CAPÍTULO 24

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Look what you made me do - Taylor Swift

—¿Qué tal en la playa? —propuso Shawn— A Jack Ross y Jennifer Brown les salió de maravilla.

—Hm, en el libro es bonito, pero en la vida real no es algo que yo haría —dije—. ¿Qué tal un lago?

—No sé, no me convence —negó con la cabeza.

Y entonces Shawn pareció tener una idea.

—Lo tengo —comentó con una sonrisa orgullosa—. El mirador. Es el sitio perfecto. ¿Qué mejor sitio para casarnos que viendo las estrellas? El sitio que básicamente nos unió aún más.

Lo consideré unos segundos. Era muy buena idea. Y me entusiasmaba mucho celebrar la boda ahí. Era perfecto.

—El mirador es genial, ¿pero nos dejarán estar ahí?

—Ahora tengo contactos —sonrió, orgulloso—. Lo conseguiremos. Pero esto lo pensaremos mañana, porque hoy tengo ganas de salir contigo. ¿Te apetece?

—Claro —le di un pico—. ¿A dónde vamos?

—¿Sabes algo que no hemos probado y debe ser divertido? Comprarnos ropa. Tú a mí y yo a ti. La gracia es que solamente podamos elegir la del otro.

—¿Y esa ingeniosa idea de dónde ha salido?

—De cierta rubia que ha arreglado las cosas con Liam —esbozó una sonrisa—. Llamó mientras te duchabas. Se me olvidó decírtelo.

—Bueno, pues me alegro mucho de eso. Y sí, vamos a probar eso —me reí—. Se vale cualquier cosa menos algo que nos ridiculice.

—Hecho —me besó.

Y tras un rato, estábamos fuera. Shawn me había dejado conducir tras un rato insistiendo. No se fiaba mucho de mí y al principio se sujetaba fuerte a su asiento, pero cuando vio que conducía bien, se relajó. Llegamos al centro comercial y entramos a la primera tienda.

Él supo a donde quería ir perfectamente. Cuando lo vi, me puse roja. Estaba en la zona de lencería.

—¡Shawn! —exclamé.

—Es para la luna de miel —se excusó, encogiéndose de hombros con sus manos en los bolsillos.

Negué con la cabeza entre risas y él escogió un conjunto de lencería de color negro.

—¿Te gusta? —preguntó sonriente.

—No está mal.

—Toma —me lo lanzó por el aire—. Tu primer regalo de bodas. Ahora elige, ¿primero a las sudaderas o a los vestidos?

—Vestidos tengo muy pocos, vamos.

Fuimos al pasillo de los vestidos y él observó uno por uno.

—Muy cantoso. Feísimo. Este es mono pero se trasparenta —se rió tras esa frase—. No es un gran problema para mí, pero tienes que estar cómoda. Este no es tu estilo. Oh, Dios. Este es perfecto.

Sacó el vestido de dónde estaba y me lo mostró con una sonrisa de oreja a oreja. Era un vestido azul celeste, con tirantes, con escote cuadrado y una pequeña abertura en una pierna. Tenía pequeñas flores moradas como estampado. Me gustaba mucho y definitivamente era mi estilo.

—¡Es precioso! —le dije.

—Segundo regalo —me lo lanzó—. Ahora la sudadera.

—Espera. Ahora me toca a mí. Vamos a... —pensé— ¡Ya sé! Las camisas. Tienes muy pocas.

AQUEL CHICO DE LA DISCODonde viven las historias. Descúbrelo ahora