EL CHOQUE

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Me desperté antes del amanecer, con una mezcla de emoción y nervios que hacía imposible volver a dormir. Hoy era el día de mi entrevista, y aunque tenía cuatro horas para prepararme, sabía que cada minuto contaba. Salté de la cama a las 6 lista para enfrentar el desafío.

La primera parada de mi rutina matutina fue una ducha caliente, el agua ayudándome a despejar la mente. Luego, realicé el wudú y recé el fajr, buscando calma y concentración en esos momentos sagrados. Sentí cómo la tensión se desvanecía un poco, dejándome con una sensación de paz.

Con el estómago rugiendo,
-Sbah lkhir -me dijo.

-Hola, mamá -le respondí.

-¿Nerviosa? -preguntó, sonriendo.

-Muchísimo. Espero que me acepten. Me desperté temprano por los nervios -le confesé.

-Hiciste bien. Nadie sabe lo que va a pasar, pero estar preparada siempre es mejor -dijo ella con calma.

Después de desayunar, fui a mi habitación. Me hice un maquillaje natural, sin exagerar, y me vestí formalmente. Como aún tenía tiempo, llamé a Rania, mi mejor amiga.

-Hola, tía -dije al contestar.

-Hola, hobbi. ¿Ya estás preparada? -preguntó ella.

-No, me estoy muriendo de los nervios. No me siento mentalmente preparada -admití.

-Jajaja, tía, tranquilízate. Todo va a salir bien, inshallah -me animó.

-Inshallah -contesté.

-¿Te paso a buscar y te llevo? -ofreció.

-¡Gracias! No me apetecía ir en taxi -respondí, aliviada.

-Nos vemos -dijo antes de colgar.

Rania llegó y me recogió en su coche. Para calmarme, empezó a contarme sobre su día.

-A ver si te encuentras a algún chico por ahí -dijo, picarona.

-Ya sabes que no estoy interesada en el amor ahora mismo -repliqué.

-Nadie sabe lo que va a pasar en unas horas -dijo, riendo.

-Uff, para ya. Hablemos de otra cosa -le pedí.

-A sus órdenes, princesa -dijo entre carcajadas.

Me dejó en la entrada del Camp Nou, donde trabajaría si me aceptaban. El lugar era enorme, y aunque sabía dónde debía ir, de alguna manera me perdí. Justo cuando estaba escribiendo un mensaje para pedir indicaciones, alguien se chocó contra mí, haciendo volar mis papeles.

-¡Es que no miras por dónde vas o qué! -le dije furiosa.

-¡Tú también estabas distraída con el móvil! -respondió él, frío.

-Si no hubieras corrido, no nos habríamos chocado. Esto no es una pista de atletismo -dije recogiendo mis papeles.

-La culpa es de ambos, esto es increíble -replicó.

-Ahora llegaré tarde por tu culpa. Gracias, eh -dije, y me fui.

Era un chico de unos 25 años, moreno, con cabello rizado y ojos verdes. Guapo, pero lo odiaba. Parecía tener rasgos marroquíes.

Corrí y, por suerte, encontré el lugar de la entrevista. Me fue genial. Espero que me acepten, inshallah. Si me aceptan, empiezo la semana que viene. Después, me dijeron que podía dar una vuelta por el Camp Nou. Mientras exploraba, mis ojos se encontraron de nuevo con el chico de antes.

-Te odio a muerte -me dijo él.

-El sentimiento es mutuo -respondí.

-¡Adam, ven ya! -gritó una voz desde el vestidor.

Así que se llama Adam.

Llegué a casa cansada y encontré a mi hermana cocinando macarrones.

-¿Qué tal la entrevista? -preguntó.

-Fenomenal. Creo que me van a coger, inshallah -dije.

-Inshallah ya rabi -respondió ella.

-Antes de la entrevista, casi no llego por un imbécil -le conté lo sucedido.

-Pobre chico, tú también tenías la culpa -dijo.

-¿Ahora estás de su lado? ¡Bravo! Todo el mundo me echa la culpa a mí -repliqué.

-No estoy del lado de nadie -dijo.

Los macarrones estaban deliciosos. Después de comer, recé y tomé una siesta de tres horas. Al despertar, hice el wudú y recé el asr. Luego preparé un tajín para mi madre, que estaba a punto de llegar.

-Salam, mamá -dije al abrazarla.

-Salam, 3omri. ¿Cómo fue la entrevista? -preguntó.

-Cuando te duches y nos sentemos a cenar, te cuento todo -respondí.

Durante la cena, le conté a mi madre y a mi hermana sobre la entrevista.

-Me fue bastante bien. Pasado mañana sabré si me aceptaron -dije.

-Inshallah te acepten -dijo mi madre.

-Amin -dijimos mi hermana y yo al unísono.

Lavé los platos y charlé con mi madre y mi hermana sobre nuestras cosas. Evité mencionar el incidente para no preocupar a mi madre. Más tarde, hablé con Rania sobre la entrevista y el accidente. Ella también opinó que la culpa era compartida. Después de la llamada, recé, hice mi rutina de cuidado de la piel, me puse el pijama y me metí en la cama, exhausta pero satisfecha. Dormir nunca me cansa, especialmente después de un día tan intenso.

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HOLAAA, ESPERO QUE LES HAYA GUSTADO, ES MI PRIMERA VEZ ESCRIBIENDO, TENDRÉ ALGUNAS FALTAS DE ortografía, perdón.

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