Un hogar, cuentos e ilusiones tontas

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Han pasado tres largos años, incontables días y horas, aún siente esa punzada de dolor en su pecho. Una herida que persiste, robándole horas de sueño y desatando lágrimas cuando el mes llega a su fin. A veces ni siquiera puede recordar, pero en otras ocasiones el dolor le regresa como si fuera la primera vez. Se trata de una pequeña herida que, una vez al mes, la obliga a sentarse en el sofá, tomar un viejo álbum de fotos entre sus manos y explorar cada tesoro que celosamente esconde, recordando lo que alguna vez fue, guardando esos recuerdos en su corazón.

La medianoche ha quedado atrás, la luna brilla en el cielo. Fue una noche silenciosa, impregnada de soledad y una melodía llena de nostalgia. Una noche donde estaba destinada a recordar, donde las heridas se abren una vez más.

Caminando descalza por la sala, con una frazada sobre los hombros y el cabello recogido en una cebollita, se ve a sí misma y empieza a dudar que sea una diseñadora exitosa. Se siente cansada, una niña que ha jugado demasiado y solo desea dormir en los brazos de un ser querido. Pero esos brazos no están ahí ni lo estarán. Nadie la abraza, la mima o le susurra palabras de ánimo al oído. Se quiere sentir amada, pero en ese momento solo siente el abrazo de la soledad.

Sabe que al amanecer todo estará bien, el sol volverá a salir y su sonrisa florecerá como siempre, ya sea genuina o algo fingida para no preocupar a su adorado tesoro, su pequeño hijo. Pero esa noche, no puede evitar preguntarse: ¿Qué hubiera pasado si las cosas fueran totalmente diferente? Se lo ha preguntado tantas veces que ya no sabe cuál sería la mejor respuesta. ¿Y si él la hubiera buscado? ¿Y si él la hubiera querido? Tantas preguntas sin ninguna respuesta.

Se sienta y se sumerge en un mundo lejano, donde su corazón vuelve a latir con la misma intensidad de años atrás. Todo ese amor sepultado en su interior vuelve a alzarse en vuelo, renaciendo como el mismísimo fénix de sus cenizas. Su mente le juega una mala pasada con fantasías, recreando una realidad de lo que nunca pudo ser.

Sueña con una casa llena de amor, rodeada de flores y extraordinaria belleza, una casa de cuentos de hadas con la calidez que siempre deseó en su infancia. El aroma a césped recién cortado, a flores al viento y hojas verdes en los árboles llena el aire, cargado de tranquilidad. En su fantasía, él está sentado en el césped esperándola, riendo y destilando felicidad por cada poro de su piel. Se ponen de pie, sus dedos se entrelazan en un pequeño apretón que significa mucho. Él la abraza, la besa y le susurra palabras cariñosas al oído. Su aroma es varonil, su tacto delicado, como si temiera estropearla con solo tocarla. La trata como una reina y ella se siente rebosante de felicidad, pura felicidad. Cree que es así como se sienten las protagonistas de las historias de hadas cuando están con su príncipe azul. Es feliz, mucho más de lo que nunca ha sido. Se siente viva, llena de paz que adormece su cuerpo y eleva su espíritu. Ama y se siente amada; la soledad queda atrás con todo lo malo.

Su sonrisa es radiante hasta que siente un jalón en su vestido. Sus ojos se dirigen a un lugar en el suelo junto a ella. Una pequeña de cabellos castaños la observa con unos ojos azules, sonríe encantadora y palmea sus manos juguetonamente. Responde elevándola hacia ella en busca de un abrazo y un pequeño beso, ella la mezcla perfecta de ambos, la cosita mas perfecta que hay en el mundo.

Es en ese momento cuando su fantasía ideal se desvanece, y el arrepentimiento la embarga por lo que pudo haber sido. Sus ilusiones de una vida perfecta al lado de Luca se desmoronan, dejando solo las cenizas de una llama que hace mucho se extinguió. La herida, por más que intente, aún permanece abierta. Porque ella amó con toda la fuerza que se puede amar a alguien. Soñó con un mundo perfecto donde caminaría de la mano de Luca. Luchó, se aferró a él cuando debía haber desistido, peleó con todas sus fuerzas para al final perder la guerra que desde el comienzo, en lo más profundo de su corazón, sabía perdida. Solo quería evitar ese cruel desenlace, pero no podía obligarlo a estar con ella si él no la quería. Deseaba soñar, aunque eso significara sentir latir una vieja herida que le duele como el primer día.

Sentada en el suelo, observa el viejo álbum donde reposan los restos de su antiguo corazón. Adornado con fotos de una pareja en el parque, en su antiguo cuarto, en la sala de ensayos, en el bar y en aquel viaje al futuro; besándose, abrazados, riéndose, acariciándose, amándose. Mil y un recuerdos capturados en finas hojas de papel, suspiros de momentos felices que no volverán. Y como siempre que la herida se abre, toma uno de esos recuerdos y, sin pensarlo mucho, lo arruga y lo arroja al bote de basura, donde yace como ese amor de juventud que dejó su corazón.

El acto no provoca más que un sabor amargo en la boca. Las fotos permanecen guardadas en su corazón, y muchas más no corren el riesgo de ser botadas a la basura; no tendría la fuerza para hacerlo. Solo algunas cumplen ese miserable destino, aquellas que le traen recuerdos demasiado dolorosos.

Al final del día, no importa lo que pudo o no pudo haber pasado. Lo crucial es que la decisión que tomó fue la mejor. Merecía algo mejor, merecía una relación basada en mentiras y fantasías.

Lo que pudo haber pasado ya no importa. Se queda con un álbum lleno de recuerdos y una herida en el pecho que solo será curada cuando un nuevo amor la abrace, regalándole nuevos recuerdos que borren los dolorosos.

Siempre tuvo miedo de enamorarse, temía salir lastimada, y ahora sabe que ese miedo era justificado.

La solución no está en alejarse de los suyos. Su familia es esencial, no es necesario estar en otro continente. Aunque esté cerca de su mamá y su padre, extraña el ruido, las reuniones, las peleas y sobre todo, a su Morcillita loca. Aunque Nach y Caridad la visiten con frecuencia, sabe en lo más profundo que lo hacen por Nerdito. Su hermana y Thiago también tratan de visitarla, pero aún así los extrañaba demasiado. Ni qué decir de Mel, su mejor amiga y socia, la extraña al igual que a todos los demás.

Tantas cosas que se perdió, por no estar a lado de sus amigos, quienes son su verdadera familia, y daría la vida por cada uno de ellos, no podía evitarlo ella lo extrañaba demasiado y esa separación realmente la afectaba. Además, Nerdito debía estar cerca de Hope, él debe estar cerca de ella para que florezcan esos sentimientos y estén juntos en el futuro.

Necesitaba un nuevo comienzo, pasar a la siguiente página, ser fuerte como lo fue todos estos años, por ella y por su hijo, su bebé que crece cada día más rápido. Debe cambiar y no puede hacerlo sin transformar el mundo que la rodea. Lo primero que debe hacer es regresar a su país, a casa, a su hogar. Sabía que sería un trabajo arduo cambiar su hogar, el colegio de su hijo y a cambio tendría que viajar demasiado para dividirse y ver como están las cosas con su negocio en España , pero ella estaba dispuesta a eso, a cambiar las cosas. 

Adios NegriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora