Perdón por errores ortográficos.
Dos años antes.
Pov Emily Prentiss.
—¡¡Maldita sea!! ¿Quién de ustedes ladrones se comió las papas que yo deje aquí? —les grito a los sinvergüenzas que trabajan junto a mí.
—¿Eran tuyos Em? Yo me los comí —dice Alexander y me siento tentada a tirarle una navaja al brazo por ladrón de papas.
Se acerca a mí. Deposita un beso en mi mejilla. —Lo siento bonita, me comí tus papas, te compraré otras. ¿Perdóname sí?—me dice y abre la alacena, remueve un par de cosas y me tira en la cara las papas. —Maya, quien nos miraba desde antes se ríe.
— Ciega del demonio, para ser una espía no sabes buscar. —dice con molestia. Mientras yo me ardo en vergüenza.
—Niños dejen de pelear, qué en cualquier momento entra papá Clyde y nos va a azotar por mal por comportamiento. —dice Daniel jocoso.
—Azotes de papá Clyde, eso suena interesante, dinos Em ¿Qué tan fuertes son? — pregunta Alex y la sala entera se echa a reír. Estos hijos de perra no olvidan ese caso.
—Ja ríete todo lo que quieras, pero en el fondo sabes que tú querías ser yo. Admítelo Alex, eres gran fetichista. —me burlo y se lleva la mano al pecho.
—Me han descubierto. Lo admito, soy un fetichista. —no puedo contener la risa. Este idiota no es serio.
—¿De qué hablaban? —pregunta Clyde al entrar.
—Sobre los fetiches de Alexander—le respondo.
—Señor, ¿sabía qué Alexander tiene el fetiche de ser azotado por usted? —le pregunta con falsa inocencia Maya. Jeremy y yo nos morimos de la risa y Alex que se muere de la vergüenza. Mientras Maya mantiene la expresión inocente.
Clyde lo mira con rares. —Cosima cobro mil la hora —le responde Clyde tomándoselo con humor.
—¿Te hacemos recolecta o si te alcanza? —le pregunta Wolf burlesco.
Alex se revisa las bolsas de su pantalón y no encuentra nada —Parece que mi fetiche seguirá siendo un fetiche y no una realidad, te envidió Emily. —dice y todos junto con él no reímos.
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Sala de juntas.
Tomamos asiento en nuestros respectivos asiento.
—Hace unas horas un nuevo caso llego. Nuestro nuevo criminal es el traficante francés Bastian Lefreve.
—¿Qué haremos con él? —pregunto.
—Él frecuenta un conocido bar, ahí tendremos que seducirlo y sacarlo, luego tendremos que sacarle donde están las mujeres que trafica y mandará a Asia.
Maya y yo rápidamente sacamos las piedras, papel o tijera. Pero somos detenidas por Clyde.
—No le gustan las mujeres—declara Clyde.
—Le gustan los hombres castaños con ojos claros. —dice Clyde y me parto de la risa por la expresión de Alexander
—Te van a azotar Alex—me burlo de él.