Final

66 12 19
                                    

Fueron meses, largos y horribles meses en donde cada día que pasaba me sentía más atrapado dentro de esa casa.

Apenas y podía ver a San tanto como quería. Dolía demasiado no poder ver a la persona que amas libremente y gritarlo, demostrarle a la gente cuando enamorado puedes estar de una persona.
Tanto que podrías entregar la vida por el con tan de ponerlo a salvo.
Me di cuenta de ello cuando estaba con San y mi hijo, fue un día terrible para ambos, muy difícil en todos los aspectos.
Pero lo sentí cuando menos lo esperé, porque es así, en el momento menos indicado o ideal, te das cuenta, que estás enamorado.

Puede ser un día normal, nada especial pero, lo especial se puede generar de manera inesperada y termina siendo lo más maravilloso que puedes tener.
Ese fue mi caso, llegó de manera inesperada pero hermosamente íntima.

Se hizo aún más duro separarme de San, de nuestro refugio donde podíamos estar juntos y ser nosotras mismos, ver cómo crecía el pequeño bebé, cada día, notando como su cabello se iba aclarando con el paso de los meses.

Y llegó el día, cuando pasó todo.

-¿También quieres ver a San? -pregunte en un hilo de voz, sin llegar a gesticular demasiado por tener el labio inferior partido y algo hinchado- si... Yo también...

Suspiré acunando al pequeño bebé entre mis brazos observando detenidamente su rostro sereno, delineando suavemente sus mejillas hasta su nariz y ojitos.
Era hermoso y su tez pálida, lo hacía ver como un ángel, que podrías romperlo si lo tocabas.

Pero no era así.

Sabía que mi hijo era fuerte y sería fuerte con el tiempo.

Caminé por la habitación meciendo su cuerpecito contra mi pecho tarareando una nana, pensando en San y ojalá poder estar ahí con él en este instante.
Sentir sus brazos alrededor mío y sus besos tiernos pero protectores.

Suspiré rendido saliendo del cuarto dejando al niño en su cuna con suavidad y cubriéndolo con una manta.
Miré por la ventana, notando que el cielo estaba tapado, no había mucho rastro de luz está noche.

Dando una pequeña mirada atrás salí a la calle en silencio por unos segundos tomando el aire lentamente y soltándolo de manera igualmente lenta.

Al notar una silueta al final de la calle, me paralicé intentando visualizar quién podría ser, no sabía que retenía el aire hasta que pude soltarlo, al ver que era San.

Aliviado, me acerqué un poco rápido a él pero sin llegar a abrazarlo porque podría llegar a pasarle algo y estábamos muy a la vista.

San ¿Que haces aquí Es muy peligroso -tomé su brazo con cuidado llevándonos a un callejón que estaba un poco más oscuro- no quiero que te pase nada -murmuré negando mirando hacia su rostro-.

Dios, de verdad San era guapo ¿De verdad era tan guapo? Hacia mucho tiempo que no lo veía.

Lo siento, no podía estar tanto tiempo sin ti, si tengo que arriesgarme, así lo haré -abri la boca para replicarle cuando sentí sus cálidos labios sobre los míos, derritiéndome en el acto-.

Me aferré a él, pasando mis manos por su pecho, hacia su cuello, enredando mis dedos en su cabello correspondiendo el beso con necesidad.

Le había extrañado muchísimo.

Después de separarnos, apoyé mi cabeza en su pecho relajándome por sus suaves caricias y el lento repiqueo de su pecho.

¿Cómo está nuestro niño? ¿Está bien, verdad? Le extraño mucho -sonrei asistiendo a todas sus preguntas quedándome así un instante-.

Él, está bien... Desearía poder detener el tiempo justo ahora, poder quedarnos así para siempre -susurré aferrándome a su camisa, ahogando un sollozo- es tan injusto...

Lo se precioso... -apreté más el agarre en su camisa, notando como el cuerpo de San se quedaba rígido, volviéndose tenso-.

Ambos giramos un poco el rostro hacia donde escuchamos un ruido provinente del mismo callejón pero estaba tan oscuro que no veíamos absolutamente nada.

Sa.. -abri los ojos asustado, sintiendo la vista volverse desenfocada al notar un dolor fuerte en mi costado-.

Abrí y cerré la boca repetidas veces sin entender nada, miré mi costado viendo como un cuchillo estaba clavado y una mano lo estaba sosteniendo.
Notando mis piernas fallar, subí mi vista siguiendo aquel brazo.

Sentí como la bilis y el terror subía por mí garganta, solté un grito ahogado al verla la sonrisa de autosuficiencia de mi esposo, que sostenía un pequeño bulto en su brazo, antes de caer contra el suelo, resbalandome del agarre de San.










Este capítulo fue escrito mientras escuchaba "Claro de Luna" y "River flow in you" de Yiruma.


𝐀𝐌𝐎𝐔𝐑 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐋𝐔𝐍𝐄 | 𝐒𝐀𝐍𝐇𝐖𝐀 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora