Pasos para tener un ataque de ansiedad

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Una catastrófica guerra entre mi complejo cerebro y mi humilde corazón se desata. Mi corazón me obliga a derrumbarme en el suelo, pero, mi cerebro se rehúsa a llorar, las voces del fondo de mi cabeza me lo prohíben, piensan que no me lo merezco, que no me debo dar el lujo de llorar, porque esto no va sobre mí, sería egoísta de mi parte, porque lo he hecho mal, porque yo no soy la víctima. Pero, al final, el corazón es vulnerable y, acabas en el suelo tirada culpándote por ser egoísta, por volver a hacer una montaña de un problema, por ser dramática, sensible, exagerada, egocéntrica. Al fin de al cabo, tú eres sólo una chica que no levanta cabeza, que está estancada en el pasado, en su cerebro, en sus traumas de abandono, en sus inseguridades y miedos. ¿Realmente eso me convierte en una mala persona? Después, ya que estás, recuerdas que no estás haciendo nada con tu vida, que estás perdiendo el tiempo, te comienzas a comparar con los demás, con los que no están fracasando como tú, con los que están cumpliendo sus metas y sueños, y tú, aquí sigues, que por mucho que lo intentas, continúas fallando, y no, para mí con intentarlo no es suficiente, porque seguir fallando no te va a llevar a ningún sitio, porque si has fracasado, todo tu esfuerzo ha sido en vano, o al menos eso es lo que las voces de mi cerebro me dicen. Seguidamente, comienzas a comparar tu vida con la de los demás, tu cuerpo, incluso tu personalidad, tu capacidad para socializar. Y te sientes tonta, insuficiente, vulnerable, inservible, pero no puedes hacer nada, a estas alturas ya estás en el suelo, con los ojos llorosos mirando al techo. Comienzas a temblar, estás muerta de miedo, intentas parar de martirizarte con tus pensamientos, pero tu cabeza es un caos, ya no sirve de nada, ya es en vano, aquellas voces le han pasado factura a tu cuerpo y a tu corazón. No quieres hacer ruido porque no quieres volver a ser el centro de atención, no quieres que se preocupen por ti, la gente ya tiene demasiados problemas como para intentar ayudarte. Pero, inevitablemente, te ahogas en tus propios sollozos, el nudo en la garganta te estrangula lentamente, te quedas sin respiración. Actualmente sólo te queda utilizar tus instintos para salvarte, estás en el pico más bajo, las voces de tu cabeza te gritan, necesitas recaer, necesitas calmarte, necesitas hacerlo, ya sea para calmarte o para castigarte. Estás a punto de tirar por la borda todo el esfuerzo realizado durante todo este tiempo , tu cuenta de días limpia. Intentas hacer todo lo posible para evitarlo, porque sabes que si lo haces, te vas a sentir aún peor, vas a sentir que no levantas cabeza, que nunca vas a mejorar, que siempre vas a vivir en aquel profundo agujero negro sin salida. A la vez, necesitas hacerlo, porque necesitas castigarte, porque te quema la piel, te arde, porque no puedes mantenerte ni en pie, tu cabeza está acabando contigo. Entonces, intentas moverte para coger aquel arma letal que acaba lentamente contigo, pero te sientes pesada, eres incapaz de cargar con el peso de tu alma. En este punto es donde te comienzas a sentir sola, te preguntas donde estarán, sientes que a nadie le apetece ayudarte, porque tú eres sólo una carga.

Y así es, querido, como comienza un ataque de ansiedad

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