Capítulo tres

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¿Cuántos días habían pasado? Jeongin se pregunta, pero no hacía el esfuerzo por saberlo, él bien podía preguntarle a Hyunjin. Pero ni siquiera le había visto desde aquel extraño encuentro. Había visto de nuevo al amigo de Hyunjin: Bangchan. Aunque él sólo iba a aventarle algo de comida y agua, y también lo soltaba para llevarlo al baño, pero no habían platicado en absoluto. Ahora sí que sentía como un secuestro real, sus pies seguían amarrados a la cama y, aunque sus manos tenían un nudo demasiado flojo, él no había intentado liberarse. Todos los días se limitaba a ver el techo y suspirar de aburrimiento.

Y le seguía dando vueltas al tema de quién realmente era Hyunjin. Su cabeza había dolido en algunas ocasiones por pensar tanto en eso.

Todo lo que estaba pasando era tan extraño.

Escucha la puerta abrirse pero no despegó su vista del techo, seguramente era Bangchan quien venía a aventarle más comida y un vaso lleno a la mitad de agua. Mentiría si decía que Bangchan le agradaba, en realidad, era todo lo contrario. Le odiaba, era demasiado creído y la miseria de comida que le daba le estaba haciendo adelgazar. Y la poca agua que le daba... era un jodido cabrón.

Claro que tampoco esperaba que le dieran comida de hotel cinco estrellas, pero agradecería un poco más de agua.

—¿Qué tal la estancia? —desvió la mirada y se encontró con los ojos cansados de Hyunjin, las ojeras eran más marcadas que antes y parecía luchar para que sus parpados no se cerraran.

—Supongo que bien para ser un secuestro.

Hyunjin ríe y se sienta al lado de la cama donde Jeongin se encuentra acostado, mirándole inexpresivamente.

—Que cómico. —dice, sonriendo ligeramente. —Justo ahora he terminado de asesinar a una chica de dieciocho años, creo. Estoy hecho polvo.

Jeongin ladea la cabeza y hace una mueca con la boca, no sabiendo si ignorarlo o gritarle lo cabrón que es. Optó por quedarse callado, mirando como Hyunjin bostezaba, viendo la pared. En realidad, si parecía más que cansado, parecía que, si dormía, seguramente no despertaría hasta dentro de un mes o tal vez más. Era gracioso incluso decir que parecía tener ojeras en las ojeras.

Su secuestrador chasqueó la lengua y se inclinó para desatar sus manos, cuando estás están libres, gime de placer al poder moverlas libremente, incluso los hombros ya le estaban doliendo. Bangchan sólo le había soltado las veces que lo llevaba al baño y lo hacía apurarse como si estuvieran llegando tarde a algún lado. Bufó y miró a Hyunjin quien le devolvía la mirada sin alguna expresión en concreto.

—Sí... —Hyunjin susurró sin apartar sus ojos de los de Jeongin. —Creo que ha esta chica la han estado buscado desde hace... no sé, ¿cinco años? Seguro que la conoces, comandante, su nombre era Nayeon.

Aunque no sabe si creerle a Hyunjin, abre los ojos con sorpresa al recordar el nombre. Claro que conoce a la chica, pues esta era hija de un compañero de trabajo. Se siente frustrado sin saber por qué, y sin detenerse a pensar, alza el brazo para propinarle un fuerte puñetazo en su cara. Claro que su fuerza no era sorpréndete, pero sabía que le dolería, y aun así, los reflejos de Hyunjin eran mejores y detuvo su puño antes de que este si quiera le rozara. Gimió.

—Hagamos esto más fácil, Jeongin. —respondió mientras apretaba con fuerza su muñeca, apegándola a la cama, haciendo lo mismo con la otra, luego, se subió encima de Jeongin. —Sabes, lo he pensado, amo estar arriba de ti.

Jeongin parpadea sin saber que decir. Después, saliendo de la impresión que la acción del contrario le causo, lucha para liberarse del agarre en sus manos. Aunque ya han estado en esa posición en una ocasión diferente, eso no significaba que ya estuviese acostumbrado.

𝗸𝗶𝗱𝗻𝗮𝗽𝗽𝗲𝗿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora