Capítulo 5: Torre Desolada.

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Capítulo 5: Torre Desolada.

—Azúl, ¡Detente! —grité cuando me sostuvo en lo alto—. Me estás lastimando.

—Te quedarás en esta torre hasta que te arrepientas de tus errores.

Ella me aventó contra el suelo de piedra en aquella torre solitaria dejándome sola.

Ni siquiera me había molestado en moverme, me quedé exactamente en la misma posición en la que había caído. Sintiendo el frío tacto del suelo contra mi mejilla izquierda.

La gigantesca puerta se cerró cuando Azul salió de la habitación desolada.

—Soy... Patética —susurré comenzando a llorar en silencio.

Abracé mis rodillas apretandolas contra mi pecho, tratando de aminorar la fuerte punzada sofocante que surgía de el. Me atrevería a jurar que ese dolor provenía de mi Diamante.

Solo por ser la hermana menor me hacían a un lado, me tachaban de inmadura e incluso de problemática. Lo más doloroso era que, quizá tenían razón.

Después de todo, no soy más que un simple Diamante Rosa. Soy un ser inferior a ellas. No soy más que una herramienta para blanco, al igual que Amarillo y Azúl. La diferencia es que ellas si eran de utilidad para el Planeta Madre, y yo... Solo soy un obstáculo, un estorbo.

Comencé a sollozar cada vez más fuerte, hasta que mi garganta ardió como un fuego agonizante. Me apreté el pecho con ambas manos tratando de aminorar su dolor, lo cual había sido en vano. Por supuesto que lo iba a ser, la joya preciosa que cargo en mi estómago no hacía más que causarme problemas.

Me tumbe boca arriba dejando expuesto el brillante Diamante Rosado, lo empecé a golpear una y otra vez hasta que me cansé de hacerlo. Lo rasguñe, pellizque e intenté sacarlo de su sitio. Verlo me causaba ira y repulsión, no era más que una carga, una dificultad para mis objetivos... O no.

El Diamante me daba poder, no el suficiente como me hubiera gustado, pero si lo necesario para sobornar a mis hermanas. Tenía que pensar en un plan. Un plan con el cual obtener lo que más quería en este momento, una colonia, un planeta en el que pudiera crear vida desde la nada misma.

No supe con exactitud cuántas lunas habían transcurrido, parecía que jamás se volvería a abrir esa gigantesca puerta por la que Azul había desaparecido. Cuando conseguí dejar de llorar, una ira implacable me carcomía desde adentro.

Hablaría con mis hermanas, tenía que exigirles mi colonia. Me la merecía tanto como ellas. ¿De que servía tener descendencia real sino la aprovechaba en absoluto? Tenía que encontrar una forma para que me escucharan.

Tenía que ir directamente a la corte suprema... Con Diamante Blanco.

Las puertas gigantescas se abrieron de par en par. Por fin había conseguido salir de esa torre desolada la cual era participe en mi vida casi un 50% desde mi existencia. Era mi prisión, una forma de castigo por parte de mis hermanas cada que hacía algo "indebido" o cuando simplemente no querían verme.

—Mi Diamante, que gusto me da volverla a ver —esa pequeña Perla fué la única que había venido para recibirme.

—¿Sabes dónde se encuentra Diamante Blanco? —la impaciencia amenazaba con desbordarse por mis ojos. Retuve unas lágrimas traicioneras que atentaban con salir a la superficie.

—Me parece que se encuentra en su oficina, mi Diamante.

—Xime.

𝐃𝐢𝐚𝐦𝐚𝐧𝐭𝐞 𝐑𝐨𝐬𝐚 © || 𝐒𝐭𝐢𝐯𝐞𝐧 𝐔𝐧𝐢𝐯𝐞𝐫𝐬𝐞 || Donde viven las historias. Descúbrelo ahora