Capítulo 2: Soberanía Gema.

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Capítulo 2: Soberanía Gema.

Yo soy las piernas, Azúl el brazo izquierdo, Amarillo el derecho y Blanco la cabeza. Una analogía que si lo piensan bien, ninguna puede funcionar sin la otra. Mucho menos blanco, ya que una cabeza no es nada sin sus extremidades.

Blanco nos necesita para que su perfecta sociedad funcione.

Amarillo y Azúl consumían su tiempo en protocolos. Colonizando nuevos planetas, supervisado los que ya poseían.

Yo no tenía ninguno. No tenía nada que hacer realmente.

Sentía que no pertenecía al Planeta Madre, pues yo no ejercía un papel en ese lugar. Para saciar mi hambre voraz, mis hermanas me permitieron hacerles fiestas para felicitarlas por sus logros.

Ni siquiera tenía una Perla.

Así que la Perla de mi hermana Azúl, me presentó ante todos.

—Todos admiren la distintiva Diamante Rosa —había dicho la pequeña Perla color Azúl.

Cuatro Aguasmarinas abrieron las cortinas dejándome al descubierto ante un público silencioso, que no hizo más que una reverencia. Los sonidos de mis pasos se extendieron por toda la estancia hasta que tomé mi lugar en lo más bajo de las tronos destinados para las Diamantes.

—Todos prepárense emocionalmente para la abrumadora elegancia de Diamante Azúl —continuó la Perla. Ella siguió a su Diamante por detrás.

—Todos vean la abrumadora belleza y elegancia que es Diamante Amarillo —dijo su Perla.

Ella caminó con una seguridad contundente. Se acercó a mi trono, mirándome desde lo alto.

Hay bastante público, Rosa.

—Aprecio que hayas venido, Amarillo —murmuré con sutileza.

De inmediato, se retiró a su trono con una elegancia despampanante.

Nuestros súbditos entraron en dos filas hasta llegar a nuestros tronos.

—Es un honor estar ante sus presencias, mis Diamantes —dijeron las Zafiros al unismo.

—Es un honor estar ante sus presencias, mis Diamantes —continuaron las Amatistas con esa voz robótica que tanto odiaba.

¿Que chiste tenía rechazar a los invitados que yo misma invité? Amarillo decía que podía rechazar sus presencias cuando quisiera. Era absurdo.

Recliné mi cabeza apoyándome en mi mano izquierda. Totalmente aburrida. El baile había comenzado, ni siquiera me permitían bajar a bailar con ellos. «¿Porqué querrías bailar? Tus invitados pueden hacerlo por ti, Rosa». Me había dicho Amarillo con un sarcasmo hiriente.

Estuve apunto de cometer una locura, cuando la Perla de Diamante Blanco hizo su aparición, interrumpiendo mis intenciones.

—Para todos los asistentes de la era uno... Diamante Blanco —anunció esa pequeña Perla con su gema en la frente.

Todas las Perlas tenían su gema exactamente en el mismo lugar que la de sus Diamantes. Sucedía lo mismo con Amarillo y Azúl; sus Diamantes estaban en el pecho, en el mismo lugar que sus Perlas tenían su gema.

Blanco entró con los brazos bien abiertos, dejando al descubierto su capa oscura asimilando a la galaxia misma. Lo que más me había llamado la atención, era que detrás de ella, la seguía una segunda Perla. Una Perla rosada con su gema a la altura del estómago.

Me aferré a los laterales del trono. Sí era lo que creía ser, no podía ser enserio. Debía ser un sueño. Una de mis manos acarició mi estómago, justo en el lugar de mi diamante.

Una sensación electrizante recorrió cada centímetro de mi ser cuando Blanco se posicionó justo frente a los cuatro tronos de cristal.

—Teniendo como testigo a toda la sociedad gema, te hago entrega de tu Perla personal, Diamante Rosa —jamás creí que Blanco fuera capaz de pronunciar esas palabras.

Bajé de un salto, casi olvidando mi elegancia. Observé a la Perla, era hermosa. Tenía una sonrisa reluciente que hacía contraste con su piel rosácea. Ella salió de su escondite detrás de Blanco y se dirigió hacía mi.

—Estoy a sus servicios, mi Diamante —dijo con un entusiasmo oculto en sus palabras.

Quice arrodillarme para verla mejor, pero me detuve en el último segundo al recordar las palabras de Amarillo. No debía inclinarme ante nadie, solo por Blanco. Así lo hice, realicé una reverencia ante la amabilidad de mi hermana mayor. Cosa que difícilmente sucedía.

—Agradezco con creces su generosidad, mi Diamante —dije volviendo a levantarme.

Ambas subimos a los tronos. El baile continuó. Seguía siendo igual de aburrido, pero ahora tenía una acompañante. Mi Perla, una nueva amiga.

—Xime.

𝐃𝐢𝐚𝐦𝐚𝐧𝐭𝐞 𝐑𝐨𝐬𝐚 © || 𝐒𝐭𝐢𝐯𝐞𝐧 𝐔𝐧𝐢𝐯𝐞𝐫𝐬𝐞 || Donde viven las historias. Descúbrelo ahora