Apenas sentí algo de consciencia en mi cuerpo traté de abrir mis ojos, pero apenas logré dar unos vistazos al techo polvoriento y las telarañas que de él colgaban.
No escuchaba nada, solo podía sentir la comodidad tibia de una cama, y el impulso de no saber dónde me encontraba me llevó a levantar la mitad de mi torso, pero un dolor punzante, me hizo quejar y toser mientras caía de nuevo en la cama.
Ese dolor venía desde mi hombro hasta el pecho, así que por instinto palpee esa zona y me dí cuenta que estaba vendado.
Giré mi cabeza hacia los lados, con una ligera vista de una ventana cerrada y un par de muebles comunes en una habitación femenina a mi izquierda, dándole más valor a mi lado derecho en el cuál había una silla al lado de una pequeña mesa con agua y más allá podía divisar una puerta.
De pronto mi garganta se sintió seca, pidiendo con fervor aquel vaso con agua, lo que movió mi cuerpo a tratar de llegar con esfuerzo extremo para ser detenido por una voz femenina, muy familiar y agradable...
Era Jehyla... Estaba aquí... Y posiblemente ésta era su habitación.
Ella se acercó a mí pero no podía detallar su rostro, a pesar de lo mucho que deseaba verla. Volver a besarla. Pero no era el momento y estaba consciente de ello, así que con la poca voz que podía emitir traté de articular la palabra "agua", a lo que ella me ayudó a ponerme de espaldas a la pared, para beber aquel líquido tan vital y reconfortante, causando un pequeño alivio y una mejora notoria en mi visión.
Ya podía verla con claridad, su expresión lucía preocupada, aunque aún así intentaba sonreírme para que no lo notase, sin embargo debía contarme que había sucedido, por lo que simplemente le dediqué una mirada fría e interrogante.
— Marius... — comenzó con un tono suave — escúchame, esa herida, te la hizo el Jefe Corvus — estaba consciente de ello cuando la señaló algo inquieta — y pensar que hasta hace unos meses todo estaba bien — me vió a los ojos y yo le sonreí dándole a entender que podía continuar.
— No te preocupes, ya pasará — la calmé, respiró profundo y prosiguió.
— Luego de que te enfrentaras al Jefe Corvus, tu primo Catius se interpuso entre él y tú, y logró lastimarlo, pero apenas nos consiguió el suficiente tiempo para llevarte al bosque e intentar escapar. — hizo unas pequeñas expresiones de inconformidad —Allí lo encontré, pues aunque no deseabas que fuera, me preocupé demasiado por tí. En ese momento me dijo que te llevara lejos, que él se encargaría de retrasar a tu padre — su preocupación regresó y sus ojos se cristalizaron — traté de sacarte para volver por él pero me dijo que no mirase atrás, y ahora no sé nada en absoluto de tu primo... — comprendía el por qué de su preocupación.
Catius era parte de mis primos más cercanos, y en su sangre estaba también la mía, siendo primos directos en nuestro árbol genealógico, él y yo éramos unos de los pocos que conservaban la sangre más pura de todo Corvus en aquel castillo, lo que nos beneficiaba al momento de utilizar con mayor fuerza nuestro Don. Y al ser así de cercano a mí, podía sentir como mi corazón latía de temor por él, y aún así me contenía para no insultar su memoria... Ya qué siendo un traidor el principal castigo habría sido la muerte inmediata...
Pero me extrañaba de ella... Jehyla nunca pareció ser alguien que pudiera preocuparse de esa manera por una persona que además no era de su familia, no comprendía muy bien sus motivos, pero no necesitaba hacerlo, confiaba en ella y eso es suficiente.
— ¿Es todo? — la observo tomar una postura más firme antes de negar con la cabeza.
— Marius, tu padre ha estado haciendo con las tierras distantes hasta donde llega el sol cualquier cosa que se le antoje, y llama traidores a los pueblos que destruye, conspiradores a los Corvus que asesina, sin mencionar que no ha parado un segundo para negociar o siquiera enviar un mensaje al Jefe Panter — me vió a los ojos con una opacidad fría — está desquiciado, y lo quiero muerto Marius.
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La Era Corvus
FantasyLo Corvus han sido una familia perseguida desde que se conoció su poder el cual les permitía alterar y manipular la mente humana, además de lo que eran capaces, y el miedo llenó los corazones de la gente antes de que pudieran conocerlos mejor. Los P...