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En una habitación oscura, donde la luz del sol no penetra las gruesas cortinas y la luz del día es inexistente, Ella se arregla mientras la radio suena: acomoda su cabello, peinado como un panal de abejas, retacado en laca. Lame sus colmillos para retirar el labial que se ha embarrado en ellos:

-La carne de los cabritos maduros es buena... pero la carne tierna, es mejor aún ... -Ella, acaricia la postal de un angelito, que le ha enviado alguien de algún lugar lejano.
Al pararse de la silla frente a su tocador, se acomoda el vestido a minifalda de cuadros negros y blancos, como cualquier mujer de su época. Toma su carterón y se dirije hacia la puerta:

-Tanto arreglo y jamás consigues un hombre, hija- su madre, sentada en una silla de ruedas en la sala, mira con desprecio a Ella, que ha salido con muchos ánimos de su habitación.

-Ahorita regreso, madre

-Mas te vale que con algo ya, no me gusta que sigas de solterona. Ya tienes 30 años.

Ella agarra con fuerza el asa que abre la puerta de su hogar, sintiéndose frustrada por las imposiciones de su madre... sabiendo que... tenía otros gustos (si es que a eso, se le podía llamar así).

Comienza a caminar con cierta ansia por las calles de la ciudad, buscando postes donde pegar las hojas que lleva bajo el brazo"ME CONTRATO DE NIÑERA, LLAME AL TELÉFONO...
"Si esto no funciona, mi vida ya no tendrá más sentido...-Ella siente que el aire se le va- los cabritos maduros, no me hacen mella. Necesito carne, carne suave...".

En medio de la gente que pasa, siente que alguien la observa: aquel Lobo Antropomorfo gigante la mira de lejos, riéndose por lo bajo de su patetismo. Ella, se frota los ojos evitando quitar los kilos de maquillaje que lleva encima: el lobo no está .

"¡Mierda! Se ha ido otra vez, y no puedo hacer nada". Piensa.

Continúa pegando sus afiches en los postes, como quien hace una peregrinación pagando sus culpas. Vuelve a lamer sus colmillos disimuladamente y se da cuenta de sus deseos inmundos otra vez. Ha llegado al último poste, enfrente de la casita adorable de la familia de Ángel, aquella casa que la dejó anonadada esa mañana. El silbato del Afilador de Cuchillos suena con fuerza, despertando a Ella de su letargo.

El Afilador baja de su bicicleta, frustrado. Dody, ladra desde el jardín.

-¡Escúchame! ¡Necesito que tú y ese dichoso maestro abran la puerta!

Dody continúa ladrando, y Ella, observa todo el show. Después de una rato, la puerta es abierta por Ángel... es un sábado antes de la partida de Panchita :

-¿A quién busca?- pregunta el niño, mientras abraza a su nueva oveja de peluche.

-¿Estará tu mami?- el Afilador se limpia el sudor e intenta modular su voz.

Ella, siente como si fuera todo una epifanía: era la señal. Ese niño que vio en el parque, la oveja de peluche...

El Lobo Antropomorfo aparece detrás de Ella:

-Veo que al fin intentarás mostrarme supremacía. No puedes. Eres ridícula. Recuerda que hice yo... Hace años, en la alameda del parque, entre los arbustos.

Ella, empieza a tomar con fuerza sus sienes.

-No puedes. No te van a contratar.

-Necesito carne... Carne suave... - susurra la fémina mientras continúa agarrándose la cabeza, evitando que otras personas la vean, se ha escondido en un árbol cercano.

Después de esta intervención, Ella, se da cuenta que Ángel no está, pero a cambio, Panchita habla con el Afilador :

-No insista por favor, la señora no está en casa...

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⏰ Última actualización: Feb 24 ⏰

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