Lluvia y Fuego (Capítulo 7)

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Naruto apagó la aspiradora y resopló, aliviado. Ya casi había terminado con la limpieza. Konan le dijo que saldría tarde del trabajo ya que era su último día y tenía que dejarlo todo organizado para la siguiente persona que tomara su lugar, así que quería tener todo listo antes de que ella llegara. Solo quedaba la habitación de Konan. Luego prepararía té y algo dulce. Entró en la habitación para poner orden antes de pasar la aspiradora por el suelo. No había nada fuera de lugar, porque era la habitación de Konan. Ni una prenda de ropa, ni un papel, ni siquiera un pelo en la superficie de la mesa de luz o del pequeño escritorio. De todos modos, enchufó el aspirador. En un minuto repasó el suelo, continuó con un paño húmedo traído de la cocina y fregó todo lo que estuvo a su alcance, incluso el marco de la ventana.

Fue a tomar la aspiradora para guardarla cuando vio el cajón medio abierto entre las puertas del armario. Apenas sobresalía de los demás, y Naruto sabía exactamente de qué cajón se trataba. Se acercó en silencio, como si temiera una trampa, y con los dedos retiró el cajón.

Sobre el atuendo doblado de Akatsuki, un anillo parpadeaba contra la luz del techo. Descansaba, misterioso. Naruto quedó atrapado al instante por la incrustación de amatista que lo coronaba. Había algo en su brillo, o tal vez un espeso silencio que se apoderaba de su forma. Una resonancia extraña parecía surgir del anillo, un susurro mudo, vibrante, como si lo estuviera llamando.

Extendió la mano, temeroso, y un escalofrío recorrió su espina al tocarlo. Las imágenes de su batalla con el poseedor del Rinnegan acudieron a él. Como un pálido relámpago, se le apareció la figura inmóvil de pelo anaranjado y ojos muertos. El anillo quería decirle algo. Gritaba en algún plano que Naruto no comprendía. Naruto ya podía ver sus propios dedos sosteniendo el anillo, su pulgar derecho estirándose...

-¿Qué estás haciendo?

Naruto se estremeció. Konan lo miraba, tensa, desde la puerta de la habitación. Giró lentamente la cabeza hacia sus manos, y vio lo que estaba a punto de hacer.

-Yo...

-Tocaste su anillo.

-No, Konan, escucha, solo estaba limpiando aquí y-

-Tocaste su anillo.

Su rostro se endureció. Naruto dejó el anillo donde estaba y cerró el cajón.

-¿Y qué?

Konan volvió a levantar la vista, entre enfadada y asombrada.

-¿Y qué? Como si no lo entendieras. -Se interpuso entre Naruto y el armario y le plantó una mano en el pecho para apartarlo, pero cuando Naruto quiso agarrarle la mano, ella la sacudió violentamente a un lado.

-Tocaste su anillo -gritó ella.

-Konan... ¿Qué te ocurre?

-Sal de la habitación.

-Esta es mi casa.

-Sal de aquí.

-No.

-Sal. De aquí.

-¿Crees que no lo entiendo? ¿Cómo no iba a entenderlo?

-No, no lo entiendes -dijo Konan, azotándolo con la mirada.

-¿Después de todo esto? ¿De verdad crees que no te entiendo? ¿Lo que pasaste y lo que te sigue pasando hasta hoy?

-Nuestros sufrimientos son diferentes.

-Konan.

-Quiero estar sola, vete.

Naruto no respondió, a punto de estallar.

Momentos de Lluvia y Tristeza (Moments of Rain and Sorrow)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora