Capítulo 3

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De padre canela nació un niño, blanco como el lomo de un armiño.
Con los ojos grises en vez de aceituna, niño albino de luna.
"Maldita su estampa, este hijo es de un payo."
"Y yo no me lo cayo"

""Y yo no me lo cayo"

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San no quería que me fuese de su cabaña.

Estaba mejor y más recuperado pero tampoco podía engañar a San cada vez que me veía comenzar a temblar y perder la fuerza en cualquier momento.

Quería descubrir que me pasó exactamente después de terminar el conjuro y encontrar de nuevo, esa voz tan característica que escuché por unos segundos cuando se sello la promesa.

Quería pero a la vez, tampoco quería irme del lado de San. Todo era tan complicado.

Tampoco ayudaba el hecho de que sentía frío muchas veces, quedándome en cama hasta que el calor volvía a mí cuerpo.

Sabia con seguridad que nadie me estaría buscando o que notasen mi ausencia, solo estábamos San y yo. Ni siquiera la persona que creía que me "gustaba" y que éramos "cercanos", reparo en mi ausencia.

Porque con el paso del tiempo dejé de sentir algo por esa persona.

Frustrado salí de la cama para tratar de despejarme pero la mano de San me impidió salir afuera.

Seonghwa ya te lo he dicho, no es recomendable que salgas en tu estado, no ahora –puse los ojos en blanco negando, volví mi vista tratando de sonreír–.

Necesito salir afuera, San, no puedo quedarme aquí siempre –ante su ceño fruncido, moví su mano para apartarla con suavidad, aunque me sintiera lo contrario–.

No Seonghwa, esta nevando, no vas a salir –escuché el tono apaciguador de San mirando su mano–.

Subí mi vista lentamente hasta encontrarme con sus ojos, notando algo en mi pecho que me hizo tartamudear, sin conseguir apartar su mano. Tragué sintiéndome nervioso al ver cómo San se acercaba más a mi cuerpo.

San... –me apoyé en la pared, parecía un cazador vigilando a su presa–.

Silencio –noté un escalofrío al sentir el calor al estar más juntos, aún viendo sus ojos– no saldrás hasta que sepa que te pasó ¿De acuerdo?

San al ver que no respondí llevo su mano a mi mentón, acercando su rostro al mío.

¿De acuerdo, Seonghwa? –San sonaba molesto y dolido pero... No entendía el porqué–.

Asentí lentamente al final sin dejar de verle, sintiendo su agarre para hacerse más duro y la duda en sus ojos por un momento mientras me observaba.

Tomé su mano con cuidado sintiendo la tensión en sus dedos por unos instantes y luego relajarse bajo mi toque, inseguro dejé su mano en mi pecho y mi propia mano sobre la suya.

𝐀𝐌𝐎𝐔𝐑 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐋𝐔𝐍𝐄 | 𝐒𝐀𝐍𝐇𝐖𝐀 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora