Defectuosa

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La prueba volvió a dar negativo. Era la tercera vez en los últimos meses. Ella observaba la pequeña pantalla en blanco, sintiendo que ese vacío que ya conocía tan bien se extendía en su interior. No entendía por qué se había obsesionado tanto con quedar embarazada. Tal vez era porque sentía que le debía algo a Daniel, su esposo, como si crear una vida juntos fuera la única forma de retribuir todo lo que él le daba.

Había tenido dos abortos antes. Dos angelitos que nunca llegó a conocer, dos vidas que se esfumaron antes de tiempo. Cada pérdida había dejado una cicatriz profunda en su corazón, una sensación de incompletitud que se hacía más grande con cada prueba negativa.

Se miró en el espejo del baño "¿Qué tiene de malo mi cuerpo?" pensó, observando su reflejo con desdén. No entendía por qué no podía darle a Daniel lo que más deseaba. No era que él lo dijera abiertamente, pero ella lo sabía, lo sentía en su piel, en sus miradas furtivas cuando pasaban junto a familias con niños pequeños. Era lo que faltaba en su vida, y sentía que su cuerpo era el culpable de no poder cumplir ese sueño.

Sin embargo, dentro de ella ya había una pequeña vida: Ignacio, su hijo. Un niño que amaba con todo su ser, pero que había llegado al mundo de una manera diferente, fruto de una inseminación. Ignacio no era de Daniel, era solo de ella y de otro hombre, un rostro que apenas recordaba. Y aunque adoraba a su hijo, esa diferencia la hacía sentir aún más culpable, como si el amor que tenía por Ignacio no fuera suficiente para compensar lo que no podía darle a Daniel.

Podría haberse conformado con Ignacio, claro. Para ella, él era suficiente, su razón de ser, su mayor orgullo. Pero necesitaba algo más. Algo que le diera a Daniel, algo que los uniera de una manera más profunda. Algo que pudiera ofrecerle como agradecimiento por todo lo que él le daba. Daniel era un esposo perfecto, atento, cariñoso, siempre preocupado por su bienestar y el de Ignacio. Y aunque ella lo amaba profundamente, había una parte de su corazón que sentía que no le estaba dando lo suficiente a cambio.

Las lágrimas comenzaron a nublar su vista mientras dejaba la prueba de embarazo sobre el lavabo. Se sentía rota, como si su cuerpo hubiera fallado de nuevo. Cerró los ojos, respirando hondo, intentando calmarse, pero era imposible. El sentimiento de insuficiencia, de fracaso, se apoderaba de ella.

-¿Qué pasa, mi amor?- La voz de Daniel la sacó de sus pensamientos. Él había entrado al baño y ahora la miraba con preocupación. Al ver sus ojos hinchados y sus mejillas empapadas, su rostro se tensó. -¿Por qué estás llorando?-

Ella no pudo evitarlo. Las palabras salieron como un torrente incontrolable, empujadas por meses de frustración y miedo.

-Nada, es solo que... no sé, siento que no soy lo suficientemente buena para ti- respondió ella, con lágrimas en los ojos.

Daniel frunció el ceño, claramente confundido. Se acercó y la abrazó, envolviéndola en sus brazos con una suavidad que solo él tenía.

-¿De qué hablas? ¿Qué estás diciendo? Eres la mejor esposa y madre que podría pedir. ¿Qué más quieres?- preguntó Daniel, confundido.

Ella apoyó la cabeza en su pecho, sintiendo el latido firme de su corazón, pero aún así, las dudas la carcomían.

-Quiero darte un hijo, Daniel. Quiero sentir que soy capaz de darte algo más... algo que sea de los dos, por todo lo que tú haces por mí, por nosotros. Te lo mereces- respondió ella, con un suspiro.

Daniel tomó su rostro entre sus manos, secando las lágrimas que corrían por sus mejillas. Su mirada estaba llena de ternura, pero también de una tristeza que ella no había visto antes.

-Mi amor, no necesitas darme nada más. Yo no te amo por lo que puedas darme. Te amo porque eres tú. Porque somos una familia, los tres. Tú, Ignacio y yo. No necesito un hijo para sentirme completo si te tengo conmigo.-

-Mi amor, no necesito nada más que tu amor y el de Ignacio. Somos una familia, juntos- dijo Daniel, abrazándola dándole la contención que necesitaba

Pero ella no se sentía convencida, sentía que había algo más que debía hacer para retribuirle todo lo que él le daba y así no sentir que se aprovechaba de él. ¿Sería posible que su obsesión por quedar embarazada fuera una señal de algo más profundo?

Recordaba a Ignacio, durmiendo en la habitación de al lado. Lo amaba con todo su ser, pero había algo en esa historia que la llenaba de culpa. ¿Y si todo esto no era más que una manera de compensar algo que nunca podría reparar?

Al final del día, cuando todo parecía en calma y el silencio de la casa la envolvía, su mente volvía una y otra vez a la misma pregunta: "¿Qué estará haciendo él?" Era un pensamiento que no lograba acallar, una sombra que la perseguía sin descanso, como si su felicidad estuviera atada a algo que no podía alcanzar, algo que siempre se le escapaba entre los dedos.

Se preguntaba por Luca. No lo hacía directamente, ni siquiera abiertamente, pero secretamente buscaba maneras de enterarse de su vida, como si conocer pequeños detalles sobre él le diera algo de paz. A veces, fingía interés casual cuando hablaba con su hermana, aprovechando cualquier oportunidad para obtener información. Su hermana, siempre discreta, solo le decía lo básico: "Luca está bien." Nunca más detalles, nunca algo que pudiera desbordar las fronteras invisibles que ella misma había trazado para protegerse.

Aunque le agradecía a su hermana por esa moderación, por no decir demasiado, por no hacer preguntas incómodas, en su interior algo se revolvía cada vez que pensaba en Luca. Había un límite en esa información restringida que, por un lado, la tranquilizaba, pero por otro, le dejaba con una sensación de vacío, como si saber más pudiera ser tanto una cura como una condena.

No necesitaba saber lo que él estaba haciendo, no necesitaba los detalles, pero la idea de que estaba ahí, en algún lugar, viviendo una vida sin ella, la mantenía atrapada. Había algo en esa distancia que la atormentaba, un sentimiento que no podía nombrar pero que le impedía sentirse completamente feliz, como si la vida que compartía con Daniel nunca pudiera ser del todo plena mientras esa pregunta siguiera rondando en su cabeza.

En esas noches solitarias, se preguntaba si ese deseo secreto de saber más de Luca no era una señal de algo más profundo, un eco de una historia no resuelta, de un amor que no había desaparecido por completo. Y aunque intentaba convencerse de que su vida actual era lo que siempre había querido, ese pensamiento la seguía acechando, cada vez más persistente. ¿Qué estaría haciendo él? ¿Por qué no podía dejar de preguntárselo?

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⏰ Última actualización: Oct 15 ⏰

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