U N O

1.6K 173 18
                                    

Una linda castañita trabajaba nuevamente en sus nuevos huertos con la esperanza de vender más este año.

El frijol y el arroz se habían vendido de maravilla, pero la fruta no era su fuerte, este año se propuso vender más para sustentar todo lo que necesitaba su familia. Conformada por su madre y su abuela, su padre había muerto dos años después de su nacimiento, cuando creció, se propuso cuidar a la única familia que le quedaba.

Estaba muerta del cansancio, tenía lodo en las piernas y en las manos, en conclusión, era un desastre.

Gruñó de solo pensar que llegaría a bañarse con agua fría, si deseaba bañarse con agua caliente tendría que poner a calentar agua y llevar leña.

Acomodo su machete en su hombro y emprendió camino hacia su humilde casa, no estaba tan lejos, pero no tenía ánimos de caminar.

Tan solo habían pasado 20 minutos, cuando dos ojos curiosos la miraron como si fuera el dulce de leche más rico del mundo.

¿Acaso alguien estaba detrás de ella?

Volteo mirando hacia atrás, cambiando de lado de la carretera, pero esos ojos grandes seguían mirándola como carne fresca lista para poner al sartén.

Evito mirar esos ojos nuevamente, estaba comenzando a sentirse acosada he intimidada.

Infló sus mejías negando, seguramente sólo era su imaginación haciendo de las suyas.

Camino un poco hasta que alguien se lo impidió

—Hola~—Sorpresivamente, una pelinaranja salió de los arbustos con dos hombres tonificados a su lado—

Jennie ignoro a la chica tierna, su mano seguía levantada y sintió pena por ella, pero quien le aseguraba que era ella a quien saludaba.

—¡Le diré a mi papi que no me saludaste! —Su voz sonó chillante, más de lo normal, seguramente estaba comenzando a enojarse—Papi

La chica formo un lindo puchero, su cara se sonrojo cruzando sus brazos y mirando a los dos hombres, estos también se miraron y prosiguieron a desaparecer entre los árboles.

Jennie siguió su camino ya que lo dio por perdido. Seguramente era una hija de papi que nunca le habían dicho "No" en su vida, ya quisiera poder tener esos privilegios.

En el camino, llego a un pequeño río donde lavo su cara desapareciendo ese sonrojo producido por el cansancio, lavo sus manos y quito el exceso de lodo que traían sus botas de hule negras

Enfrente, estaba terminando de construir una hacienda, era muy bonita y lujosa, lastima que su casa estuviera enfrente.

Su madre salió con un vaso de agua fría, su abuela con un plato de arroz y verduras cosidas.

—Hola mamá, como te sientes hoy—Desde que su padre había muerto, su madre padecía del corazón—

—Bien hija, hoy fue un día maravilloso, vendimos frijol y arroz a una familia adinerada—

—Abuela, no te duelen las piernas hoy, los medicamentos funcionaron—

—Un poco, pero nada me impide recibir a mi nieta—

Jennie dio un beso a las dos mujeres y entraron sentándose a la mesa, cenaron hablando de su día y más noche ya cada quien estaba durmiendo cómodamente en su espacio

Solo contaban con dos camas, por lo que jennie dormía sola, su madre y su abuela dormían en la otra.

Eran las 8 de la noche, jennie era la única que no podía reconciliar el sueño por el dolor de espalda. Realmente necesitaba calmarlo. Repentinamente, habían golpeado la puerta, estaba segura que la habían dañado.

Una linda campesina (JenLisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora