5 capítulo

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-¿Donde estoy?, dije con cansancio, tenía la vista borrosa.

Me dí cuenta de que estaba amarrada de tobillos y muñecas, ví a un hombre que por lo que pude distinguir debería de tener unos 20 años, de estatura alto, delgado y musculoso, él estaba de espalda preparando algo, no sé qué, y yo estaba ahí, toda amarrada, no entendía nada.

-¿¡Qué hago aquí!?, ¡Ayuda!, ¡Porfavor!, ¡Sácame de aquí!.

El tipo lentamente se dió la vuelta y casi me da un jodido infarto, El chico era muy guapo, musculoso, delgado, alto y tenía unos ojazos enormes y verdes que le combinaban perfecto con sus labios gruesos, la nariz perfecta y su cabello color castaño. Me dió un vaso que traía un líquido color amarillo.

-¿Qué es?.

-Jugo.

Le aventé el jugo por la cara y patalié, moví mis muñecas, las abrí, pero no había caso.
Narra Susan:

-Ésta y ésta, porfavor.- Ugh, que hermosas remeras.

Salí con mi bolsa y busqué a Marie.

-Marie, amiga, oye, ¿dónde estás tonta?, Marie, no me asustes, ¿está bien?, Amiga, ¡¿AMIGA?!.

Dios mio, los audífonos de Marie estaban tirados en el suelo junto a su móvil, lo cogí y marqué a la madre de Marie, Dios, yo ya estaba temblando y sollozando.

-¿Señora Ariadne?, Discúlpeme por la hora, ¿Marie está en su casa?.

-No está aquí, Susan, yo sabía que tú y Marie andaban de compras en el centro comercial.

-Sí, lo que pasa es que fuí a una tienda a comprar unas remeras y Marie quedó afuera de la tienda, resulta que luego salí de la tienda y Marie no estaba, entonces encontré sus audífonos y su celular tirados en el lugar que estaba Marie.-Cuando terminé de decirlo me largué a llorar pero silenciosamente.

-¿¡QUÉ!?.-escuché la agitada respiración de la madre de Marie.

-No sé en donde estará, señora, hay que buscarla.

-No puede ser, mi hija, mi Marie.-dicho esto, se puso a llorar desenfrenadamente.

-Tranquila, voy para allá.
Narra Marie:
-Porfavor, suéltame, te lo suplico.

-¿Tu nombre?.

-¿¡Y ENCIMA ME PREGUNTAS MI NOMBRE?, ¿¡ACASO PIENSAS QUE TE LO DIRÉ?, ¡JA!, SUEÑA.

-¿Tu nombre?.-me dijo limpiando su cara con una toalla.

-No.

-¿No?, bonito nombre.

-¡Puto de mierda!, ¿y quién eres tú?, déjame libre, enfermo, psicópata.

El tipo sonrió.

-John, mucho gusto.-me alzó la mano y yo se la escupí.

Volvió a sonreír, cogió la toalla y se limpió la mano.

-Eres agresiva ¿ah?.

-¿Por qué me secuestraste, mierda?

Se rie.

-Eres bonita.-acarició mi rostro.

-No puedo decir lo mismo.-dije mintiendo y moviendo el rostro para que dejara de tocarme.

-¡Déjame!.-grité

"John" se fué de la habitación no importando lo que yo decía.

-¡Grita lo que quieras!.-dijo desde lejos.-!Nadie te escuchará!.

A pesar de lo que dijo seguí gritando pero solo mi eco se escuchaba en el cuarto.
Narra Susan:
-¿Pero por qué la dejaste sola?.-

La madre de Marie me hacía sentir terriblemente culpable.

-Lo siento.

-¡Mi Marie!.-gritó con voz de desgarro haciendo que me dolieran los oídos.

De la puerta apareció Rossie.

-Mami, ¿Qué paso con mi hermana?

-Nada hija, vete a tu cuarto.-Dijo la madre de Marie tratando de ocultar sus lágrimas.

La pequeña Rossie me miró con cara preocupada, al irse, la señora Ariadne se largó a llorar en mi hombro.

-Tranquila, la encontraremos.

-¿Pero como vamos a saber donde está?.-dijo con desespero moviendo mi brazo con sus manos.

Me rasqué la nuca y me puse a llorar en silencio.
Narra Marie:

-¿Quieres Pizza?, está deliciosa.-dijo el tipo comiendo un trozo de pizza, muy despreocupado.

-¿Para qué me secuestraste?, ¿Con qué objetivo lo hiciste, desgraciado?.

-¿Vas a quierer o no?.

-¡No quiero comer de tú estúpida pizza!.

-Está bien, mejor para mi, así como más.

Cerré los ojos y una lagrimita se escapó.

Luego lloré mucho más fuerte gritando y rogándole a John que me dejara ir.

-¿Qué quieres de mi?.-dije desesperada.

-¿Qué voy a quierer yo de tí?.

-Al menos deja que mis tobillos y mis muñecas descansen un momento.-dije planeando escaparme.

-Bueno.-Al decir eso una felicidad recorrió mi cuerpo, ¿es que me dejaría ir?

Desató rápidamente mis muñecas y luego mis tobillos, me quedé un momento sin expresión ni movimiento, ya que sentía que por fín la sangre circulaba por mi cuerpo , cerré mis ojos, me levanté muy rápido y corrí como nunca antes, miré hacia atrás y ví que John me miraba con sus intensos ojos verdes mientras sonreía y seguía comiendo pizza, aproveché eso para seguir corriendo pero no había ninguna jodida vía de escape, o quizá una puerta, o algo, me senté en el suelo y lloré mucho, extrañaba a mi madre y a mi hermana, me sentía muy arrepentida de haber dejado a Susan comprarse esas remeras, ya que gracias a eso estaba secuestrada.

SecuestradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora