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Su corazón se aceleró cuando oyó el grito agudo de su padre, quien hizo volar los pájaros del susto cuando su dolor se hizo escuchar. Sin embargo, su cuerpo se sintió pesado como una roca inmovible mientras estaba de rodillas frente a aquella agua, la orden haciendo eco en su mente cada vez que intentaba moverse.

—Ya basta, detente —susurró, sus manos temblando mientras cubrían sus orejas.

No fue el hecho de que su padre sufra lo que la tenía así. Por supuesto que no, él no merecía. Sin embargo, sus gritos la llevaron al burdel donde creció; siempre oía como los omegas eran castigados cruelmente por no cumplir su deber. Aquella agonía era la misma que trasmitía su creador en este momento. Lo odió, no quería oírlo.

—¡Detente, detente, detente! — Incluso su omega sollozó, angustiada por su huésped.

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Las orejas puntiagudas se movieron hacia atrás al oír un sonido particular, un lamento más allá de los árboles y su olfato se agudizó cuando notó que provenía del mismo lugar donde le ordenó a la azabache que fuera. Olía muy mal, tan agrio por la angustia que el lobo tuvo que frotar la punta de su nariz por un segundo.

No lo entiendo, ¿por qué la tristeza? —gruñó por lo bajo para él mismo, mirando la escena delante de sus ojos con recelo.

Los hombres silenciosos que acompañaban al débil alfa estaban descuartizados detrás de su líder, mientras que éste sollozaba de dolor, carente de ojos y dedos, la sangre saliendo sin control, ¿había sobrepasado los límites y eso había angustiado a su omega? Sin embargo, esta era una de sus torturas más leves y se aseguró que ella no estuviera presente, ¿cómo podía ser?

Seré misericordioso si me dices porqué tu hija huele tan agrio. — Al saber que se dirigía a él, su cuerpo se tensó y su respiración se agitó aún más, el dolor fue insoportable.

—E-ella es muy sensible —logró decir a duras penas. Muchas veces estuvo al borde del colapso, pero Yako no se lo permitió.

¿Sensible? Explica más, humano. — Aquel conocimiento le interesó, todo de ella lo hacía.

—Kagome se crió en un ambiente hostil... Cualquier cosa... —jadeó, solo quería llorar si es que era posible —, cualquier situación estresante puede ponerla mal, por ejemplo, mi tortura. — También le fue una tortura hablar.

La bestia contempló la información, ladeando la cabeza pensativo. Se veía tan tranquilo, que si no fuera por sus ojos rojizos, otros pensarían que su lobo no tenía el control. Su naturaleza no les permitía ser tan dóciles, sus zapatos pisando firmemente mientras caminaba alrededor del hombre, analizándolo.

Nuestra pequeña es sensible, hay que cuidarla como una niña.

¿Nuestra? ¿Qué te da derecho a categorizarla como tal? Gruñó el verdadero dueño del cuerpo, en total desacuerdo.

Eres igual a mí, frívolo e indiferente, no sientes lo que yo en este momento por Kagome, sin embargo, debes admitir que su tristeza toca fibras en ti, ¿verdad? Él conocía esa persuasión de su lobo, lo había utilizado tantas veces para salirse con la suya que Sesshomaru lo aprendió.

Tu diplomacia empática no funcionará esta vez, Yako. La omega no será tratada diferente al resto. Sentenció, oyendo el suspiro del lobo.

No pretendo compartirla contigo entonces. Eventualmente entenderás lo que digo. Ante eso, el albino frunció el ceño, preguntándose a qué se refería su lobo, aún así, no le importó lo suficiente como para cuestionarlo y la bestia tampoco estaba dispuesta a brindar más información.

Mi Destino |SesshomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora