El fin de semana vino y se fue, al igual que su relación inexistente con Mathias Ramírez. Después de una cena bastante incómoda y promesas poco entusiastas sobre textearse, estaba claro que los dos no coincidían.
Samantha lo encontraba ... aburrido. Era increíblemente agradable, pero le faltaba cierto encanto.
Mientras el aire de la mañana del lunes la abrazaba, Samantha acercó su libro de texto a sí misma cuando el autobús llegó.
Una vez más, al llegar al único asiento libre, la rubia casi maldijo en voz alta cuando le volvieron a robar el asiento.
Levantó la mirada para encontrarse con los ojos de un conocido roba asientos. "Pendejo", casi gruñe.
Félix se rió, "Demasiado lenta, Samy." Se reclinó cómodamente, levantando las cejas en desafío.
"Lo juro por Dios, te mataré", dijo Samantha, golpeándose la pierna con bastante dureza. Pero no estaba tan enojada como la semana pasada. De hecho, tuvo que evitar sonreír cuando lo vio.
El pelinegro levantó las manos en señal de rendición, "Relájate, relájate". Y volteando a mirar una niña que se encontraba sentada a su lado, se inclinó y le susurró algo. Samantha se preguntó qué estaba diciendo, pero antes de que pudiera preguntar, la niña pequeña se fue corriendo llorando hacia la parte trasera del autobús donde estaba su mamá.
Félix tocó con aire de suficiencia el asiento ahora vacío junto a él, "Oh, oye Samy, no te vi allí. Te guarde un asiento".
Samantha lo miró boquiabierta, lista para gritarle por cualquier broma que acabara de hacer, pero sus piernas doloridas eran una prioridad, ¿y a quién le importaban los niños? Sin importarle de la forma poco ética de conseguirlo, Samantha tomó asiento lentamente. "¿Qué le dijiste a esa niña?"
Félix se encogió de hombros a su lado, "Que la última persona que se sentó allí tuvo piojos y murió".
Samantha resopló, "Que creativo". Se reclinó contra el asiento y apoyó la cabeza cansada en la barandilla a su lado.
"Gracias", sonrió. "Entonces ... ¿cómo van las cosas con Ramírez?" preguntó casualmente, jugando con las mangas de su chaqueta.
"No se", dijo Samantha. Se encogió de hombros, "Supongo que no somos compatibles".
Por el rabillo del ojo, vio a Félix sentarse más derecho mientras inclinaba su cuerpo hacia ella. "Qué mal", sonrió. "Así que está fuera del camino ahora, Samantha, ¿Saldrias a almorzar conmigo mañana?"
Samantha casi se ahoga con su propia saliva.
Era tan atrevido, tan impredecible, que Samantha no estaba segura de si sentirse halagada o disgustada. Pero su corazón latía con fuerza.
"¿Almorzar?" repitió como una idiota.
"Sí, ya sabes, la cosa donde la gente come alrededor del mediodía -"
"Sé lo que es un almuerzo", espetó. Cruzando los brazos, se dio la vuelta. Por lo general, ella no era así, desordenada y poco cooperativa. La rubia lo culpó a él: su rostro estúpido, su sonrisa molesta, sus modales inexistentes.
"Bueno, entonces almuerza conmigo," respondió, imitando su tono áspero.
"¡Bien!" las palabras salieron de su boca.
"¿Bien?"
"¡Que sí!" Samantha resopló, evitando su mirada.
Se quedó en silencio durante unos segundos antes de echarse a reír. "Eres tan rara".
Samantha rodó los ojos, pero sintió la sonrisa arrastrándose en su rostro. Hizo que su corazón se acelerara, la hizo incapaz de pensar con claridad.
Pero se negó a dejar que él volviera a tener la última palabra.
"El almuerzo sería la oportunidad perfecta para asesinarte".

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Autobús || Riverduccion
FanfictionRiverduccion || Cuándo Samantha Rivera conoce al encantador José Francisco Félix, quien roba algo más que su asiento del autobús. Está historia es una adaptación, la historia original le pertenece a @ninjalou, en caso de que la autora quiera bajarla...