❝Quiero que tus labios de fuego
abracen los míos de hielo❞
(𝗗𝗥𝗔𝗖𝗢'𝗦 𝗦𝗧𝗢𝗥𝗜𝗘𝗦)
¡𝗡𝗢 se permiten 𝗰𝗼𝗽𝗶𝗮𝘀 de esta historia!
Relatos pequeños que forman parte del #sappyprompts.
* Todos los derechos van dirigidos a...
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"¡Estoy enamorado de ti!"
Ser parte de la casa Slytherin te trajo diversas complicaciones. El trío de Oro, por alguna extraña razón, había dejado de dirigirte la palabra; los estudiantes pertenecientes a las otras casas hacían que cada día en Hogwarts fuese más difícil. Y el último pero no menos importante, la frivolidad de tu antiguo amigo y confidente, Draco Malfoy.
Semanas antes una discusión surgió entre ustedes dos, precisamente sobre su enemigo Harry Potter. "¡¿Acaso sientes algo por él?!" Su voz en esa pregunta fue de rencor puro, al igual que sufrimiento y cierto aire de decepción.
Desde entonces, las largas conversaciones y el apoyo mutuo dejaron de existir. Ahora era la soledad quien habitaba.
La extraña sensación de haber ido hasta ellos y reclamarles recorría tu interior. Estabas completamente segura de que esa podría ser la principal razón de su indiferencia.
Te sentías fatal al principio, pues discutir a gritos con el chico que en secreto te gustaba se te hacía fatal. Pero gracias a la compañía de Blaise y Pansy, ambos supieron como hacerte mínimamente feliz.
―Ahí está Draco, ¿por qué no tratas de acercarte?
―Pansy, ya me lo ha dejado en claro. No me quiere de vuelta. Y está mejor así, ¿no? Ambos estamos bien...
Estabas consciente que lo último era una completa farsa, nada de lo que pasaba estaba bien. Ser amigos de hace tiempo y que una tonta discusión haya causado tal separación dolía.
―Tal vez no pensaba en lo que decía, el otro día lo encontré llorando en la sala común.
Tus ojos se abrieron como platos. Comenzabas a cuestionarte mientras los pasos de ambas resonaban junto con el de los demás por el pasillo. ¿Era ese el verdadero Draco Malfoy? ¿El que en verdad sufre guardando la maldad de los demás solo para verse fuerte y temeroso?
―Debemos darnos prisa, la clase de Pociones comenzará en pocos minutos.
Querías evadir el tema, pues sabías que continuarlo te sacaría las lágrimas frente a los otros alumnos. No te apetecía en lo absoluto.
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―La atención a los detalles en la preparación es un requisito en la planeación ―articuló el profesor Slughorn.
No fue hasta entonces que miraste al rubio con ojos de lástima. Tratabas y tratabas en poner atención a las palabras del hombre mayor, pero él te lo ponía difícil. Su sonrisa se había desvanecido completamente, las reiteradas veces que le echaste el ojo permanecía con un semblante entristecido, su cabeza constantemente miraba hacia el suelo, las charlas y risas con sus supuestos amigos eran un simple recuerdo del pasado.
Y devolvió su mirada hacia ti, con profundo dolor y hasta arrepentimiento.
―¡_______! El señor Slughorn te llama.
Volviste con la mirada al frente, atenta a la petición que debía de acatar.
―¿Señorita, podría decirme que clase de poción es esta?
Con sigilosos pasos comenzaste a hablar, y tu voz, en ocasiones, resonaba con nerviosismo.
―Amortentia, señor. La poción de amor más vigorosa. Su olor es contrario para cada persona según sus gustos... Yo huelo la dulzura del sándalo, libros antiguos con emitiendo los característicos olores de la tinta y el polvo... y manzanas verdes recién cortadas del árbol.
Tu cabeza daba vueltas, tu vista se tornaba en una nublada en cuestión de segundos, la agitación en la respiración no pasaba desapercibida por ninguno.
―Señor, debo salir un momento. ¿Es posible?
Dudó al principio, pero a juzgar por tu estado, dedujo que el aire fresco tal vez ayudase.
―Sí, por supuesto.
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Un gran árbol permanecía a escasos centímetros del Lago Negro. Sus verdosas hojas le brindaban sombra al pastizal pese a la ceguera del sol. Mirabas las flores con detenimiento aunque estuvieras sumergida en los melancólicos pensamientos.
Dejaste caer la cabeza hacia atrás con ojos plenamente sellados, creando contacto con la madera. A su vez suspiraste.
Te percataste de alguien sentado a un lado tuyo. Era un chico, lo asegurabas por la colonia. No hablaba, solo te ofrecía acompañamiento.
―No tengo ánimos ahora Blaise.
―_______...
El misterioso silencio prolongado de hacía segundos atrás terminó por quebrarse en cuanto mencionó tu nombre, casi en susurro.
―¿Draco? ―te animaste a preguntar.
La afonía en el ambiente volvió, y Malfoy, quien yacía su vista en la tierra, reflexionaba con profundidad con intenciones de no cometer equivocación al formular próximas palabras.
―Creo que debemos hablar.
Su petición resonó en sus oídos, creando un eco en su mente. Su habla era cargada de múltiples emociones no expresadas. Su corazón latía con fuerza en su pecho, como si el más doloroso de los hechizos arrebatara tu vida con lento sufrimiento.
―Te escucho.
Mientras luchaba con sus pensamientos, una sensación de determinación comenzó a crecer en su interior. No importaba lo difícil que fuera, tenían que enfrentar esto.
―No tienes idea de lo mucho que dolía verte con Potter... te sentía tan lejos de mi ―tomó una profunda inspiración, buscando las palabras adecuadas para expresar todo lo que había mantenido guardado durante tanto tiempo―... Me equivoqué, _______. Me equivoqué al alejarme de ti, al dejarte ir sin luchar. Al verte todos los malditos días a su lado, riendo por cada ocurrencia suya, me di cuenta de que te amaba, más de lo que nunca imaginé. Y por primera vez, quería ser Harry Potter.
Las lágrimas comenzaron a emerger en tus ojos, mezclándose con la incredulidad y la esperanza. Con cálidas manos acunaste sus mejillas, sobándolas con cariño. Él cerró los gélidos luceros mientras copiaba el mismo movimiento por encima de la extremidad.
No sabían si era efecto del momento, o si se trataba de un deseo que anhelaban cumplir desde hacía tiempo. Sus labios se rozaron suavemente, apenas un roce fugaz que envió una corriente eléctrica a través de sus cuerpos. Cada movimiento realizado era una promesa de un futuro juntos, de superar cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino.
