II

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La habitación, envuelta en la penumbra del humo persistente, se convirtió en el escenario de una disputa creciente. Jace, con los ojos ardientes de furia, gruñó: "Este no es tu lugar. ¿No puedes entender eso?" Sophie, sintiendo el peso de la confrontación, respondió con un dejo de frustración: "Solo necesitaba agua, Jace. No intento invadir tu mundo."

Jace, sin embargo, no estaba dispuesto a aceptar explicaciones. "No necesito tus excusas. Solo agrandas el problema", respondió, sus palabras cortantes como cuchillas en la oscuridad. La habitación, iluminada solo por la incierta luz de la lámpara tambaleante, se convirtió en el escenario de una confrontación donde las sombras oscurecían tanto la realidad como las intenciones.

Sophie, sintiéndose acorralada, contraatacó con un atisbo de enojo: "¿Y tú? ¿Cómo te atreves a juzgarme cuando tienes tus propios problemas?" Jace, su semblante rígido de ira, respondió con sarcasmo: "Mis problemas son asuntos míos. No necesito a alguien como tú aquí". Cada palabra pronunciada era como una chispa en el aire enrarecido, avivando las llamas de una discusión que amenazaba con consumirlos.

La respuesta de Jace fue una risa cínica: "Agua, ¿eh? Como si eso fuera la única razón por la que estás aquí. ¿Qué estás tratando de ocultar?" Sophie, herida por la insinuación, contraatacó: "No tengo nada que ocultar. ¿Y tú? ¿Qué es lo que escondes detrás de esa fachada de superioridad?"

Jace, sin titubear, lanzó una mirada desafiante: "No te incumbe. No eres más que un estorbo aquí. ¿Por qué no te largas?" Sophie, sintiendo la hostilidad en cada palabra, replicó con determinación: "No te permitiré despreciarme. Tampoco me quedaré en un lugar donde no soy bienvenida."

La habitación, saturada de tensión, se convirtió en un campo de batalla verbal donde las palabras se convertían en dagas afiladas. Las acusaciones se entrelazaron con la neblina de la droga, creando una atmósfera cargada de desconfianza y animosidad. En medio de la confrontación, la distancia entre Sophie y Jace se ampliaba, y cualquier posibilidad de reconciliación se perdía en la oscuridad de sus propias luchas internas.

Sophie, envuelta en una mezcla de humo y hostilidad, se retiró de la habitación de Jace con pasos decididos. Cerró la puerta tras de sí, dejando atrás la atmósfera enrarecida que parecía presionarla. En el pasillo, el silencio de la madrugada parecía intensificar el eco de la reciente confrontación.

Mientras se alejaba, los pensamientos de desprecio hacia Jace resonaban en su mente. La imagen de su rostro contorsionado por la ira y sus palabras hirientes persistían como espinas clavadas en su memoria. Sophie, envuelta en una mezcla de decepción y enojo, se juró a sí misma no permitir que la toxicidad de Jace la contaminara.

El corredor, iluminado tenue y con sombras danzantes, se convirtió en un pasillo de introspección para Sophie. La frialdad de la madrugada parecía reflejar su propia resolución de distanciarse de aquel entorno tóxico. Mientras avanzaba hacia la salida del departamento, cada paso marcaba su decisión de liberarse de las ataduras de un lugar donde no era bienvenida.

Los pensamientos de desprecio se mezclaron con la certeza de que no deseaba quedarse en un espacio donde la hostilidad reinaba. A medida que se alejaba, la silueta de Jace quedaba atrás, pero sus palabras cortantes resonaban en el pasillo como un eco persistente. Sophie, decidida a dejar atrás esa confrontación, buscaba una salida tanto del departamento como de la sombra de desprecio que Jace había arrojado sobre ella.

Sophie, mientras caminaba por el pasillo iluminado por la tenue luz, se encontró inmersa en un mar de pensamientos turbios. Intentó desesperadamente recordar los detalles de la noche anterior, pero las imágenes se le escapaban como sombras esquivas. Las piezas de la memoria parecían dispersarse, difuminándose en la neblina de la confusión.

DISTINGUIDOS// GOODLADYYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora