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Bueno esta es la ultima parte de esta historia, no es muy larga pero es bonita y una de mis favoritas, solo espero que les haya agradado, cualquier cosas dejen su opinión, en los comentarios y que esperan de la nueva historia que estoy subiendo.

...

Navidad. Todo era tan diferente a la Navidad anterior, pensó Freen. Nada de formalidades, nada de vestirse elegantemente para la ocasión.

Becky insistió en servir un cóctel de zumo de naranja y champán antes de empezar con los regalos. Mind estaba completamente relajada, no ansiosa por complacer a su padre ni temerosa de enfadar a su madre por reaccionar de forma «inadecuada» ante los regalos que recibía.

Su árbol de Navidad no estaba decorado con una elegante colección de adornos blancos y plateados, sino con guirnaldas y bolas de colores. Todos los colores que Mind y ella habían podido encontrar. Y lo habían pasado bien decorándolo juntas. Según Becky, era el mejor abeto de Navidad que había visto nunca. Un árbol decorado con evidente cariño y nada que ver con el que ponía su madre, exclusivamente decorado para dejar a sus amistades boquiabiertas.

No hacía frío aquella mañana. Hacía sol y, en lugar de ir elegantemente vestida, Becky llevaba pantalones vaqueros cortos y una camisa turquesa de media manga. Mind y ella, dispuestas a darse un baño después de desayunar, biquinis y pareos multicolores.

Juliette entraba y salía de la cocina, dispuesta a hacer la mejor comida de Navidad, contenta de que nadie tuviera que marcharse del que había sido su hogar durante tanto tiempo. Para Juliette, Graham y Will, Becky era una especie de Santa Claus.

Aunque, de repente, Mind exigió hacer ese papel.

—Como no tenemos que hacerlo a la manera de mamá este año, yo voy a ser Santa Claus —anunció, corriendo hacia el árbol con una sonrisa de felicidad que Freen nunca había visto hasta entonces.

Mind había crecido en confianza ese año. Quizá haberse convertido en enfermera diplomada había contribuido al cambio, claro, aunque la emancipación de sus padres sin duda era un factor en su crecimiento como persona. Fuera cual fuera el caso, ya no tenía miedo.

—Tú primero, Freen.

El primer regalo era para ella. A Mind siempre se le habían dado bien las manualidades, una afición a la que se dedicaba en su propia habitación, sin molestar a nadie. Y Freen se quedó encantada al ver un álbum de fotografías y recortes de periódico de todas las competiciones en las que había participado desde los cinco años, cada una rodeada de una artística decoración y divertidos comentarios.

—¡Es precioso! Debes de haber tardado años en hacer esto.

—Lo he hecho con todo mi cariño —los ojos de su hermana brillaban de alegría— Has sido la mejor hermana del mundo para mí, Freen. Esto era algo que podía hacer por ti.

—¡Muchísimas gracias!

—Déjame ver —dijo Becky, sentándose a su lado en el sofá para mirar las fotos de la niña que había empezado montando un pony y había terminado siendo una campeona.

—También tengo algo especial para ti, Becky —dijo Mind, inclinándose para sacar algo de debajo del árbol— Al menos, espero que sea especial.

—Si es tan creativo como esto, seguro que me va a encantar —sonrió ella.

Mind le dio un paquete primorosamente envuelto y se quedó esperando, nerviosa, mientras Becky rasgaba el papel y sacaba un jersey de lana azul hecho a mano con un caballo negro bordado en la zona del pecho.

—He ampliado una foto de Midnight Magic para poder hacerlo —explicó Mind — Hará frío en Inglaterra durante la Copa del Mundo y he pensado que podrías ponerte este jersey mientras animas a Freen

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