sonrió ante ese gesto y al darse la vuelta se encontró con Alexei.

Ese no es mi zapato [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora