CAPÍTULO 14

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La última - Aitana

Vuelta a diciembre. ¡Qué felicidad!

La reina del sarcasmo ha vuelto.

Hoy se cumple un año desde que discutí con Shawn. Así que, sí. Hoy es Navidad. Lo hemos celebrado por la mañana, pero yo sigo sin estar bien. Después de mi charla con Chris, me volví a cerrar y no hablé con él del tema. Aunque esta vez, me permití ver a mis amigos. Nick me había estado llamando más estas semanas, al menos algo bueno. Parecía estar mejor. Hacía unos días, me había enterado de que Shawn había vuelto, aunque Sarah dijo que lo había hecho porque no quería dejarla sola por algo que pasó, no quiso entrar en detalles.

Sin embargo, yo no había ido a verlo, a pesar de que Nick me dio varios consejos para arreglar las cosas con él, como ir a su casa y decirle cómo me siento, o que su hermana me ayudara a quedar con él, lo que fuera. Pero no me sentía capaz. Estos meses sentía que había adelgazado más y, cómo no, mis ojeras estaban cada vez más marcadas. Mis ganas de vomitar al comer habían vuelto, y con ello los recuerdos.

Tampoco fui a verlo en año nuevo. Pero el día diez de enero, quise verlo. Necesitaba hacerlo. Así que cogí mi coche —sí, ahora tenía carné y conducía un coche que me regalaron mis padres—, y conduje hasta la casa de Shawn. Necesitaba hablar con él. Aparqué frente a su casa y bajé del coche.

Dudé unos segundos antes de tocar la puerta de Shawn, pero finalmente lo hice. Un nudo se formó en mi garganta. ¿Cómo reaccionaría al verme después de más de un año? ¿Me seguiría odiando?

Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando Shawn abrió la puerta. Vi como su sonrisa de oreja a oreja era reemplazada con una expresión seria al instante en que me veía.

—¿Qué haces aquí? —casi escupió esas palabras.

—Tenemos que hablar.

—Qué pena, no tengo nada que decirte —intentó cerrar la puerta, pero metí el brazo delante y tuvo que volver a abrir.

—Yo sí tengo que decir unas cuantas cosas —le dije.

—No quiero oírlas.

Intentó cerrar la puerta nuevamente, pero, otra vez, metí el brazo. Él me miró más enfadado aún y resopló.

Me dolió la brusquedad de sus siguientes palabras:

—Aparta el brazo o me dará igual que esté ahí.

—Déjame hablar —insistí, en un tono firme.

—No te quiero ver, no te quiero oír, no quiero... No quiero que me mientas en la cara —su voz sonó con desprecio, pero también rota—. No vas a volver a jugar conmigo.

—Shawn, no te voy a mentir.

—Bien, habla. Adelante —se cruzó de brazos, esperando que yo hablara.

—Primero que nada, quiero felicitarte por tu papel en Feel something. Y... Lo más importante, quiero pedirte perdón. Cuando me contaste lo de los cortes estabas borracho, luego no te acordabas de que me lo habías contado y... Tuve miedo. De que te alejaras y no me dejaras ayudarte.

—Y ahí está la primera mentira —negó con la cabeza, y yo lo miré confundida—. No tenías miedo de que no me dejara ayudar, nunca te importó eso.

—Eso es mentira. No puedes actuar como que nunca fuimos nada, como que nunca sentimos nada.

—Si crees que fuimos algo, te has estado engañando, Ellie. Nunca fui nada para ti. Para mí lo eras todo, y para ti... Yo... Yo solamente fui un juego.

AQUEL CHICO DE LA DISCODonde viven las historias. Descúbrelo ahora