Borderlands: El pacificador

8 Siete palmeras bajo tierra

8 Siete palmeras bajo tierra

Los cazadores de bóvedas luego partieron hacia Skag Gully, según les dijeron, la entrada al lugar estaba al este de Arid Badlands. Al llegar allí se encuentran con un paisaje desolado y rocoso, donde el único sonido es el rugido de los skags. Luego, Brick usa la ametralladora adjunta del corredor para despejar el sitio, disparando ráfagas de balas que desgarran la carne y los huesos de los monstruos.

Con el sitio asegurado, Brick sale del corredor con un salto y se dirige al detonador que Baha había colocado en el pasado. Una sonrisa salvaje apareció en el rostro de Brick mientras volaba la entrada, provocando que varias rocas volaran por el aire como fuegos artificiales. Una piedra relativamente grande vuela hacia Brick, pero él simplemente la golpea, destruyendo la piedra en fragmentos más pequeños que caen al suelo.

Al ver a Brick en acción por primera vez, Kid se quedó boquiabierto. No podía creer que fuera humanamente posible, de carne y hueso después de todo. Afortunadamente, Lilith estaba ahí para callarlo, dándole una palmadita en la barbilla.

["* ¡Whoo! ¡Escuché esa explosión hasta aquí! * ¡Bam! ¡Es hora de darle a Nine-Toes un pedazo de eso! Estoy actualizando tu sistema ECHO con su ubicación. Ven a verme una vez que coloques sus pedazos. ¡el molinillo!"] Baha se comunica a través de Echo, él se ríe constantemente mientras habla, dejando en claro que está muy feliz de finalmente vengarse.

Con el camino abierto, los cazadores de bóvedas siguen su camino. Skag Gully era un lugar lleno de nidos de skag, donde las criaturas salían de sus madrigueras para cazar o defender su territorio. Los buscadores de bóvedas no pierden tiempo en limpiar el lugar, sino que se dirigen directamente al lugar marcado en sus brújulas, evitando el combate con las hordas de skags en el proceso. Sabían que tenían un objetivo más grande y peligroso por delante.

Kid se detiene sólo para recuperar de su tumba el arma de la difunta esposa de TK y prueba la vieja arma para ver si todavía puede disparar alguna bala. Y, afortunadamente, podría hacerlo. El arma era vieja y oxidada, pero todavía tenía buena potencia de fuego. Kid sintió una punzada de tristeza al pensar en la historia detrás de esa arma, pero pronto la guardó en su mochila para tener fácil acceso. Los cazadores de bóvedas no se detienen en ningún lado y tras unos minutos de conducir a los corredores a gran velocidad, el grupo de mercenarios encuentra la entrada a la base Nine-Toes.

La entrada era estrecha, por lo que no podían entrar con los corredores. Aunque la bestia a reacción de Kid podría entrar, sería inútil ya que la bicicleta no tenía armamento. Además, no querían llamar demasiado la atención. Todos se propusieron asegurarse de que todo estuviera en orden. Se cargaron armas, se activaron escudos y el equipo estaba funcionando. Cualquier imprevisto podría costarles la vida a ellos o a sus acompañantes.

['Estás a punto de enfrentar tu primer desafío real. Espero que te hayas endurecido lo suficiente.'] Guardian Angel luego habla con Lilith, la única del grupo que John creía que tenía el potencial de llegar viva a la Bóveda.

Lilith solo da una sonrisa divertida, sin importarle los comentarios de Guardian Angel.

"¿Todos listos? No tenemos sus números exactos, pero no saben que estamos atacando, así que depende de ti Lilith, matar a tantos como puedas sin que te den cuenta" Roland analiza la situación de la mejor manera. para llegar a Nine-Toes de forma segura.

Lilith asiente, toma una daga de su ECHO, lista para un acercamiento más silencioso y letal. Con los tatuajes brillando, Lilith desaparece de la vista de todos.

Entrando a lo que parecía la entrada a una cueva, Lilith escanea todo el lugar, ve que hay dos enanos psicópatas con un grupo de skags custodiando la puerta, él sigue avanzando al ver que sería imposible matar al grupo de enanos y skags por lo cerca que estaban. Avanzando más cabezas de Lilith para llegar a un lugar amplio, los bandidos habían construido su base suspendida sobre un gran agujero, y las piezas de hierro utilizadas como puentes improvisados ​​se balanceaban y gemían por el óxido.