Capítulo 2

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Luna quieres ser madre y no encuentras querer que te haga mujer.
Dime, luna de plata, ¿Qué pretendes hacer con un niño de piel?
Hijo de la luna.

San quien no creyó mucho en las palabras de Seonghwa cuando se vieron aquella mañana, decidió seguirle en la noche

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San quien no creyó mucho en las palabras de Seonghwa cuando se vieron aquella mañana, decidió seguirle en la noche.

Todo iba bien hasta que se perdió por el sendero.

Obligado a pararse sin saber para donde ir, se sentó a un lado del camino controlando a su corazón dejar de latir rápido.

Siempre se controlaba cuando Seonghwa estaba a su alrededor pero fallaba cuando, su amigo le dirigía una sonrisa inocente y pura, solo a él.

Amigo.

San quiso reírse porque todos parecían saber leer sus pensamientos cuando se trataba de Seonghwa.

Le gustaba, le gustaba Seonghwa, no sabía cómo pasó y cuando pero negarse a ese sentimiento, le hacía doler más.

Incluso su amigo Hongjoong, sabía del enamoramiento de San hacia Seonghwa, Hongjoong trataba de hacerle ver qué debía decírselo, porque según su mejor amigo, se notaba que había algo entre ellos dos.

Pero San no estaba listo, no se sentía listo menos cuando Seonghwa le confesó que le atraía un chico.

En ese momento San se obligó a si mismo, a qué no se notase tanto lo que sentía por él, aunque era muy difícil para San.

Poco a poco pudo controlarlo, a ratos.

Como antes, San tuvo que irse tan rápido como pudo despues de besar la mejilla de Seonghwa.

Con un suspiro San negó, haciendo a un lado sus pensamientos tan confusos y siguio caminando.

Hasta que encontró casi el amanecer las pisadas de Seonghwa por el camino, aliviado, avanzo con rapidez.

Pero ese alivio se volvió en preocupacion cuando observo a Seonghwa tirado en el suelo aparentemente dormido aunque cuando le llamó y no hubo respuesta, vio que estaba totalmente desmayado.

No sabía que hacía allí, antes de irse observó la pequeña fogata apagada, entrecerrando los ojos volvió a ver a Seonghwa.

En su cabaña decidió que sería mejor interrogarlo, con prisa bajó del monte cargándolo, abrazándolo contra si mismo de manera protectora.

Todo lo que Seonghwa le hacía sentir era eso.

Querer protegerlo a toda costa, cuidarlo, amarlo más de lo que ya hacía.

Sentía su apariencia frágil, no quería que nadie le hiciera daño.

San llegó a su cabaña, dejando el cuerpo de Seonghwa en su cama viendo cómo este no se movía, tocó su frente asombrado de lo frió que estaba.

Rápidamente San comenzó a preparar todo lo necesario para poder devolver el calor al cuerpo de Seonghwa, estaba asustado.

Nunca había sentido ese tipo de frío en una persona y eso, era raro.

Así fue como pasaron los días y Seonghwa despertaba a pequeños ratos, buscándole porque no quería estar solo.

Fue un día en donde San estaba tumbado a su lado observándole con detenimiento, delineando su mandíbula dejando caricias en sus mejillas suaves.

Con toda la fuerza de su voluntad, San no las beso y menos sus labios tan llenos y rojos.

Joder, Hwa... ¿Que hiciste? –pregunto más para si mismo acariciando su cabello con cuidado–.

¿Sannie? –con la mano congelada en su cabello, San bajo su mirada encontrándose con los ojos de Seonghwa, mirándose fijamente–.

Apartando un pensamiento con rapidez San se hizo un poco atrás, siguiendo con sus caricias viendo cómo el cuerpo contrario se relajaba y pegaba a él de nuevo.

Hola conejito –hablo con suavidad San dirigiéndole una sonrisa que no llego a sus ojos–.

San... Lo siento... ¿Hace cuánto no duermes? –pregunto en un tono triste Seonghwa dejando caricias en la mejilla de San viendo cómo se acercaba más con su toque– fue mi culpa, perdóname...

No importa, estuviste varios días enfermo... –vio a otra parte San para no mirar de nuevo esos ojitos que lo hacían sentir tonto, tratando de calmar su corazón– estaba preocupado por ti ¿Que hiciste Seonghwa?

Vio como el contrario aparto la mirada por unos segundos y negó acurrucándose contra su pecho nuevamente.

Nada, una tontería San –Seonghwa mordió su labio dudoso– conjure hacia la Luna... –hablo en un hilo de voz, que si no fuera porque estaban casi pegados, San no lo escucharía–.

¿Que tú hiciste que? –San se aparto para verle mejor entrecerrando sus ojos, no creía eso–.

No quería creer eso, no era capaz.

Al ver su asentimiento, se quedaron en silencio escuchando sus propias respiraciones agitadas e inestables.

Una de miedo y otra de incredulidad.

San volvió a mirar fijamente a Seonghwa que parecía volverse más pequeño ante su mirada fija en él.

No te vayas por favor... No me dejes... –con la mandíbula tensa, San miró sus labios por unos segundos y luego a sus ojos–.

Seonghwa estaba asustado, tenía miedo.

Un suspiro salió de sus labios y asintió volviendo a abrazar a Seonghwa contra su pecho tratando de calmar el tembloroso cuerpo del contrario.

No sé te ocurra volver a hacerlo, podría traer consecuencias, conejito –hablo San con la voz más dura haciendo temblar más Seonghwa debajo de él– duerme de nuevo, no te dejaré.

Al ver cómo asentía, volvió a dejar caricias por su espalda y cabello notando como las pequeñas manos de Seonghwa estaban aferradas a él con fuerza.

Cuando vio que estaba dormido, San suspiro notando como su pecho dolía, apoyó su cabeza sobre la de Seonghwa.

Te quiero, conejito –cerro sus ojos con fuerza preocupado, abrazándole protectoramente–.

San nunca dejó de sentir el frío que emanaba del cuerpo de Seonghwa en ningún momento.

𝐀𝐌𝐎𝐔𝐑 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐋𝐔𝐍𝐄 | 𝐒𝐀𝐍𝐇𝐖𝐀 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora