Siobhan estaba furiosa. Tan furiosa como nunca lo había estado en su vida.
Continuó mordiendo su mejilla para evitar gritar a pesar de que podía probar la sangre en su lengua.
Sus ojos dejaron el rostro de Adam para posarse sobre Kate. Ella no hacía nada para encontrar a su hermana, estaba completamente perdida en las ofertas que hacían los compradores.
El primer cíborg fue vendido en menos de diez minutos.
Cuando las ofertas para Adam comenzaron... Para Adam, como si fuera una cosa... Siobhan no pudo seguirse conteniendo.
La última oferta había sido de quinientos mil. Una cantidad ridícula teniendo en cuenta que los cíborgs habían resultado defectuosos en el pasado.
Su mano se alzó con tanta rapidez que pudo sentir como sus músculos protestaron. Kate trató de ignorarla, pero el doctor la señaló.
—Un millón —dijo a través de dientes apretados.
La boca de Kate se abrió, pero ninguna palabra salió de sus labios, sus cejas parecían a punto de alcanzar la base de su cráneo.
—Siobhan —dijo fríamente, tratando de suavizar su voz a pesar de que seguía teniendo el micrófono frente a sus labios—. No es el momento para bromas.
—Un millón —repitió Siobhan.
Era claro para ella que la molestia de su hermana no estaba relacionada con el dinero. Sus padres habían sido fundadores de Coexis, y aunque en el testamento las acciones de los negocios habían sido para Kate, cuando Siobhan cumplió los dieciocho, tres semanas atrás, el efectivo que recibió fue similar.
No, el problema de Kate no era el dinero, era Adam, el hecho de que Siobhan siguiera enamorada del hijo del jardinero, aún después de muerto.
—Hermana...
—Un millón.
Antes de que Kate pudiera decir otra palabra, el director de Corporación Coexis empujó el micrófono hacia él y habló, observando a Siobhan.
—Tenemos una oferta de un millón. ¿Alguien da más?
Nadie ofreció más.
—Última oportunidad... —recalcó. El silencio era ensordecedor. Cuando nadie se atrevió a hablar, el hombre sonrió—. ¡Vendido en un millón de dólares a Siobhan Lynch!
Siobhan dejó escapar el aliento que no sabía que había estado reteniendo, pero eso no la hizo sentirse mejor.
***
Su hermana estaba tan furiosa como ella.
En cuanto Siobhan se disculpó para ir al tocador a enjugar su boca, Kate vino tras ella. Su piel de porcelana estaba sonrojada por la ira.
—¡Cómo pudiste ser tan estúpida! —No era una pregunta, era un reclamo, como todo lo que salía de sus labios desde que descubrió que Siobhan se desvincularía de la Corporación y se marcharía con el dinero fácil que le dejaron sus padres—. No es él. Ese chico andrajoso con el que estabas obsesionada está muerto. Esa cosa que compraste es solo una maquina con su rostro.
La mano de Siobhan se movió antes de que el resto de su cuerpo reaccionara. Su palma chocó contra la mejilla de Kate haciendo un sonido húmedo. El ardor por el golpe no fue nada comparado con la satisfacción de ver a su hermana retrayéndose y acunando su rostro, con una mirada salvaje.
—¿Cómo pudiste tú? —Replicó Siobhan, avanzando hacia su hermana lentamente—. Sabias que era él, ¿no es así? Por eso insististe en que viniera. Posiblemente fuiste tú quien le habló del contrato. ¿Le prometieron dinero para su familia en caso de que muriera y donara su cuerpo?
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Peón
Science FictionCuando Siobhan Lynch es obligada a presenciar la subasta de robots que organiza su hermana, todo lo que quiere es pasar desapercibida y marcharse para seguir con una vida donde las máquinas no formen parte de ella. Heredera de un magnate de la robó...