Capítulo uno: Aquel pequeño sobre.

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R e b e c c a   A r m s t r o n g

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R e b e c c a A r m s t r o n g

Corrí hasta el baño por segunda vez en cuestión de minutos recibiendo miradas extrañas.

Seguramente pensaban que me había venido la menstruación o que me estaba cagando.

Quiero llorar.

Tal vez pensaban que corría de manera rara. No lo sé.

Pero la vergüenza y timidez que suelo sentir siempre eran inexistentes ante la angustia de que a mi mochila le haya ocurrido algo.

Mi mente maquinaba millones de probabilidades: alguien la tomó, la robaron, o se apropiaron de algo que había dentro, o estaba en camino a objetos perdidos.

En objetos perdidos nunca recuperabas nada. De hecho, todo lo que entraba allí se perdía, que contradicción tan estúpida pero tan real.

Y si tenías suerte de encontrar lo que perdiste, te hacían miles de preguntas para saber que era tuyo.

Tenía hambre como para pasar por objetos perdidos.

Ojalá la hayan robado y no enviado a objetos perdidos.

Mentira.

Mis ojos brillan al notar que estaba en donde la dejé.

- ¡Que suerte! -tomé mi mochila y la abracé.

Si, me veía estúpida abrazando y dando besos a una estúpida mochila de color rosa pastel.

Y me ví más estúpida cuando le dije te amo. A una mochila.

Pero allí estaban los apuntes de mis clases, mis costosos libros para la universidad, algo de dinero, comida y lo más importante, mi celular y auriculares.

Sin estos dos últimos no sobreviviría.

Mi preocupación de haber perdido algo ahí dentro se desvaneció cuando noté que tenía el mismo peso de siempre y todo estaba cerrado, además, no había perdido mi mochila por más de diez minutos y el campus era seguro.

Pero verifico que en el bolsillo pequeño estén mis dos bebés, repito, mi celular y mis auriculares.

- Si ser pendeja fuese un trabajo yo sería millonaria. -susurro y parezco loca ante los demás hablando sola.

Es que... ¿Cómo se me puede perder la maldita mochila EN LA MALDITA UNIVERSIDAD? si es lo impredecible que tienes cerca tuyo.

Volví a la cafetería sin soltar mi mochila y Huilin me esperaba con un gesto de confusión.

La famosa Huilin Reeves.

- ¿Se puede saber por qué te fuiste corriendo de la nada? -me reprochó.

- ¿Cómo es que no me dijiste? -me quejé.

- ¿El qué? -preguntó Huilin mientras seguía robando papas fritas de mi bandeja sin descaro alguno.

- ¡¿Acaso no notaste que no traía mi mochila conmigo?!

- La verdad es que no. -musitó por la boca llena.

- Huilin, Dios mío, ¿cómo no pudiste darte cuenta de que no traía mi mochila si estamos en la universidad?

- Es que hay algunos que ni siquiera traen un lápiz. -se defendió.

Tenía razón.

- Yo a veces no traigo la mochila, porque me olvido, no tengo ganas o porque no combina con mi outfit. -agrega y reímos.

Pero era imposible que yo, Rebecca Armstrong, no trajera su mochila a clases, pues soy una amante de la responsabilidad universitaria en cuanto a mi desempeño y organización.

Por algo soy la mejor en las clases que tomo.

- Gracias por cuidar mi comida. -digo en un tono sarcástico.

Huilin se había comido mis papas fritas y estoy segura de que algún que otro mordisco le había dado a mi hamburguesa.

- De nada. -responde en el mismo tono sarcástico y toma de su refresco.

Huilin era mi mejor amiga desde que tengo memoria, somos tan unidas que incluso habíamos elegido estudiar la misma carrera universitaria.

Ella se destaca por su largo cabello negro con mechas rojas y su característica forma de maquillar sus párpados en color negro, así, logrando que sus ojos verdes sean penetrantes.

Huilin es muy bonita. Y también, muy divertida. Es muy segura de sí misma, además no tiene filtro para decir las cosas.

Es todo lo contrario a mí.

- Termina rápido tu comida, tenemos clases en diez minutos. -dice Huilin.

Miro mi reloj y mis ojos giran del estrés.

Maldigo para mis adentros el hecho de que siempre tenemos que esperar media hora en la cafetería para que nos entreguen nuestra comida, provocando que perdieramos más de la mitad del pequeño espacio de tiempo que nos quedaba entre clase y clase.

- Me olvidé de contarte. -vuelve a hablar mientras observa como le doy bocados rápidos a mi comida.

Acto seguido nos perdemos en la conversación y ambas soltamos una grosería al notar que el tiempo pasó más rápido de lo que esperábamos.

Corremos a la clase de derecho penal II mientras maldecimos por el gran tamaño de la universidad y pedimos disculpas a la licenciada por llegar tarde.

Vamos al fondo del aula, como siempre, y abro mi mochila, mi preciada mochila que lo era aún más luego de haberla perdido por algunos minutos.

Saco mi cuaderno color verde pastel y un sobre cae al piso.

- ¿Qué es esto? -susurro sin llamar la atención.

Levanto el pequeño sobre y las palabras que hay en el me aturden.

"Lo siento si esto es algo extraño."

Abro el sobre y saco el papel. Leo el contenido de este una y otra vez sonrojandome porque alguna extraña me hizo este detalle.

"Me muero por ser cercana a tí porque luces como una chica muy simpática, pero eres tan bonita que me aterra acercarme a hablarte. Es por eso que opté por esta extraña forma de llamar tu atención, si estás dispuesta a darme una oportunidad de conocernos, este es mi número ####"

Oh. Por. Dios.

Mi piel se queda helada por unos segundos y me siento mareada.

🥀🌸

N/A: HOLI, como lo prometido es deuda esta historia se estrena hoy, 1 de enero, pese a que casi me muero por la terrible resaca que traigo por el festejo de año nuevo.

Mini aviso: Hoy, también, comienza el especial de una semana con actualizaciones todos los días. Besos y gracias por el apoyo <3

Anónima © FreenBecky #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora