Capítulo 15

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BARAK

Los tres necesitaron un par de minutos para recuperarse de la impresión de haber visto un cadáver tendido sobre las finas sábanas. El extraño aroma que había detectado cuando entraron a la habitación finalmente tenía sentido. Barak se obligó a si mismo a mirar el esqueleto frente a él, ya que sabía que era la mejor forma de superar la alteración que le producía.

Su primera impresión del esqueleto era que le pertenecía a un varón adulto. Llevaba puesta una bata de satén roja, por lo que las únicas partes visibles del cuerpo eran las manos huesudas, un pequeño fragmento del pecho, el cuello y el cráneo con las cuencas vacías. Barak también se percató de que el hombre llevaba una cadena de hierro con un dije en forma de "I" colgando del pecho y un brazalete de bronce que quedaba excesivamente grande en aquella huesuda mano.

A Barak no le parecía apresurado deducir que aquel olvidado esqueleto debía pertenecerle al propietario de la Torre de los Felinos, tomando en cuenta el hecho de que se encontraban en la torre más alta y en la habitación más lujosa de toda la fortaleza, sugerir lo contrario podría resultar ingenuo.

Zale fue el primero en volver a hablar.

—No parece que lo hayan asesinado —dijo él, acercándose a la cama para examinar mejor el cadáver—. Las manos están cruzadas sobre su estómago y no veo alguna señal de un arma. Tal vez murió mientras dormía y nadie se molestó en enterrar su cadáver.

—El era el dueño de este enorme lugar —dijo Aelia, demostrando que había llegado a la misma conclusión que Barak—. Seguramente debió poseer en vida una fortuna del tamaño de Vintos. No es posible que la gente simplemente se haya olvidado de él.

Aunque Zale y Aelia parecían haberse recuperado más rápido de la impresión que les causó descubrir el esqueleto en la cama, Barak no pudo seguir mirándolo directamente. Contemplarlo le producía un desagradable escalofrío que le recorría todo el cuerpo, sumándole una agobiante sensación en el pecho.

Intentando disimular su inquietud, Barak dio media vuelta y comenzó a hurgar en todos los cajones de la habitación, esperando encontrar algo de utilidad mientras sus compañeros seguían discutiendo sobre el esqueleto a sus espaldas.

Después de revisar cuatro cajones del escritorio, Barak descubrió un cuaderno que tenía una cubierta llamativa. Cerró el cajón y colocó el cuaderno encima del escritorio lleno de polvo y telarañas. Examinó el contenido de las primeras páginas y rápidamente identificó que se trataba de un diario. La primera página tenía el nombre de "Leofric Ironheart" escrito en letras muy grandes.

El dueño del diario había escrito mucho, y la mayoría de las anotaciones habían sido registradas en el año 1844 (once años de diferencia con la actualidad), pero Barak supuso que sería más eficiente ir directamente a las últimas páginas del diario. Al poco rato de haber comenzado a leer, Barak se decepcionó al descubrir que la mayoría de las anotaciones consistían en confusas reflexiones de Leofric sobre su vida, bitácoras llenas de detalles y dibujos sobre plantas que había descubierto en las cercanías de la fortaleza, y unos cuantos poemas que alababan las cualidades de los animales felinos. Sin embargo, hubo un fragmento del diario que captó la completa atención de Barak.

—Creo que esto podría servirnos —anunció Barak.

Zale y Aelia se acercaron al escritorio y escucharon atentamente mientras Barak leía el contenido de las páginas.

Hoy un par de estúpidos adolescentes que seguramente viven en aquel pueblo cercano de Zunn intentaron infiltrarse a la fortaleza. Desde la parte más alta de mi torre, vi como usaban unas cuerdas para escalar el muro. Claro que se arrepintieron y regresaron despavoridos cuando descubrieron lo que rondaba en los jardines de la fortaleza. Supongo que no eran tan estúpidos después de todo.

El Escuadrón EstrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora