𝐇𝐈𝐒 𝐅𝐀𝐂𝐄⁰¹ ½ || 𝐎𝐧𝐞 𝐏𝐢𝐞𝐜𝐞 𝐋.𝐀

》𝐀𝐒𝐒𝐀𝐒𝐒𝐈𝐍? 𝐍𝐀𝐇

And it is well, with my soul

You line your pockets full of money that you steal from the poor

And on your way down to hell, you hear me ring that bell

And I said, hell's coming with me (hell's coming with me)

"Not today, bro"

KAEDE no temía a la oscuridad.

Al menos, ya no.

Lo escuchaba todo, el menor paso, el menor enjambre de insectos entre las tablas, sentía el olor a tabaco que abrazaba sus bronquios, a sal, pólvora y cuerdas, incluso podía ver los detalles entre la pared y el dial de la puerta, la luz que se filtraba por el techo de la bodega.

Así, el albino no temía los vaivenes anormales de la habitación, ni los movimientos de quienes la rodeaban, no temía las respiraciones ahogadas, las lágrimas.

̶L̶a̶s̶ ̶l̶á̶g̶r̶i̶m̶a̶s̶ ̶d̶e̶ ̶l̶o̶s̶ ̶n̶i̶ñ̶o̶s̶ ̶q̶u̶e̶ ̶v̶i̶v̶í̶a̶n̶ ̶e̶n̶ ̶u̶n̶ ̶c̶u̶a̶r̶t̶o̶ ̶o̶s̶c̶u̶r̶o̶ ̶c̶o̶m̶o̶ ̶g̶a̶n̶a̶d̶o̶.̶

No, lo que Dede temía era lo que no podía ver, lo que no podía sentir ni oír: temía por su futuro.

La historia era la misma para cada uno de ellos, había escuchado fragmentos en silencio, permaneciendo sin palabras y pensando.

Sus compañeros, los que eran como él, atados contra la pared o boca abajo en el suelo.

Eran niños.

Almas jóvenes que acababan de cruzar el mar en medio de una tormenta antes de unirse a Grand Line para ser vendidos al mejor postor.

La trata de personas era rentable y los niños eran particularmente apreciados porque eran más maleables, más sumisos, más inocentes.

Uno de sus captores se había jactado de ello, con la garganta en carne viva por la cantidad de ron que consumía, mezclada con la del tabaco que nunca abandonaba.

Su destino final era una isla de la que Kaede nunca había oído hablar llamada Murkville.

O algo así.

La mayoría de los compradores de esclavos eran sólo subordinados que trabajaban para los nobles y aquellos que tenían suficiente dinero para utilizarlos como mano de obra o para alegrarles las noches. Los bienes no vendidos a menudo pasaban a piratas y, de una manera un poco menos oficial, al gobierno mundial, que los convertía en ratas de laboratorio.

El albino agradeció momentáneamente que nadie más que él supiera lo que les esperaba, porque los gritos seguramente habrían sido aún más insoportables de lo que ya eran.

─¡La granja! ─gritó un chico mayor que él.

Se hizo el silencio durante unos segundos y después de un sollozo ahogado, el llanto había regresado, mucho más fuerte que antes.

─(Bien hecho) ─pensó Kaede, poniendo los ojos en blanco.

Sin embargo, el sonido también había llegado más allá de la bodega, hacia la cubierta y Dede se tensó al escuchar los pesados pasos de un hombre acercándose a su posición.

─¡Este lío no terminará pronto! ─gritó, rompiendo la puerta para que se saliera de sus bisagras.

La madera cayó al suelo, pesada, y el pequeño albino la evitó por poco antes de mirar al recién llegado.