𝟎𝟐. 𝐄𝐥 𝐛𝐚𝐢𝐥𝐞

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— NO MIRES, NO TE PONGAS LAS MANOS A LA espalda, no digas "por los clavos de Cristo", no digas "bestial", no estreches la mano, no silbes

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— NO MIRES, NO TE PONGAS LAS MANOS A LA espalda, no digas "por los clavos de Cristo", no digas "bestial", no estreches la mano, no silbes. Kate, confío en que tú no necesitas que te vigile. — Dijo Meg mirándonos a ambas.

— Meg March, estás preciosa. — Dijo una chica acercándose a nuestra hermana y llevándosela a bailar.

— Espero y tú no te vayas. — Me dijo Jo, pero en ese momento un chico se acercó a nosotras.

— Señorita March, ¿me concede este baile? — Dijo el recién llegado extendiendo su mano hacia mí.

— Lo siento, Jo. Sería un placer. — Le respondí dándole la mano.

Empezamos a bailar y a charlar, pero la verdad que no se me hacía muy interesante así que iba cambiando de pareja de vez en cuando.

Después de un par de bailes localicé a mi hermana Jo señalándonos y en eso aparece un chico por la cortina donde se tapaban.

Nunca había visto a un hombre tan atractivo como él. Su pelo rizado ligeramente desordenado, mandíbula bien marcada, era simplemente perfecto.

Vi como el chico le decía algo a mi hermana y hacíamos contacto visual.

— Discúlpeme un momento. — Dije a mi acompañante y fui a dirigirme hacia ellos. En ello otro caballero se me acercó y me enseñaron que era una falta de respeto negarse, así que tuve que aceptar.

Seguía bailando pero no prestaba atención a la conversación, solo podía pensar en el chico que acompañaba a mi hermana.

Al acabar el baile vi a Meg sentada en un sillón y fui hacia ella.

— Meg, ¿estás bien?

— No, creo que me he doblado el tobillo. — Dijo señalándose el pie.

— Ven, vamos a casa. — Le ayudé a levantarse y vi a Jo por una ventana por lo que nos acercamos a ella y toqué el cristal.

Jo se acercó a este y le hice señas de que Meg se había torcido el tobillo, ella lo entendió enseguida y entró a por nosotras, pero no iba sola, venía con el chico de antes.

Caminábamos hacia la salida, mi hermana y yo ayudábamos a Meg a caminar mientras el chico iba al lado de Jo. Me sonaba mucho, una cara tan peculiar no sería fácil de olvidar.

— ¿Cómo voy a llegar a casa? — Preguntó Meg cojeando.

— Pues salvo pedir un coche o quedarte aquí toda la noche, no sé qué más puedes hacer. — Propuso Jo.

— Los coches son muy caros. — Respondió Meg.

— Jo y yo te podríamos llevar pero vamos a tardar días. — Les dije.

— Deje que la lleve yo, vives aquí al lado. — Se ofreció el chico. Ya sé de que me sonaba, es el señor Laurence, vive en la mansión al lado nuestra.

— Oh, no gracias, no podemos aceptar. — Negó la mayor.

— Venga en mi coche, por favor. — Insistió el señor Laurence.

— No, es muy pronto, no puede irse todavía. — Seguía Meg.

— Siempre me voy pronto, en serio. — Contestó el chico.

— Deja que nos lleve. — Le susurré a Meg.

— Vale, muchas gracias señor Laurence. — Cedió por fin Meg.

— Por favor, solo Laurie.

En el coche me senté enfrente de Laurie, pero el camino fue un poco incómodo, nadie sabía que decir excepto cosas triviales sobre la fiesta. Aunque de vez en cuando notaba alguna mirada fugaz por parte de Laurie, pero no me quería ilusionar.

Cuando llegamos primero bajó Jo la cual ayudó a Meg, y después Laurie que me extendió la mano para bajar.

— Muchas gracias. — Le dije aceptando la ayuda.

— De nada, señorita March.

— Soy Katherine.

— De acuerdo, Katie. — Dijo su mote con una sonrisa, se la devolví y fui corriendo a ayudar a Meg a caminar hasta la puerta de casa.

 — Dijo su mote con una sonrisa, se la devolví y fui corriendo a ayudar a Meg a caminar hasta la puerta de casa

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𝐀𝐥𝐰𝐚𝐲𝐬 𝐲𝐨𝐮 ··𝐋𝐚𝐮𝐫𝐢𝐞 𝐋𝐚𝐮𝐫𝐞𝐧𝐜𝐞··Donde viven las historias. Descúbrelo ahora