Capítulo 1: Gemas Imperfectas.

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Capítulo 1: Gemas Imperfectas.

El universo, tan vasto e inmenso, desolado y solitario, fué testigo hace veinte mil años atrás de la aparición de un Diamante, el primer Diamante más puro de la galaxia. No tenía ninguna imperfección en su composición. Todos los colores del universo eran absorbidos por su transparencia.

Ella era... Diamante Blanco.

Poco después, o quizá, mucho tiempo después, nacimos nosotras: Diamante Amarillo, Azúl y yo... Diamante Rosa.

Debido a una imperfecta formación química, adquirimos nuestros característicos colores, dando un incapié a la pureza extrema de nuestra hermana mayor, Diamante Blanco. Que impregna su superioridad sobre todos al carecer de imperfecciones.

Nuestros colores nos recuerdan que jamás estaremos por ensima de ella.

Las cuatro Diamantes, nos unimos para conquistar un pedazo de roca espacial, al que le asignamos el nombre de: Planeta Madre.

Dando iniciada la era uno.

Una era en la que planteabamos iniciar una perfecta sociedad de piedras preciosas. Bajo la soberanía de Diamante Blanco, utilizamos los preciados recursos de este planeta para incubar gemas y empezar el nuevo imperio.

Cada gema es hecha con un propósito, servir a mis hermanas y a mi, ya que nos consideran las grandes autoridades. Y según Blanco, aquellas gemas que no encajen en los estándares preescritos, deberán ser exterminadas.

Todo ello bajo las normas de las piedras preciosas, que van desde las menos valiosas hasta las más hermosas, haciendo una jerarquización entre las mismas gemas.

Jerarquización Gema:

Clase Baja:
• Guijarros.
• Perla.
• Espinelas.
• Rubí.
• Bismuto.
• Peridot.
• Cuarzo: Ágata, Cuarzo Rosa, Amatista, Jaspers.

Clase Media:
• Circonita.
• Nefritas.
• Topacio.

Clase Alta:
• Lapislázuli.
• Aguamarina.
• Zafiro.
• Esmeraldas.

Supremacía:
• Diamante Rosa.
• Diamante Azúl.
• Diamante Amarillo.
• Diamante Blanco.

Para dejar bien establecida la jerarquización, mi hermana Diamante Amarillo pintó el logo de los cuatro rombos con los colores que nos caracterizaban por todos los cielos. Dando por hecho que todas las gemas entendían su lugar, su existencia. Que ellas solo nos servían a nosotras las Diamantes.

—Ok, ¡aquí voy! —me sumergí hasta el fondo de la piscina, empezando a cantar una canción para que mis hermanas la adivinaran—. ¡Cuando veo que actúas así, me pregunto cuando volverás, cualquier cosa podría ser, y podría aprender amar como tú...! ¡¿Cómo? Cómo Tu...!

—¡Más fuerte, Rosa! —gritó amarillo colocando ambas manos a las orillas de su boca.

—¡Siempre creí que sería malo y ahora se que es verdad, porque tú eres tan bueno, y no soy como tú! —tome un segundo para agarrar impulso y poder hablar mucho más fuerte.

Seguí cantando la línea siguiente. Desde abajo del agua pude ver con claridad como Blanco decía unas palabras a mis hermanas. Amarillo se exaltó, Azúl había comenzado a llorar y yo no podía escuchar nada de su conversación.

Me apresuré a nadar hacía la superficie, mi cabeza salió del agua con mi cabello esponjoso chorreando a mares.

—¿Qué sucede, Azúl? —cuestioné con preocupación al ver que su llanto no cesaba.

—Son asuntos de mayores, Rosa —había dicho Blanco—. Sí nos disculpas, debemos atenderlos.

Al momento que se levantaron, la piscina se vacío por completo. Las ví marcharse, dejándome... sola. Cómo siempre.

Quizá se trataba del poder de Diamante Azúl, o quizá eran mis verdaderas lágrimas que corrían con libertad por mis mejillas, al sentir una profunda soledad sin sus presencias.

Siempre me excluían de todo lo que hacían.

—¿Qué me hace pensar que especial soy...? —susurré, corriendo a mi habitación.

El Planeta Madre había incubado tantas gemas con sus preciados recursos, que, a través de los siglos se fué desquebrajado. Por lo que Diamante Blanco había sugerido a mis hermanas colonizar nuevos planetas para continuar con la producción de gemas.

No sin antes manipular a todos bajo el lema “Expandir La Perfección Por El Universo” teniendo como costo, los planetas.

Ya que al colonizar un nuevo astro, se utilizan inyectores que plantan gemas en la corteza que se incuban alimentándose de los recursos vitales hasta destruir el planeta por completo.

—Rosa, se más educada —me dijo Amarillo—. Debes respetar los rangos y dejar que esas gemas inferiores te hagan una reverencia. Eres un Diamante, no debes inclinar la cabeza más que por Diamante Blanco.

—Si, Amarillo —contesté con monotonía.

Hasta este punto, me encontraba acostumbrada a sus regaños.

—¿De esta forma piensas hacer una fiesta digna de nuestra presencia?

—Me esforzaré para que lo sea —mis palabras sonaron débiles, sin fuerza alguna.

Dentro de esta soberanía, no existía el amor, solo jerarquía. Me atrevía a decir que mis hermanas no se querían entre si, solo se necesitaban y se apoyaban mutuamente, pero eso no era señal de amor.

No como yo las amaba a ellas.

—Xime.

𝐃𝐢𝐚𝐦𝐚𝐧𝐭𝐞 𝐑𝐨𝐬𝐚 © || 𝐒𝐭𝐢𝐯𝐞𝐧 𝐔𝐧𝐢𝐯𝐞𝐫𝐬𝐞 || Donde viven las historias. Descúbrelo ahora