4

1.8K 161 9
                                    

***

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

*
*
*

~Zona de lectura~

Tony frunció el ceño, tratando de retener los mensajes de Pepper.

Apenas había conseguido sentarse en la cama, hallar su celular entre los cajones de la mesita de noche que estaba al lado. Que no pudo entenderlos, menos contestarlos. Se sentía desorientado y excesivamente mareado, su cabeza le estallaba y el resto de su cuerpo lo notaba receloso consigo mismo -como si hubiera dejado de ser suyo y ahora le perteneciera a otro. 

Frotó sus ojos, ansioso por deshacerse de esa ensoñación que lo adormecía. Sin embargo, las sábanas con la que había estado envuelto tenían un aroma demasiado familiar. Uno que lo hizo recostar nuevamente, no pudiendo resistirse a esas feromonas. No cuando le ofrecían serenidad, seguridad y una tregua a su resentido cuerpo.

Le resultaba extraño su necesidad por refugiarse en las sábanas, por abrazarlas y hundir su nariz para oler más de ese fresco y cautivante aroma a tierra mojada.

—Steve. —Ronroneó el nombre del dueño de aquel aroma, jurando cómo sus fuertes y enormes brazos lo sujetaban por la cintura y con su calidez nublaba su mente a medida que percibía con mayor fuerza esas peligrosas feromonas.

Estaba jodido, demasiado.

Una marca recién hecha yacía por debajo de su nuca, la responsable de su inusual estado.

*
*
*

~Tres días antes~

Tony divisó a Stephen en la recepción de su oficina, sus manos se movieron inquietas y su corazón latía con el doble de rapidez. Podría jurar en ese instante que sufriría de un infarto y no estaba seguro de acusar a Stephen o a Steve.

Quizás debería ir contra el segundo, contra el alfa dominante que aparentemente le había ocultado varias facetas suyas. Porque precisamente por esa razón, él no sabía qué esperar cuando se encuentre con Strange.

El miedo por una mala reacción de Rogers estaba presente, no lo negaría.

La irracionalidad que le mostró la noche anterior justificaba su sentir, que se había propuesto evitar el roce entre ambos alfas. Por lo que no pudiendo detener a Strange de venir a Stark Industries, se aseguró de que lo hiciera primero. Solo para despedirlo tan pronto como arribó, colocando excusas absurdas para posponer la invitación del almuerzo.

Stephen no se quejó; por lo contrario, fue comprensivo y gentil. Lo que terminó siendo peor para el beta.

—Entonces nos vemos el domingo. —Propuso Strange, mientras se giraba e interrumpía el avance de Tony -quien no había dejado de mirar con nerviosismo las puertas del ascensor.

—Sí, el domingo. —El beta se esforzó por darle una sonrisa sincera, por no apartarlo cuando se acercó a dejar un beso en su mejilla.

Tenía que relajarse, Stephen ya estaba por irse y Steve no llegaba.

Mi Preciado beta, mi preciado Tony Donde viven las historias. Descúbrelo ahora