🧙🏻‍♂️CAPÍTULO 8🧙🏻‍♂️

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Corrió velozmente, pero no lo suficiente como para conseguir cruzar al otro lado antes de que la escalera cambiase de trayectoria

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Corrió velozmente, pero no lo suficiente como para conseguir cruzar al otro lado antes de que la escalera cambiase de trayectoria.

—¡No! —se lamentó Ivy en cuanto sintió el suelo moverse bajo ella y la estructura vertical a través de la que pretendía bajar al segundo piso se desplazaba hacia la derecha—. Yo quería ir al otro lado...

Ivy adoraba Hogwarts y los constantes misterios que escondía, aunque luego el castillo se ponía a hacer cosas raras como cambiar de lugar las escaleras y sus destinos haciéndole llegar tarde a todas partes y entonces deseaba que fuera un edificio igual de aburrido que el de la sede del Ministerio de Hacienda Británico.

—¡Lo que nos faltaba! —exclamó una voz lastimera tras ella.

—Snape nos va a matar —corroboró otra.

La joven bruja se giró para ver a un par de chiquillos de cuarto curso suspirando apesadumbrados por haber compartido la misma desgracia que ella. Uno era castaño, llevaba el uniforme arremangado y la corbata mal anudada. El otro era pelirrojo, parecía que no se había cortado el pelo en siglos y ponía cara de pena. Ambos la miraron algo tímidos e Ivy reconoció el cabello rojizo del más alto como parte de la familia Weasley.

—¿Tú eres hermano de Fred y George, verdad? —preguntó.

—Sí. —Asintió con la cabeza—. Soy Ron.

No dijo nada más y entonces las escaleras se detuvieron frente a una de las salidas. No quedó más remedio que terminar de descender antes de que la magia de la escuela decidiera volver a confundirlos.

—¿Eres amigo de Rosalie? —volvió a preguntar Ivy—. ¡Es que yo la conozco! Bueno, a ella y a tus hermanos, soy...

—Ivy Iver —cortó Ron esbozando una leve sonrisa—. Sí, te he visto otras veces. —Señaló a su compañero con la cabeza—. Este es Seamus Finnigan.

Seamus expandió sus labios en una inmensa sonrisa que hizo reír a Ivy. Caminó junto a ellos un rato. Avanzaban los tres a paso acelerado y parecía que tenían un destino similar, pues el grupo recorría los mismos pasillos que llevaban hasta el patio. Finnigan no era tímido, eso lo descubrió Ivy desde el primer momento en que Ron lo presentó: no dejaba de hablar como una cotorra. Todo lo que salía por esa boquita traviesa tenía que ver con la odiosa injusticia de que Harry Potter hubiera sido seleccionado para el Torneo de los Tres Magos a pesar de ser menor de diecisiete años. La rubia había visto con sus propios ojos cómo el Cáliz de Fuego seleccionaba cuatro campeones, uno de ellos su amigo Cedric Diggory. Todo el mundo se había llevado una tremenda sorpresa al ver que las llamas expulsaban un papelito extra con el nombre de Harry Potter y se había montado una especie de campaña antitramposo liderada por su propia casa. Ivy no se sentía muy orgullosa de los Hufflepuff últimamente...

—¡Es que tendría que haberlo compartido con nosotros! —se quejó Ron—. Soy su mejor amigo...

—Bueno, a veces los amigos hacen cosas que no entendemos sin mala intención —dijo Ivy pensando en Gwen y en cómo desde que había iniciado el curso estaba insoportablemente misteriosa y escurridiza—, pero encontrarás la manera de hablar con él y entender sus motivos. Te he visto por la escuela los últimos tres años y siempre ibas con Harry a todas partes, no dejaréis de ser amigos por esto...

Secretos de Hogwarts. La profecía de MothflutterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora