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El suspiro pesado que salió de sus labios entreabiertos empañó el vidrio de la puerta del auto en el cual llevaba más de seis horas recargado, adoraba a sus abuelos, pero ir a verles era una completa tortura, desde largas horas en el auto hasta más horas en una avión. Sus piernas estaban entumidas y su trasero dormido, ante su notable calvario el ambiente a su alrededor parecía desencajar con él, pues a su lado un pequeño de siete años cantaba por sabra dios cuánta vez una pequeña parte de una canción infantil que escuchó de la radio justo a los minutos de haber emprendido dicho viaje de regreso a casa.

La mujer en el asiento del copiloto noto la desgarbada expresión del adolescente y ante ello, una sonrisa maternal se plantó en sus labios.

— ¡Y las aves vuelan por el cielo azul hacia sus nidos en las nubes! — comenzó a cantar ella también acompañando su cántico con ritmicos aplausos.

— ¡Para alimentar a sus polluelos y hacerlos crecer! — continuo el pequeño con mucho más entusiasmo.

— Basta — suplicó — por favor.

— ¡¡Y las aves vuelan por el cielo azul hacia sus nidos en las nubes!! — cantaron ambos a la vez.

— ¿Que tanto daño me puedo hacer si salto con el auto en movimiento? — preguntó seriamente.

La ronca risa del hombre que conducía llamo su atención al igual que de aquellos dos que cantaban con entusiasmo y un pequeño toque de maldad.

— Vamos _____ — le miró por el retrovisor unos segundos topandose con si fija mirada — exageras un poco.

— Jake lleva seis horas cantando la misma oración— respondió tratando de guardar la calma — ¡Seis horas!.

— ¿En serio? — se hizo la desentendida volteando a verlo — no lo habíamos notado.

— Mamá por favor — bufó.

— Mírate, tan molesto — rió con ternura.

— Cariño creo que ya lo torturamos lo suficiente — detiene las bromas de forma comprensiva — dejemosle descansar.

— Está bien — contesta resignada acomodándose en su asiento.

En verdad quería seguir jugando con si cachorro mayor, pronto volverían a su hogar y ahí debían actuar como la familia normal que se supone que eran, y eso incluía no más bromas sobre canes.

— ¡Gracias! — exclama aliviado.

— Tu también Jake — reprende a las pequeño de sus hijos — dejemos descansar a _____.

— ¡Esta bien! — respondió sonriendo.

El adolescente al tener su ansiado silencio se acomodo mejor en el asiento y trato de dormir un poco, y justo cuando estaba por lograrlo, sintió como un ligero peso caía en su brazo izquierdo. Mirando en esa dirección se topo con el pequeño cuerpo de si hermano, dormido y recargado en el.

En silencio paso su brazo por sobre el pequeño cuerpecito y lo acomodó mejor, de forma en la que tuviera mayor comodidad.

Ya ambos menores completamente dormidos, los adultos en la parte de enfrente miraron la imagen con ternura, _____ había cambiado un poco su actitud desde su primera transformación y eso, aunque había preocupado un poco a la pareja, no había impedido que siguiera siendo el mismo buen hermano mayor que fue desde el principio.

— Estuvimos lejos un buen tiempo — hablo levemente el mayor.

— Si, pero no lo suficiente — toma su mano reconfortandolo — todo estará bien, nada habra cambiado.

Make You Mine || WolfBlood Donde viven las historias. Descúbrelo ahora