Capítulo 1

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Lorelei Weber nació en una fría choza en algún momento del año 58 del establecimiento de Panem, su madre siempre le comento con voz amorosa y ojos radiantes, que el día anterior a su nacimiento su padre se había lastimado el pie al luchar contra una mutación que al parecer se había escapado de uno de los vagones que iban rumbo a la nueva arena de ese año, a causa de esto ella tuvo que cruzar la cerca alambrada del distrito sola para poder comerciar algunos guantes de lana por un poco de medicina con los agentes de la paz.

Y de pronto cuando iba de regreso cruzando por la veta rompió fuente, los mineros la llevaron en brazos a la casa de la curandera que comenzó a palpar el vientre para encontrar la posición en la que estaba el bebé, mientras que los restantes llamaron a los agentes de la paz para ver qué hacer en esa extraña situación, después de un par de llamadas y algunos gritos se dictaminó que ella terminaría registrada en el censo del distrito.

Su madre al recuperar la conciencia luchó con uñas y dientes para que la dejaran marchar de regreso al bosque, el alcalde alegó que era imposible puesto que la recién nacida fue registrada en el distrito doce y ella con furia ardiendo por sus poros citó el acuerdo que se le había otorgado a su familia parrafo por parrafo con todas las cláusulas en orden, si bien Lorelei tenía la obligación de participar desde los 12 años en la cosecha, su apellido seguía siendo Weber por lo que la libertad de viajar por Panem Según la cláusula uno párrafo 12 era más importante que todas las demás cláusulas, además en ninguna se mencionó que en caso de uno de los descendientes terminará naciendo en un distrito tenía que quedarse ahí.

Con la lucha ganada y el orgullo latente su madre regresó al carro casa donde esperaba su padre y su hermano mayor.

Así Lorelei Weber fue entrenada por su madre y Hermano para ser la mejor, la mejor en caso de llegar a ser cosechada, con el paso de los años la pequeña niña de cabello castaño claro y ojos ámbar combatió con bestias que habitan los bosques, trepó árboles en segundos, curó sus propias heridas con nada más que hierbas silvestres, y nado lagos de gran extensión.

Su primera cosecha fue agonizante, debieron de reorganizar todo su viaje para poder llegar una semana antes al distrito doce y cada lugar por el que pasaban les recordaba que estaban yendo al posible funeral de uno de sus familiares, no fue mejor al llegar, la culpa los carcomía por unos dias despues de ver con alivio que los hijos de otros eran cosechados, la misma noche de ese día partieron rumbo a la vieja carretera que su familia hizo después de años viajando por los mismos senderos olvidados, todo para no tener que ver la transmisión de los juegos.

La segunda cosecha fue igual,Lorelei casi se mete en problemas al llegar un minuto después de realizado del registro, en realidad no fue su culpa, una de las llantas se había pinchado saliendo del distrito 11 y los únicos distritos que tenían llantas para vehículos que no fueran militares o de carga eran los mas cercanos al capitolio por lo que esperar a que llegara la llanta les tomó dos días, más el periodo de viaje, apenas llego a la frontera del distrito fue escoltada por guardias de la paz, su dedo fue pinchado dolorosamente y la empujaron con las niñas de su edad, todo salió bien al final del día.

[Actualidad]

Lorelei suelta un bostezo desde su camarote, con el cabello enredado cual nido de pájaros quita las incómodas cobijas que gracias al calor del distrito 11 se pegan a su piel, lleva sus manos a su cara y las aleja con desagrado al sentir que ahora están grasosas, el sentimiento de agradecimiento por no tener que vivir en ese distrito se asienta en su cuerpo, no es que le moleste el calor, podría vivir con eso, sin embargo no hay nada que los refresque, ni brisa marina, aire acondicionado o un bendito cubo de hielo que poner en su espalda mientras duerme, el calor llega a ellos a pesar de tener todas las ventanas abiertas y al parecer eso lo hace mas sofocante.

Baja la escalera de madera, toma la toalla que sobresale de su cajón y va al lago con el propósito de quitarse todo el sudor de encima, de ese lado hay un pequeño mulle en el que dejan sus cosas, como la pasta de champú artesanal para su cabello y la toalla de tono rosa desteñido, no se quita la camisa vieja que usa como ropa para dormir, con los años de experiencia de su madre con este estilo de vida nómada sabe que es mejor evitar la vergüenza de que sus cuerpos sean vistos por extraños, en el distrito doce por unos jóvenes que van a cazar de manera ilegal y en el distrito once por los guardias de la paz que usan sus binoculares para verlos cada vez que llegan en la caravana, al terminar coloca la toalla sobre sus hombros y regresa a su "habitación" para cambiarse con lo que llama su mejor ropa.

Un vestido estilo tent con mangas largas que no resalta en nada su figura, al igual que unas botas de montaña que en realidad no combinan con el vestido pero es lo de mejor calidad que tiene en caso de ser cosechada, sale con su cabello peinado en una moña rígida sin un solo cabello fuera de lugar en busca de su madre, camina un poco por el bosque hasta llegar a la reja donde la espera su mamá y su hermano.

-¿Dónde está la tía?

Su hermano le muestra una sonrisa triste- decidió quedarse para cuidar a tus primos y a nuestros hermanos menores .

El agente de la paz al otro lado golpea la reja para llamar la atención-¿Son todos?

-Si señor- Responde la mayor.

La reja se abre unos pocos centímetros para que ellos puedan pasar sin que haya un intento de fuga, el guardia los lleva hasta la estación de tren, en el camino las miradas curiosas de los habitantes hacen que su madre apriete más el agarre sobre los hombros de los dos muchachos con temor, es de madrugada, no deben ser ni siquiera las cinco am por lo que estas personas que esta afuera son simplemente peligrosas, el tren con la escolta que va al distrito doce los espera, firman un formato que valida su partida del distrito 11 y suben al tren, los guardias del tren les señalan unos sofás en los que pueden dormir así como el desayuno que esta servido en la mesa para ellos.

El tren el deslumbrante, aun en la madrugada con poca luz del día pueden decir que es simplemente lujoso, sentarse en una de esas sillas es como estar sobre una nube esponjosa lo que le recuerda a Lorelei que debe rellenar su almohada otra vez, puesto que ya no encuentra diferencia entre las tablas del camarote en el que duerme y la propia almohada, a las cinco de la mañana deja a su familia para ir a desayunar en el comedor, mientras prueba una masa esponjosa muy parecida al pan salta del susto al ver a la Escolta salir de su recámara con el rostro espolvoreado rosa.

-¡Vaya! tu debes ser Lorelei ¡Que adorable eres!¡Para tener 14 pareces de 12 años!

Sus mejillas son apretadas por las sedosas manos de la mujer, que rapido toma asiento frente a ella para desayunar antes de la cosecha.

-Un gusto conocerla señorita Effie- No cree que lo de la edad haya sido un cumplido, sin embargo se sabe que la gente del capitolio es bastante extraña con su forma de hablar-Le presentara a mi mamá y a mi hermano Jack, pero ellos están durmiendo en unos sillones.

Los ojos de la Escolta brillan ante la ambabilidad- Ohhh dios que educada eres, ojala todos los tributos que llevo fueran así, unos son muy desagradables- Al ver lo que la niña come los panqueques sin miel se escandaliza- ¿No sabes nada verdad cariño? esos son Panqueques y se comen con miel, jarabe de arce o incluso ¡chocolate! así solos no saben tan bien.

Lorelei parpadea como un búho debido a la gran cantidad de palabras en una misma oración y puede suponer que al menos tres de estas palabras no fueron del todo amables, aun asi le hace caso y llena sus panes con Jarabe de arce, el dulce inunda su paladar con gusto, puede concluir que Effie tiene razón, al menos sobre la comida.

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faith, trust and fairy dustDonde viven las historias. Descúbrelo ahora