El tiempo que (No) pase contigo.

CAPITULO 1

CAPITULO 1

IZUKU

El sonido de la alarma de mi despertador me hace despertar de mal humor.

Por mi fuera aventaría al aparato infernal fuera de la habitación y seguiría durmiendo pero los ronquidos a mi lado me recuerdan el porqué es que la puse a las 5: 10 de la mañana. Me restriego las palmas de las manos en el rostro y suelto un suspiro lleno de cansancio.

-Apaga eso por favor –la voz rasposa del hombre a mi lado a medio dormir me hace suspirar otra vez.

-Eres tú la razón por la que la pongo –le respondo retirando las mantas.

-No te levantes, sigamos en la cama –paso su brazo por sobre mi estomago, su piel fría sobre la mía tibia me hacen cosquillas y suelto una risita. -¿Acaso me estas provocando Izuku? –él me gala por la cintura y me pega a su cuerpo, sus ojos son brillantes y su sonrisa me roba la respiración.

Trato de resistirme pero su fuera y mi bobo corazón que late como un loco me hace perder toda razón, nuestros labios se unen en un beso, sus manos acarician mi espalda. Mis manos se enredan en su cabello, paso mi pierna sobre su torso y siento como las cosas van subiendo de nivel, entonces el sonido de la alarma vuelve a sonar y eso rompe nuestra burbuja.

Él se ríe cuando nuestros labios se separan.

-Supongo que esa es mi señal para irme.

-Creo que si –jadeo con la mente nublada.

Esto es lo que siempre pasa, sus besos y sus caricias hacen que mi mente vuele y pierda toda razón, esa es la magia que él utiliza en mí.

Él se levanta de la cama y toma su ropa interior y sus pantalones, se coloca la camisa, calcetines y zapatos, ¿cómo puede un hombre cambiarse de ropa tan elegantemente?

-¿Quieres un vaso?

-¿Perdón?

-Estas babeando –se burla.

Salto de la cama limpiando la baba que escurre de mi boca totalmente rojo, lleno de vergüenza.

Busco una sudadera en el armario cuando lo siento llegar por mi espalda, sus manos me rodean y su mentón se acomoda sobre mi cabeza. Su altura me reconforta.

-Me agrada como tienes sus cosas.

Me pongo tenso en cuando lo menciona.

Él lo nota.

-Lo siento, no quise incomodar –él besa mi cabeza y se va.

Siento de inmediato el frio en mi espalda, de repente sintiéndome solo y con mucho frio. Ver sus cosas me pone triste y a la vez me reconforta, es un sentimiento tan agridulce.

Con cuidado cierro las puertas del armario y camino hasta la puerta de la habitación con él siguiéndome, toma sus cosas del sofá y seguimos hasta la puerta de salida del departamento.

Quito los seguros, antes de abrir la puerta él toma mi mano y m mira a los ojos. Va a decir algo importante, lo sé, porque siempre que es algo importante sus ojos se llenan de pesar y sonríe cansadamente.

-¿En verdad no puedo quedarme? –pregunta.

-No creo que sea prudente y lo sabes –susurro de vuelta.

-¿Por Ageha?

Ageha mi hermoso y brillante hijo.

Nuestro hijo.