Capítulo 4: Exposición

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—Te das cuenta —dijo Mika severamente—. ¿Que si tu plan funciona estarás destruyendo el patrimonio de tu familia?

Siobhan chasqueó la lengua mientras observaba los ojos del cíborg con un microscopio. Esta vez había sido imposible convencerlo de dejarse manosear por ellos y abrir el panel del cuello. Dijo que dejarlos hacer eso iba en contra de la Tercera Ley, ya que su escáner no detectaba problemas en su sistema que necesitasen ser reparados. Mika, presumiendo de su fama de genio, apagó temporalmente su sistema con una pistola de bloqueo que había construido manualmente.

—No el mío —replicó ella—. Solo el de Kate.

—¿Eso se supone que debe hacerte sentir mejor?

Siobhan se encogió de hombros. —Eso creo. Estoy segura de que ella está al tanto de lo que sucede cuando se extraen los dos chips. Y aun así dio su consentimiento para sacarlos al mercado.

Las letras en las iris del cíborg repetían las palabras: 'Sistema en suspensión' una y otra vez, deslizándose horizontalmente de derecha a izquierda.

—Sí —murmuró Mika, tecleando en su ordenador holográfico—. Tienes razón. Debemos actuar antes de que la próxima producción salga a la venta.

Siobhan se apartó del cíborg para sentarse junto a su amigo.

Mika había movido el sillón y sostenía el teclado sobre sus piernas, pero las imágenes y letras se decodificaban en el cristal oscuro de la ventana frente a ellos.

—¿Algún avance?

Mika sacudió la cabeza, pero no la observó. —Hay cientos de cortafuegos y códigos de bloqueo. Si tuvieras alguna contraseña de Kate sería más fácil. ¿Estás segura de que no tienes nada?

Siobhan resopló.

—Kate y yo no hablamos. Ella me da órdenes como si fuera su robot faldero, o me critica por las cosas que no hago. No podría adivinar su número de zapato aunque tuviera su pie pegado al mío.

Mika alzó una mano, una señal para que Siobhan guardara silencio. Frunció el entrecejo y tomó los audífonos que estaban colgados en su cuello. Siobhan observó los números y letras deslizándose sobre el cristal, apretando la mandíbula con fuerza, como si eso pudiera ayudarle a descubrir algún significado, pero los códigos no le dijeron nada.

Dejó de prestar atención a la pantalla para fijar su vista en el cíborg, que se había quedado suspendido con las palmas de las manos hacia el frente en modo de defensa.

Las manos de Siobhan habían comenzado a sudar, apretadas en puños sobre su pecho. El silencio de Mika la hacía sentir tensa. El sonido de las teclas al ser presionadas por su amigo le había provocado dolor de cabeza.

—Tengo una noticia mala y una buena —mascullo Mika finalmente, aun sin observarla.

—Si la buena es que pudiste copiar los gráficos de fabricación de los cíborgs, entonces quiero oírla primero.

Mika se quitó los audífonos y apartó el teclado de sus piernas. Los códigos en la ventana desaparecieron con el movimiento.

—Lo que dijiste sobre Kate me hizo pensar en tu madre. La contraseña de Kate era Melinda, su nombre —murmuró Mika gravemente—. Así que sí, pude copiar los gráficos, diseños, cada cosa relacionada con los cíborgs, especialmente una carpeta titulada 'advertencia'. Y, como lo pediste, adjunté los archivos en un text-con y los envié a todos los canales de televisión de la ciudad, con una nota que decía: Al quitar los dos chips, despiertan. La información ya debe estar siendo procesada.

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