Los siete de Nublar

834 38 29
                                    

Los campistas veían con horror el cuerpo de la T-rex en el suelo. Al menos veían que seguía respirando, pero también veían el sufrimiento que tenía. ¿Cómo era posible eso? Los dinosaurios que no estaban controlados sintieron el mismo terror, y salieron corriendo. Su líder había caído.

—¡Tenemos que ayudarla! —gritó Darius.

Brooklyn lo sostuvo de los hombro, deteniendo su acto sin sentido.

—No podemos hacer nada —Brooklyn lo tomó de la mano, y todos huyeron junto con los dinosaurios.

Los campistas corrieron y subieron a un árbol. No pasó mucho para que el señor Kon y los controladores de dinosaurios pasaran por debajo de ellos, siguiendo de largo.

—Si está dispuesto a matar a comelona grande... ¿Qué nos hará a nosotros para que le demos la contraseña? —dudó Yasmina, tomando con fuerza la mano de su novia.

—Genial —se quejó Ben—. O nos quedamos a enfrentar una muerte segura...

—O nos vamos de la isla —sugirió la de cabellos rosas.

—Brooklyn tiene razón —apoyó Darius—. Tenemos que llegar al barco.

—¿De verdad? —dudó Sammy— Después de todo lo que vivimos... ¿Vamos a tirar la toalla y dejar que los dinosaurios se defiendan solos?

Todos voltearon a Darius, esperando una respuesta.

Decidieron mejor caminar, llegar al bote y esperar que si plan saliera bien, pero en el camino, el cielo se nubló, y de las grises nubes comenzó a caer nieve tan compacta, que faltaba poco para que fuera granizo.

Corrieron en busca de un refugio, pero el spinosauru se interpuso, y al querer volver por su camino, se encontraron a Toro.

—¡Corran! —gritó Darius— ¡Nos vemos en el barco.

Darcy, Kenji, Brooklyn y Darius corrieron hasta bajad a los túneles de la isla. Corrieron por los pasillos alumbrados por luz roja hasta que se encontraron con algo que no debía estar ahí: un Pterodáctilo.

Corrieron en dirección opuesta, pero el dino volador los alcanzó, tomando a Brooklyn de los hombros. Kenji la sostuvo de los pies, pero no hizo el peso suficiente y el dinosaurio los siguió jalando.

En una parte baja, Darcy aprovechó para impulsarse con unas cajas y saltar hasta llegar a Brooklyn, haciendo que el dinosaurio callera y la soltara.

Su paz no duró mucho, pues el Pterodáctilo volvió por ellos.

—¡Sigan! —dijo Brooklyn, corriendo por otro camino— Nos vemos en el barco.

~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•

Los tres salieron por un bioma, corriendo tan rápido como podían.

—¿Creen que Brooklyn esté bien? —preguntó Darius.

—Tiene todo controlado —respondió Darcy.

—La esclusa está más adelante —informó Kenji.

Cuando llegaron y la esclusa se abrió, Darcy y Kenji notaron que algo faltaba.

—¿Darius? —dudó Kenji.

El mencionado estaba siendo perseguido por el Espinosaurios, quien lo había llevado hasta el señor Kon.

Darcy y Kenji corrieron siguiendo las huellas que habían alcanzado a ver del gran dinosaurio, llegando justo cuando el dinosaurio estaba por atacar a Darius.

—¡Déjalo! —Kenji se interpuso entre el dinosaurio y su amigo, haciendo que el dinosaurio retrocediera por órdenes del señor Kon.

—Darius —Darcy intentó acercarse al moreno, pero el gruñido del dinosaurio hacia ella se lo impidió.

Campamento CretácicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora