Capítulo 5: Desprendimiento

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A pesar de todo, la mano humana de Adam era cálida. Siobhan entrelazó sus dedos y él se lo permitió. Se movía torpemente, como un niño que recién aprende a caminar. Los engranajes de sus partes metálicas chirriaban de una manera que no lo hacían cuando estaba conectado a los chips. Siobhan tenía miedo de lo que podría suceder si los encontraban, si encontraban a Adam de esa manera tan vulnerable.

Mika guiaba el paso, iluminando el camino frente a ellos con la linterna. Adam hablaba solo para dar indicaciones hacia dónde dirigirse.

—Genial, ahora está lloviendo —farfulló Mika, pateando un esqueleto de rata en el concreto sucio y viejo del drenaje.

—¿Cómo puedes saberlo? Estamos bajo tierra.

—No, no del todo. Mira las hendiduras del techo, hay agua filtrándose. —Iluminó el techo, que era del mismo concreto del piso, y en efecto, había agua cayendo en pequeños corros que se deslizaban por las paredes sin hacer ningún sonido.

Siobhan estaba tan concentrada en pensamientos trágicos sobre inundaciones de agua sucia, que no notó cuando Mika se detuvo y sus cuerpos hicieron colisión. Siobhan dio un paso atrás, frotando su nariz, que se había topado con los hombros huesudos del chico.

—Qué demonios...

—Shhh, escucha eso.

Siobhan guardó silencio. Contuvo la respiración y apretó un poco más la mano de Adam mientras se concentraba en escuchar lo que había hecho que Mika se detuviera. Sudor frio bajó por su espalda. Sus pulmones protestaron por la falta de aire.

—Mika, no...

Y entonces lo escuchó: Pasos.

Pasos de botas metálicas.

La policía robótica los había encontrado.

La alarma estalló en su cabeza, haciéndola marearse y girarse hacia Adam.

Él no esperó su pregunta. —Adelante. Derecha.

La luz de la linterna saltaba de arriba a abajo mientras Mika seguía las instrucciones de Adam y corría en línea recta hasta encontrar una desviación hacia derecha.

El sonido más fuerte era el de los pasos de Adam, ya que a pesar de que sus botas eran de cuero, su cuerpo metálico lo hacía más pesado. Sin embargo, cualquier sonido se perdía en el tamborileo del corazón de Siobhan, lo que hizo que su dolor de cabeza empeorara.

Adam les pidió que giraran a la derecha en una nueva desviación, luego hacia la izquierda. El hedor del drenaje era peor en esa parte del túnel. Siobhan tuvo que contener las náuseas constantemente. La única cosa buena era que el sonido de los pasos detrás de ellos había desaparecido.

—Arriba —la voz de Adam rompió el silencio—. Hierro. Escalar.

Mika comenzó a buscar una escalera en la pared.

El resplandor de la linterna se volvió peligrosamente tenue. Si no salían pronto de ahí, se quedarían en completa oscuridad.

Siobhan dio un paso más cerca de Mika, alzando una mano para señalar una ranura en el techo. Adam no se movió.

—¿Qué pasa? —Preguntó, moviéndose hacia él con cuidado, tocando su muñeca con su otra mano—. ¿Qué pasa, Adam?

La única parte visible de su rostro era el contorno de su barbilla. Su cuello destellaba levemente, reflejando la luz de la lámpara.

—Presa —respondió Adam—. Anzuelo. Trampa.

—¡Sho, encontré la escalera! —Gritó Mika, riendo.

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