🚂CAPÍTULO 1🚂

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El día primero del noveno mes del año era una fecha señalada en el calendario de todo joven bruja o mago

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El día primero del noveno mes del año era una fecha señalada en el calendario de todo joven bruja o mago. Con la mayor de las alegrías y acompañados de sus familiares, cargaban con enormes baúles de equipaje en dirección al andén 9 y ¾, situado en la célebre estación de Kings Cross, donde el Expreso de Hogwarts les esperaba para un largo viaje hasta la estación de Hogsmeade.

Entre el gentío alborotador del andén destacaba un gato siamés que presidía la marcha apresurada de los Amery, sorteando personas y pegando brincos por encima de baúles y jaulas de búhos pertenecientes a otros estudiantes. Gwyneth, la pequeña de los Amery, con la cabeza en alto y un ligero aire de prepotencia, intentaba no perder de vista a su gato mientras, a su vez, se alejaba del resto de miembros de su familia.

Su hermana mayor, Connie, formaba parte del elenco de profesores impartiendo la asignatura de Runas Antiguas, y Gwyneth detestaba que las relacionasen. Connie era una de las brujas más alucinantes que jamás había conocido, con un Extraordinario en los doce T.I.M.O. y con una inteligencia digna de su casa, Ravenclaw; sin embargo, la mayoría de los exámenes de Gwyneth podrían considerarse un desastre. Una vergüenza para una estudiante de la casa Ravenclaw y para todo lo que su hermana mayor representaba y había conseguido.

Gwyneth se esforzaba muchísimo, más que nadie, por destacar. Su ambición no conocía límites, pero lo que sí tenía límites era su magia.

—Gwyneth, querida, acuérdate de comprarle comida a Scratchy cuando se le acabe. Le vas a matar de hambre algún día —dijo su madre, muggle, alcanzándole el paso.

—No lo mato de hambre, le estoy enseñando a ser independiente y a buscar su propia comida —contestó ella subiendo los primeros escalones del tren.

—Es tu animal, por lo tanto es tu responsabilidad alimentarlo. ¡El año pasado casi se come a la rata de uno de tus compañeros! —intervino su padre colocándose las gafas, que habían resbalado por su grasienta nariz.

—Es comprensible que Scratchy lo prefiera antes que ese horrible pienso insípido que le obligáis a comer. —Gwyneth se encogió de hombros, indiferente.

—Gwen, para —le advirtió su hermana con una mano sobre su hombro. Gwyneth recibió el gesto con desprecio y se sacudió para deshacerse del contacto.

—Es tarde, debo buscar un compartimento libre.

—¿No vas a despedirte de tus padres? —dijo su madre al borde del llanto.

—Ya lo estoy haciendo. Adiós, nos vemos en Navidad.

Sin ningún ápice de empatía ni remordimiento, se dio la vuelta y dejó a sus padres y hermana mayor sumidos en una enorme confusión. Connie había notado el cambio de actitud en su hermana desde el año anterior, la había visto encerrarse en su cuarto durante todas las vacaciones escolares, acudiendo a la biblioteca mágica y cargando con pilas de libros antiguos que estudiaba y releía cada noche. Estaba segura de que algo le sucedía, pero Connie tenía sus propios problemas y cuestiones que resolver. Aun así, no podía evitar preocuparse por el estado anímico de su hermana pequeña y se había prometido a sí misma indagar en el asunto durante el transcurso del año.

Secretos de Hogwarts. La profecía de MothflutterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora