El camino que seguiré

Capítulo 5: Un momento nos define

Lincoln caminó a paso lento por la habitación, temeroso de como abordar el tema, era tan claro como triste para él saber que son importar lo que dijese tal vez sería de las cosas más tontas o inútiles que se podían decir en situaciones como está, era prácticamente un niño a punto de dar un discurso sobre un tema que lo había estado atormentando por años, consumiendo lo desde dentro y poco a poco evitando que pudiera llevar una vida plena o feliz en algún sentido, la amargura, el odio, la frustración, decepción, desesperación y auto desprecio eran algunos de los demonios que le habían estado invadiendo desde hace mucho tiempo.

Con suavidad, se sentó en la punta de la cama, sabía que intentar un acercamiento mayor sería contraproducente, explotando le en la cara y probablemente llamando la atención de todas sus hermanas. Por el pequeño sobre salto bajo las sábanas tenía claro que ella no solo ya sabía de su presencia, sino que igualmente sabía de quién se trataba, solo aguardo unos segundos para saber sí ella quería o tenía algo que decir. Sí era honesto consigo mismo eso lo relajaría un poco además, delataría su estado actual lo que le ayudaría a saber cómo debía dirigirse a ella. Aún así, apretó tembloroso sus manos en las rodillas, frotando las con impaciencia de que fuese ella quien rompiera esté incómodo silencio.

Cabizbajo, Lincoln se debatía sí su línea de pensamiento era la adecuada, sabía que aún sí pronto cumpliera doce no era tan grande o maduro como le gustaría, era algo que le habían dicho toda su vida después de todo y, dentro de su inocencia, no cabía la posibilidad de que alguien adulto o maduro tratase de acabar con su propia vida por algo como un amor prohibido.

Lana: ¡Dirás algo o no!

Exigió saber ya casi furiosa a la vez que temerosa por el perpetuo silencio el cual ya no podía soportar, la casi imperceptible, pero audible ruptura en sus palabras le remarcó el profundo pesar que cargaba en su corazón, así como la notable decepción y sobre todo molestia que sentía actualmente. Sentimientos con los que él podía empatizar y sobre todo, conocía bastante bien.

Lincoln: ... La...

No acabó cuando rápidamente la pequeña de improvisto pegó un salto destapando sé por completo y quedó viéndole sentada de brazos cruzados. Haciendo que perdiera las palabras que iba a pronunciar así como el poco valor que había logrado conseguir al ver su mirada afligida y herida por dentro.

Lana: ¡¿Qué?! Me dirás qué soy muy pequeña, ¿Verdad?, ¿Qué no sé que es el amor o lo que es amar a alguien con todo mí corazón?, claro, solo soy una niña burra que le gusta ensuciarse en el lodo, no distingo entre el bien y el mal ni como llega el dinero o las cosas a casa, no es cómo qué yo repare algo de aquí, o vea esos tontos programas de cita que les gustan tanto [acusó y remarcó al final con un toque de sarcasmo en su voz mientras rodaba los ojos disgustada] si solo dirás eso, ¡Lárgate de mi habitación! ¡Tonto! [exigió dando otro pequeño salto con el cual volvió a cubrirse con sus sábanas]

Ante esto el joven peli blanco tragó saliva, tan sorprendido como angustiado por la reacción y palabras de su hermana, ahora solo se hallaba perdido, tan perdido como se sintió antes, sabiendo que le había fallado a Lana, le había fallado a Lucy, no podía arreglar esto, su mirada baja se entre cerró sintiéndose asqueado de sí mismo, de quién era, le enfermaba lo que sentía por su hermana menor, pero a su vez, le encantaba, era lo más maravilloso que jamás hubiera sentido, una calidez, una comprensión, un cariño que era tan diferente y a la vez similar al que sentía por el resto de la familia, era mucho más fuerte y le provocaba soñar, añorar una vida a su lado, junto a ella, aún sí tener hijos era peligroso sabía que podrían adoptar, sabía que en una ciudad, estado o incluso, en un país diferente no serían vistos con asco, desdén o repudio de ningún tipo, porque nadie les conocería, tan solo serían una pareja más entre las millones que ya había. Pero las palabras de Lana le dieron un muy fuerte golpe de realidad, uno tan grande como el que sintió aquella noche.