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[   silencio   ]

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[   silencio   ]

¿Acaso había algo que escuchar? no, de hecho no.

A menos que no fuera la brisa que golpeaba con tranquilidad el rostro del chico sentado a su lado, sus largas pestañas que se mecían al compás de los árboles; talvez el cantar de los pajaritos que observaban atentos la escena desde la copa del árbol bajo el que estaban sentados o incluso la pileta de agua frente a ellos que salvaba ese ambiente incomodo entre ambos.

Aquino, un chico joven de apenas 19 años era el portador de tan bellos sentimientos de amor, teniendo esas sensaciones sinceras guardadas todas para el muchacho a su lado, unos años mayor a él cabe mencionar, el cual se hacía llamar Duxo aunque no fuera su nombre real.

El chico de sentimientos amorosos era alguien, por la edad, ruidoso pero a la vez cohibido, decía que cuando hubiera confianza se convertiría en su personalidad tan ruidosa y creía encantadora. Es por sus constantes charlas que podía siquiera dirigirle algunas palabras al chico de sus sueños, el cual no se mostraba tan interesado por él.

Pero esperaba diera señales de que le prestaba atención. Una por lo mínimo.

Talvez era demasiado ruidoso, muy agobiante.

Había decidido invitar al chico mayor luego de salir de la universidad, se quedó esperando a que apareciera para traerlo al parque en el que se encontraban ahora, sentados bajo aquel árbol que les brindaba sombra del día que brillaba gracias a los rayos del sol.

Al principio la conversación fluía bien, se sentía aquel interés de Duxo por conocerse, y en la mente de Aquino sus sentimientos iban floreciendo como aquellas lindas flores moradas frente a él.

Sin embargo, se habían quedado sin un tema de conversación ¿Sería muy privado hablar sobre la familia? O talvez muy intrusivo el que haría el fin de semana, o la proxima, o la proxima, ¿Duxo siquiera pensaría sobre eso? Y entre pensamientos y pensamientos se habían quedado en aquel silencio incomodo. ¿La conversación no estaba yendo tan bien?

— Entonces, tengo que irme Duxo — dijo el menor poniendose de pie y sacudiendo su pantalón.

— Eh, oh claro.

Los dos quedaron frente a frente, al de ojos miel ni se le ocurrió decir más palabras cuando ya estaba decidido en darse la vuelta para irse y hundirse en su miseria de ser tan timido para algunas cosas, como en este caso por ejemplo. Sin embargo su amado lo detuvo.

Aquino, espero podamos hablar mañana, o no sé — sugirió sonriente — me caes bien — cerró sus ojos mientras daba una sonrisa.

El momento no pudo ser mejor, pues aunque era un poco más alto que el chico de sus sueños siendo este mayor, pudo sentir unas palmaditas en su cabeza de su parte, y a esto se le sumaba la linda sonrisa que le mostraba estando frente a frente, sus ojitos cerrados eran la cosa más linda que pudo haber visto en su vida, su sonrisa brillante y tan amigable, se notaba también el nerviosismo de su parte, ¿Debería salir corriendo?

Entonces tuvieron que despedirse, o al menos Duxo que si tenía palabras para no dejar aquel silencio — Hasta luego, Aquinito.

Entonces tuvieron que despedirse, o al menos Duxo que si tenía palabras para no dejar aquel silencio — Hasta luego, Aquinito

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— riixael

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