Capítulo 11:

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Al día siguiente, un día similar a los otros, me levanté para ir a la escuela después de haberme tomado esa siesta que prometí que iban a ser nada más dos horas, pero acabe levantándome hasta el día siguiente.
Aunque había sido relajante, habrá pasado de todo mientras yo dormía.
Fue mi mejor opción dormir, no había nada más que hacer, estaba lloviendo, mis padres estaban en casa, y hacía mucho frío, cuando no tengo nada más que hacer lo único que hago es dormir.

Por fin me levanté en la hora exacta, a las cinco de la madrugada, no tenía sueño, es más, me levanté con mucha energía.
Hice la misma rutina de siempre, me duché, me arreglé el cabello y me cambié de ropa.

El clima estaba un poco diferente que el de ayer, por lo menos no estaba lloviendo, pero si que dejó el ambiente muy húmedo.
Me puse un abrigo y después me coloqué la bufanda de mi profesor.
Recordé que me la tenia que traer hoy mismo, para devolvérsela.

Preparé mis libros y los puse en la mochila, que eso es lo que me faltaba hacer, siempre se me olvida ordenarlos.
Salí de mi cuarto, y pase por la cocina.
Ahí encontré a mi padre, que se estaba bebiendo una cerveza, a estas horas de la mañana.

Se quedó mirándome de una manera tan seria, como siempre lo hace.
Yo solo lo ignoré y pase por al lado de el refrigerador para ver si había algo de comer.
Lo abrí y mínimo había un pan, ¿Por qué no se molestaban en comprar comida?

—¿Que buscas?— me preguntó papá.

—Algo de comer, pero como no hay nada pues ni modo— respondí, un poco enojada y cerré el refri.

—Viste como tu mamá no compra nada para la casa.

—¿Y tu no eres quien le da el dinero? Yo creo que sí ella tuviera el dinero si compraría...

—¿Y tu qué crees que hago con el dinero? Me lo como o que.

— pues prestame cinco dólares, para comprarme el desayuno, vamos a ver si tienes.

El se quedó mirándome seriamente, creo que con ganas de gritarme o pegarme con la botella de cerveza. Pero porque él no está acostumbrado a que le contesten de esta manera, y yo si me atreví, sin miedo.

Sacó unos billetes de su bolsillo, que siempre tenía.

—No tengo cinco dólares, tengo más...— me dijo, porque me dio treinta dólares.

—pues con eso te podrías haber comprado comida para la casa, y no dejarme aquí muriendo del hambre— respondí directamente, y de inmediato le cogí esos billetes que me prestó.

De ahí me fui, dejándolo completamente en shock por lo que le dije, no pudo hacerme nada en ese momento, porque no tenía el derecho y además el mismo se habrá dado cuenta de que tenía razón, y no tuvo de otra que callarse.

Abrí la puerta de mi casa y salí, ahí sentí un gran alivio después de salir de mi casa, el aire fresco y húmedo acariciaba mi piel, como una sensación de alivio y bienestar. Observé cómo habían charcos de agua, por la lluvia de ayer, dejó las calles completamente limpias, estaba todo fresquito y seguramente en dentro de pocas horas va a estar todo despejado y soleado.


















(...)

Estaba caminando por los pasillos de la escuela, había llegado más temprano de lo que suelo llegar. En dentro de minutos tenia que dar la primera clase del día, a los de bachiller. Estaba de camino a mi despacho pero algo me detuvo cuando vi a Natalie cerca de allí, cambié mi ruta y fui hacia ella, porque quería saludarla, aunque estábamos peleados pero no quería guardarle rencor.

Wanna Be YoursDonde viven las historias. Descúbrelo ahora